Trapagaran

CAMINO de La Arboleda, poco después de pasar el campo de golf, hay un pequeño grupo de edificaciones abandonadas y quejumbrosas escondidas entre la maleza. Es el barrio de Burzaco. Lo que antaño fue un próspero núcleo de población de mineros situado en pleno corazón de los montes de Triano, ha acabado convirtiéndose, con el tiempo, en un pueblo fantasma, sin vida. Su historia está empezando a desaparecer a la misma velocidad con la que se desploman las casas deshabitadas y desaparece su patrimonio. Por eso, ante la delicada situación en la que se encuentra el poblado, el Museo de la Minería del País Vasco y descendientes de algunas familias piden la intervención de las administraciones públicas para evitar que este fragmento de la historia de Bizkaia caiga en el olvido para siempre.

Burzaco, situado en la parte alta de Trapagaran, fue uno de los muchos asentamientos que crecieron al calor de la explotación del mineral de hierro en el siglo XIX. Según explica Carmelo Uriarte, minero jubilado y presidente de la Fundación Museo de la Minería del País Vasco, en su etapa primitiva la población apenas contaba con unos barracones donde los obreros malvivían en condiciones infrahumanas, hasta tal punto que el general Loma, el militar enviado por el Gobierno para poner fin a la huelga obrera de 1890, llegó a proclamar al ver las edificaciones "que allí no podían vivir ni los cerdos".

Aquellos barracones se reconvirtieron en caballerizas y para los duros mineros "se hicieron casitas". El barrio prosperó hasta alcanzar los cerca de 800 habitantes e, incluso, llegó a tener escuela para los niños que correteaban por sus calles, bar y tiendas. En la actualidad, sin embargo, cuesta creer que la media docena de casas que luchan a duras penas por mantenerse en pie escondan tanta historia entre sus piedras. "Burzaco es la vida de muchas personas que llegaron aquí sin nada pero con muchas ganas de luchar y sacar adelante a sus familias, mucha gente que dejó atrás un pasado para iniciar un presente", comenta, con gran emotividad una descendiente del pueblo.

En su opinión, resulta inadmisible que un lugar con tanto pasado "y que ha proporcionado tanta riqueza" se esté dejando "desmoronar", de ahí que haga un llamamiento a las instituciones para que no dejen morir en el olvido el barrio. ¿Ideas? Muchas. "Aprovechando su entorno privilegiado se podía construir un centro para jóvenes con trastornos, ya que allí murieron muchos hijos de mineros de hambre y frío o un complejo para personas mayores, devolviéndoles con una buena vejez todo su trabajo", propone.

Carmelo Uriarte, por otra parte, considera que un proyecto interesante sería la construcción de un poblado rural enfocado al sector turístico. "Sería una cosa única y podría proporcionar nuevos visitantes a La Arboleda", sostiene. El problema es que las casas se encuentran en muy mal estado y están siendo saqueadas.