La vida es un hospital donde cada enfermo está poseído por el deseo de cambiar de cama. Valga la metáfora de esta sociedad inconformista y gruñona para darle mérito al hecho, no ya de mantenerse de pie, sino de seguir el ritmo trepidante de los acontecimientos sin perder paso, atento al último adelanto tecnológico, a las exigencias de una sociedad que demanda una salud cinturón negro. Ésos son los poderes del hospital Galdakao-Usansolo, capaz de avanzar al son de los últimos veinticinco años de vida con el corazón de los partizanos de la resistencia; un cuarto de siglo donde se han producido tantos descubrimientos científicos, tantos adelantos tecnológicos, como en todos los siglos precendentes.
¿Cómo ponerle voz a este ejercicio de tenacidad y buen hacer profesional...? Me van a perdonar los hombres del discurso, desde el director gerente del hospital vizcaíno, Santiago Rabanal, hasta el director médico, Julián Salvador, pasando por el director general de Osakidetza, Julián Pérez Gil, pero si hay una melodía que encaje es la que ayer sonó en el Palacio Euskalduna, el vals a capela del Golden Apple Quartet, el histórico cuarteto donostiarra.
Cuentan los libros de contabilidad que allá por 1984, apenas 28 camas y una puñado de especialidades bastaron para darle rienda suelta a esta aventura. Parece un sueño leer que hoy en día, la actividad asistencial anual del hospital supera los 22.000 ingresos, las 11.000 intervenciones quirúrgicas, más de 78.000 urgencias, las 163.000 consultas en el hospital y 229.000 consultas en los ambulatorios dependientes, todo ello con 439 camas disponibles. Cifras para el mareo que desembocaron en la Q de oro y en mil y un reconocimientos recibidos.
El hospital que creció hasta el cielo no podía celebrar sus 25 años de vida en soledad. A la cita se sumaron Sabin Sarrionandia, Amaya de Allende, Elisa Gómez Inhiesto, Mario Gómez-Cambronero, Imanol Goienetxea, José Ramón Baskaran, Fernando Aldamiz-Etxebarria, Jorge Eizagirre, Jesús Larrañaga, Adela Olascoaga, Roberto Ibarretxe, Joseba Vidorreta, Martín Begoña, Julián Ballesteros, Pilar Regúlez, Edurne Oma-Etxebarria, Jon Guajardo, el espíritu de Gonzalo Castillo, el hombre que invocó al milagro, Iñaki Unzaga, Miguel Ángel Vesga, Álvaro Sanz, Cosme Naveda, María José García Etxaniz, Enrique Maiz y un buen número de profesionales que han remado y reman para salir cada día a alta mar.