Sus partidarios le atribuyen el don de la clarividencia y una humor cáustico capaz de corroer cualquier convencionalismo. Por contra, sus detractores, que no son pocos, le acusan de altivez y de un humor raro como un rostro de Picasso. Les hablo de Woody Allen, del viejo tío Woody en el papel de dramaturgo. ¿Y por qué?, se preguntará algún lector curioso, si es que quedan. La respuesta está en el Palacio Euskalduna, donde acaba de estrenarse Tócala otra vez, Sam, la obra del creador neoyorquino, "en rigurosa primicia", como mandan decir las bellas artes de la promoción. Con Luis Merlo y María Barranco en los papeles principales, bien escoltados por José Luis Alcobendas, Francisco Nortes y Beatriz Santana, la obra fluye por el patio de butacas y toca gran variedad de cuerdas: desde el humor inteligente (dicen que ha otro pero ése ya no es humor...) hasta una suerte de filosofía vital.

En este caso, digámoslo sin despanzurrar la trama, la historia enfoca a Allan Felix, un hombre que se inspira en la amarillenta imagen y el seco discurso de Humphrey Bogart para relacionarse en sociedad, sobre todo con las mujeres. Lo hace aún a sabiendas de que su actitud roza la caricatura y porque teme que no sepa hacerlo de otra forma. Es, por tanto, una víctima de la locura de Humphrey, un mal que pronto se estudiará en los gabinetes de psiquiatría.

Era la primera vez que este montaje, dirigido por Tamzin Toensend con la ayuda de Fran Arráez, se veía en el Estado y el regreso de Luis Merlo a los escenarios tras haber pasado por el fatigoso desierto de "estrés por agotamiento" que le condenó a descansos forzados. Por ello -y porque la obra lo merece...- la gente de la escena se acercó a apoyar el estreno. Así, Maribel Verdú, Pedro Larrañaga, Blanca Goenaga, Amparo Larrañaga, buena parte de la familia de Imanol Uribe (el cineasta no pudo acudir por motivos personales...), Pedro Barea, Carlos Bacigalupe, Emilio Llorente, Lola Velacoracho, Félix Linares, Pablo Valencia y un sinfín de gente vinculada a este tragicómico mundo se acercó al Palacio Euskalduna, donde Jon Ortuzar ejerció, como acostumbra, de anfitrión sincero.

No fueron los únicos presentes. A la cita tampoco faltaron Santiago Díaz Ponzoa, alma, corazón y vida de El Perro Chico; el doctor José Luis Cañada, acompañado por Bárbara Pou, hermana a la sazón de Jaume Pou, siete veces campeón de España de ciclismo en pista y sucesor del mítico Guillermo Timoner, Marta Montes, Laura Lois, Beatriz Abrisketa; las hermanas Maite y Marian Frade, Begoña Beaskoetxea, timonela del Jolastoki; Nekane Ramírez, Yolanda Odriozola, Eider de Miguel, Gonzalo Samaniego, Beatriz Ortiz de Zarate, Idoioa Alonso, Juan Carlos Menoyo, Arantza Mendia, Amaia Ortiz, Blanca Purroy, Ane Escalza, Susana Aranguren, Jon Martínez, Carmen Madariaga y así hasta completar el aforo en una noche entre carcajadas y silencios.