¿Se imaginan una sala en la que el silencio sea el único protagonista? Algo impensable en la sociedad actual pero que el 8 de octubre se convertirá en una realidad. Durante doce horas -de 9.00 a 21.00- y de manera ininterrumpida, el atrio de Azkuna Zentroa acogerá la undécima edición de la Jornada de Silencio.

“Vamos a hacerla de nuevo porque hemos visto la necesidad y las asociaciones que apoyan han dicho que tendríamos que hacerlo otra vez porque esto cada vez es más necesario”, señala una de las promotoras de la jornada, Rosana Agudo. El evento, “acto voluntario de la sociedad”, tiene entrada libre y se lleva a cabo con el objetivo de propiciar la creación de un espacio de comunicación universal a través del silencio. Según señalan los promotores de la jornada, la última, celebrada en 2018, fue un auténtico “éxito”.

Seis años después, en los que de por medio se ha vivido la pandemia mundial provocada por el coronavirus, la salud mental se ha convertido en una de las preocupaciones principales de la ciudadanía. Rosana Agudo apunta que hay “situaciones verdaderamente graves que se han dado después de la pandemia” e incluso “durante” la misma. “Salud mental es decir espérate un poco que no pasa nada, descansa, entra en silencio, estate aquí, quieto y acompañado además porque no hay que buscar la soledad”. En esta dirección, indica que “es como tener una cita con uno mismo”.

"Representa la plaza de la ciudad"

Desde la organización señalan que la ubicación seleccionada para la celebración de la jornada “representa la plaza de la ciudad, un espacio libre y de convivencia sin discriminaciones para conectar a la ciudadanía en un encuentro por encima de las diferencias sociales y culturales”.

En este sentido, añaden que la intención de la celebración es el de “alcanzar el estado de calma que permite que las cosas sucedan de forma serena y equilibrada donde las prioridades se establecen de manera inteligente y compasiva para que más allá de nuestras ideas, religiones y nacionalidades, el resultado de nuestra paz interna y serenidad sea la herencia de las futuras generaciones”.

Será un lugar “sin música, sin charlas y sin interferencias”. Para la ocasión, el tiempo de estancia es ilimitado. “Cada persona es libre de permanecer el tiempo que considere oportuno, uniéndose a la intención común de la jornada, que contiene la aspiración profunda de todo ser humano”. Agudo recuerda que en otras ocasiones “ha habido gente que ha ido a la mañana y luego ha vuelto a la tarde después de trabajar por ejemplo, o niños después de salir de la escuela. Entonces nunca hay una aglomeración grande salvo en momentos puntuales a lo largo de la tarde”.

Una tendencia emergente

Desde que comenzó la iniciativa en el año 2001, que “nació con la intención de continuidad”, la capital vizcaina ha sido sede de diez jornadas de silencio. Según explica Rosana Agudo la idea es la de que la jornada se lleve a cabo “una vez al año, o cada dos, porque organizarla lleva mucho trabajo”.

Con esta iniciativa que lleva más de dos décadas activa, Bilbao se conecta con una tendencia emergente de otras ciudades y organizaciones que están promoviendo espacios y prácticas de silencio a nivel mundial. Por ejemplo, el Moma de Nueva York.

Las jornadas no tienen ningún precio para el asistente pero el alquiler del espacio y todo lo relacionado con la celebración de la jornada sí que tiene un desembolso económico para los promotores. Por ello, han abierto una campaña de crowdfunding -https://www.kukumiku.com/proyectos/silence-connects/-, en la que exponen que el gasto estimado para la jornada que se celebra el 8 de octubre es de 4.000 euros.