PARA participar en el anuncio de una marca internacional hacen falta, al menos, dos cosas: paciencia para el tiempo muerto entre tomas y saber guardar muy bien un secreto. El centenar aproximado de personas que trabajaban ayer en el rodaje del spot de un smartphone en la estación de La Concordia, en Bilbao, tenían los labios sellados por un contrato de confidencialidad, aunque su desembarco no pasó desapercibido. Sobre todo, por las tres grúas con focos que iluminaban la fachada y la docena de camiones y furgonetas aparcadas en las inmediaciones. “Hoy clientes no me han entrado, todo el mundo preguntándome: ¿Qué está pasando? ¿Qué están haciendo? Hasta ahora lo mantenían en secretillo, pero ha habido ya chivatazos de que están rodando el spot del nuevo iPhone de Apple. Ya ves las grúas. Parece que están rodando Star Wars. Es increíble”, señalaba Javi Crespo, propietario de Urban Bike, un negocio de bicis que se trasladó a la estación porque “era un edificio muy especial y es lo mismo que han debido de pensar ellos para venir a grabar aquí, así que estamos encantados”. También les ha gustado el suburbano, porque tenían previsto rodar otras escenas en las estaciones de Moyúa, Ansio y Atxuri el fin de semana y el lunes, algunas de ellas de noche, una vez concluido el servicio.
A quienes se asomaron al comercio de Javi Crespo para saciar su curiosidad también les llamó la atención el despliegue de medios. “El comentario que han hecho es que se ve cuándo hay tela. Hay cantidad de grúas, focos gigantes... Es todo a lo grande. Bilbao debe estar de moda, porque para que vengan estos...”, comentaba. Una empleada de la estación confirmaba que no se andaban con chiquitas. “Lo único que sé es que todo lo que rompan lo van a pagar y que tienen dinero porque han roto el ascensor dos veces al subir y bajar cosas y han dicho que no les preocupa, que lo ponen nuevo”, aseguraba y añadía que “son supermajos, muy amables”, y que en La Concordia “cada dos por tres están grabando algo”.
Crespo, ayer todo ojos y oídos, daba cuenta de lo ocurrido en la cafetería de la estación, próxima a su negocio. “Tenían un catering especial y todo el comedor reservado. En la parte privada han metido unos camerinos para el maquillaje. También han traído food truck?s. Creo que hay más de cien personas”, calculaba a ojo.
En el interior de la estación, el personal trabajaba en la zona muerta y los andenes desde donde salen los trenes con dirección a Balmaseda, Santander y León. Los figurantes hacían tiempo charlando. Una par de chicas aquí, un joven con pelo afro y una maleta marrón allá, una pareja... Pasajeros de pega que pasarían inadvertidos si no fuera porque se quedaban paralizados en sus posiciones a golpe de megáfono. “Acción figuración. One, two, three...”. Y las estatuas humanas cobraban vida, mientras la protagonista, una chica con una chamarra roja, giraba con un móvil en la mano.
Entre los viajeros auténticos, Conchi González se mostraba sorprendida. “Me llama la atención toda esta movida para un anuncio. Pensaba que era una película”, decía y consideraba el rodaje “una idea muy buena porque esta estación es muy bonita y tiene mucha historia”. A Benito Lemos también le parecía “estupendo para la ciudad”. “Y que se vea la estación tan bonita que tenemos. Las vidrieras son una pasada. Y si eso contribuye además a que la gente trabaje de extra...”, añadía Teresa Fernández, quien bromeaba con las indicaciones del equipo: “A los feos nos han dicho: Al fondo, al fondo”. Laura Martínez, que se quedó “alucinada al ver tanto figurante” y llamó a su marido para contárselo, opinaba que un “producto tan vendible” contribuiría a promocionar más Bilbao. El único disconforme fue Isidro Basagoiti. “Está bien que rueden, pero de noche porque hacernos ir a nosotros a un lado... Yo soy un usuario de todos los días. Hay que respetarse todo el mundo”.