Portugalete. El barrio de Vicíos, en Portugalete, parece haber salido de otra época. Casas bajas con jardines y huertas se reparten por las callejuelas de la zona, situado en la trasera del parque de La Florida, donde han permanecido décadas fuera de ordenación. Un vial se ha interpuesto ahora en el camino de 19 de sus viviendas; una carretera que conectará con el campo de fútbol proyectado en el plan urbanístico que se contempla para Vicíos con cerca de 500 viviendas de VPO, tasadas y libres. Los vecinos del barrio han plantado cara al proyecto. "Vamos a pelear con uñas y dientes por quedarnos aquí", aseguran.

El Ayuntamiento revisó el proyecto en 2010 y tras realizar un cambio en el Plan General observó que 19 viviendas debían ser derribadas para llevar a cabo el proyecto. "Están fuera de ordenación y no ha habido posibilidad de introducirlas en el planeamiento", explicó Ángel Anero, concejal de Urbanismo de la villa. La razón es que las viviendas interrumpirán el paso de uno de los viales cuya construcción es "absolutamente necesaria". Las obras del proyecto de Vicíos son de titularidad privada pero el Consistorio "tutelará en todo momento" el proceso. Así, Portugalete se reunió el pasado martes con los propietarios de la veintena de viviendas afectadas, a quienes les aseguraron el realojo en uno de los futuros nuevos pisos. "Primero, se hará el bloque y luego se desalojará la casa", indica el edil.

Los planes municipales no convencen a los vecinos de Vicíos, que aseguran que no vieron "garantías" en que el realojo se efectuara con este procedimiento. A pesar de que el Ayuntamiento asegura que "solo una familia" se mostró reacia a la iniciativa, en el barrio dicen que "todos" los propietarios se oponen. "Pretenden cambiarnos una casa con jardín y huerta por un piso. Eso sí, con ascensor", asegura Yolanda Rodríguez, propietaria del número 33 de la calle Grumete Diego. Yolanda lleva seis años viviendo en Vicíos. Tiene seis perros, cuatro gatos y tres hijos. "¿Y quieren que meta todo esto en un piso? Yo escogí esta forma de vida", asegura indignada. Para el Ayuntamiento, en cambio, "un modo de vida no puede condicionar al resto de vecinos ni el desarrollo urbanístico del municipio".

Emilia Bedaya, lleva en su casa de la calle Etauregi 18 años. Según su versión, el Ayuntamiento no ha contado "en ningún momento" con ellos. Su mayor temor pasa por tener que pagar por una vivienda "cuando ninguno queremos irnos de este barrio", indica. "Queremos quedarnos aquí o al menos nos garanticen una vivienda por la otra, que no nos hagan pagar de más".

Los vecinos están unidos en esta lucha donde además, "hay otros 60 vecinos implicados", detalla Emilia. Ella, junto con el resto de propietarios han contratado a un abogado que les ayude a lograr sus objetivos. "Si hace falta hasta nos manifestaremos", avisan.