SON varias las recreaciones históricas que los mungiarras de todas las edades han presentado desde que en el año 2005 se instaurase una nueva fiesta popular. Lore Jokoak es el nombre que se le ha dado a esta nueva tradición, que cada año crece y desde el primer momento contó con el apoyo incondicional de los vecinos, volcados con las actividades. "Esta fiesta funciona porque el 99% de la gente que sale y participa es del pueblo. Es una fiesta real, una tradición que ya ha calado hondo", explicaron ayer a DEIA varios vecinos a pie de calle.

La localidad viste sus mejores galas y recorre las manillas del tiempo hacia atrás. Ayer, el reloj se detuvo a finales del siglo XIX, recreando la unión de la villa y la anteiglesia, las dos Mungias que hasta entonces vivían de forma independiente.

Esta fusión se dio finalmente en el año 1900, pero antes, fueron varias las acciones que desarrollaron en común los dos ayuntamientos, como la obra y construcción de la fuente de la Concordia, Alkartasuna. Centenares de personas se vistieron ayer con trajes de esa época para participar de forma activa en la fiesta que recreaba dicha fusión. Muchos tenían un papel previsto en la recreación, ya que fueron numerosos los improvisados actores que hicieron las veces de monaguillos, párrocos, alcaldes, concejales o damas. Otros simplemente acompañaron el ambiente con su indumentaria tradicional vasca. También hubo momentos para los oficios, como en ediciones anteriores, con demostraciones de todo tipo. De las más llamativas, el improvisado fotógrafo de primeros del siglo XX.

animación y participación

Meses de trabajo

"La implicación de las asociaciones es fundamental. El éxito radica en que muchos vecinos se vuelcan en prepararlo todo", agradeció Antonio López, presidente de Bitxikiak, una de las asociaciones participantes. Esta agrupación es una de las más activas, pero no la única. La coral, J.M. Arregi Abesbatza, Taket bertsozale elkartea, la orquesta de la escuela de música, la cofradía de Llona, Antzineko, Andui… y un largo etcétera se implicaron, empezando por los músicos que animaron la jornada.

Durante meses numerosos vecinos se afanan en preparar un voluminoso programa de actos que apenas deja tiempo a los visitantes para poder observarlo todo. Sin duda, la comida popular que cada año acoge el frontón es una de las principales atracciones, pero no la única.

Ayer los malos augurios hacían presagiar que la fiesta empezaría bañada por agua. Sin embargo, las condiciones meteorológicas dieron una tregua a los centenares de vecinos que ya coparon las principales calles mungiarras desde la llamada realizada con txalaparta y adarras -cuernos-. Bitxikiak preparó para la ocasión un local adaptado como una alhóndiga de la época, donde a primera hora se repartieron vino dulce y galletas . "Llevamos un mes trabajando todos los días para cambiarle la cara a este local", aseguró el presidente de la asociación, Antonio López. Han sido una docena de mungiarras los que se han dedicado en cuerpo y alma a acondicionar el local para la ocasión.

"¿Merece la pena?", les preguntaron ayer. "Sí, la gente lo disfruta", contestaron. Como ellos, otros muchos mungiarras dedican horas a preparar esta celebración. "Lo primero es pensar que es lo que queremos hacer y lo siguiente, ponernos a buscarlo y prepararlo todo", apuntaron desde la cofradía de Llona. "Es increíble ver cómo desde las primeras reuniones la gente empieza a organizarse y al final se implica", añadieron desde Bitxikiak. "Esta fiesta, cada año va a más. Cada vez se viste más gente y también empieza a animarse la gente de fuera".

un trozo de pasado en el presente

El caserío del siglo XIX

Los cofrades del barrio mungiarra de Llona llevan tres años participando y aportando grandes números a la fiesta. En esta ocasión, un caserío simulado sirvió para que recrearan como era la vida a finales del XIX y como se preparaban para afrontar el invierno. En plena plaza de los Fueros, en el centro de la localidad, ordeñaron vacas, desplumaron un pollo, hilaron pimientos chorizaros, desgranaron el maíz, cosieron o prepararon talos, entre otras muchas actividades.

"Somos gente con ganas que venimos encantados. Llevamos dos meses tratando de encontrar las herramientas que necesitábamos. Hemos buscado por todo Bizkaia, entre familiares y amigos", detalló Begoña Goikoetxea, una de las participantes. "Somos unos 35, de todas las edades. El mérito es de todos los vecinos del barrio, que aunque es pequeño, está unido. Trabajamos duro porque esta fiesta nos encanta", añadió después.

Lore Jokoak suma pocas ediciones, pero más de un mungiarra comenzará hoy mismo a planear la próxima recreación el último domingo de octubre de 2011. Escaparates, ropas, vehículos, todo en Mungia ese día servirá para trasladar a los vecinos y visitantes hasta un día cualquiera de la época que escojan, entre los siglos XIX y XX. Ayer la festividad volvió a mostrar que tiene el apoyo popular necesario para seguir creciendo. Mungia no olvida sus raíces y su historia.