Bilbao - El diagnóstico para palpar la realidad del botellón en Bilbao presentado a principios de este año fue clave para determinar las posibles soluciones a los problemas de convivencia que genera. Sensibilizar a los jóvenes para que respeten el descanso del resto de los ciudadanos y eviten las actitudes incívicas mientras disfrutan del ocio nocturno es el primer paso. Con ese fin, cuatro educadores especializados en intervención social llevan un mes recorriendo los puntos neurálgicos del botellón bilbaino, como Jardines de Albia o la calle Licenciado Poza, habiendo entablado conversación con alrededor de 3.800 personas -con una media de 200 personas por noche- mientras consumían alcohol en la calle. Además de conseguir que los jóvenes se pongan en la piel de los vecinos, los educadores están recogiendo las propuestas que les trasladan.

Esta iniciativa piloto coordinada por diferentes áreas del Ayuntamiento de Bilbao nació en sustitución al perfil sancionador aplicado por la Policía Municipal. Sin embargo, en lo que va de año, se han impuesto un total de 434 multas vinculadas al botellón, un 33% más que en todo 2015, cuando hubo 290 sanciones, y un 81% más que en 2014, cuando se impusieron 80 castigos. Entre los jóvenes multados este año, casi el 25% -105- ha optado por cumplir la sanción asistiendo a los talleres de sensibilización, manteniendo una tendencia similar a la de años anteriores. En todo caso, Oihane Agirregoitia, concejala de Juventud y Deporte, asegura que “la intervención de la Policía Municipal se da cuando hay un mayor número de quejas por parte de los vecinos por situaciones que generan problemas de convivencia” y recuerda que el objetivo del Consistorio “no es recaudar”, por lo que animan a los jóvenes sancionados a optar por el cumplimiento alternativo.

La posibilidad de trabajar en propuestas alternativas surgió precisamente de los jóvenes. De hecho, para que situaciones molestas para la ciudadanía como el exceso de ruido o suciedad en las calles generado por el botellón no se repitan de forma sistemática, “el proceso lo deben liderar los jóvenes”, considera Agirregoitia. Con ese objetivo, el grupo de cuatro mediadores, compuesto por dos trabajadores sociales, un educador social y una psicóloga de entre 24 y 29 años, inició el pasado 12 de mayo un periplo que emprenden cada jueves, viernes y sábado, de 23.00 a 3.30 horas por las principales zonas en las que se practica botellón.

“Nos presentamos de forma muy clara, decimos que venimos del Ayuntamiento y les planteamos la situación en cuanto al conflicto de intereses”, explica Asier Otxandio, coordinador de la iniciativa, quien asegura que en las últimas semanas se ha notado la finalización de exámenes en las universidades, lo que deriva en una mayor presencia del botellón. “No les decimos que no beban, hablamos de que hay que cambiar las formas”, expone el coordinador. En ese sentido, el mensaje que tratan de trasladar está relacionado con que “el ocio nocturno tiene que convivir con la vida diurna de la ciudad”.

En palabras de Otxandio, durante la primera fase del programa se ha hecho especial hincapié en “zonas donde más conflictos hay”. De esa forma, sus esfuerzos se han centrado en espacios como la confluencia entre Licenciado Poza y Doctor Areilza, donde además de consumir el alcohol de los bares en la calle se hace botellón, o cerca de Jardines de Albia y las Torres Isozaki, zonas cercanas a locales nocturnos como Kafe Antzokia y la sala Back Stage. “Vemos que hay personas que cambian de ubicación a lo largo de la noche dependiendo de la hora”, expone Otxandio. Entre las personas que han optado por los trabajos sociales también se percibe el Ensanche como foco de conflictos: así, destacan aquellos que fueron sorprendidos bebiendo en las inmediaciones de Albia (16) o rampas de Uribitarte (11), o a la altura 69 de la calle Alameda Urquijo (9) o en Henao número 4 (9).

“En una noche normal hablamos con alrededor de 200 jóvenes, pero en las noches como en las que terminan exámenes con más”, expone el coordinador, quien concreta que algunos participan más y otros menos. En cualquier caso, asegura que “los jóvenes son más cabales de lo que se piensa”, ya que escuchan con seriedad y proponen soluciones. “Hablan de baños públicos, más contenedores o de que las discotecas se ocupen hasta cierto punto de lo que tienen a sus puertas”, recopila. Las conversaciones siempre finalizan alegando que todos pueden comenzar a hacer algo por solucionar el conflicto: “La suciedad y el ruido son las molestias más evitables. Les decimos que pueden ser los últimos o los primeros en liderar el cambio”, expone Otxandio.

Mesa de trabajo El 6 de junio tuvo lugar una reunión entre representantes de hostelería y comercio, asociaciones vecinales, jóvenes que practican botellón y jóvenes sancionados, además de varios representantes institucionales. “Estamos haciendo un trabajo muy importante de sensibilización, sin olvidar las consecuencias negativas que el alcohol tiene en la salud propia. Cada cual defendía una postura, pero el foro sirvió para ser conscientes del impacto que tienen las actuaciones de uno mismo en los demás”, expuso Oihane Agirregoitia. Entre otras cuestiones, surgió la posibilidad de realizar “pactos horarios”, campañas de reconocimiento a actitudes positivas de grupos botelloneros o el estudio de zonas más o menos apropiadas para estas prácticas. En palabras de la concejala, “hay una serie de propuestas sobre la mesa y se están abarcando paulatinamente algunas de ellas”.