Durante la noche del sábado numerosos jóvenes tuvieron la opción de volver a pisar una discoteca, algo que muchos y muchas ansiaban desde hacía tiempo. Tras 18 meses de cierre, el ocio nocturno volvía a Euskadi y fueron muchos los que se animaron a salir a bailar por primera vez después de mucha espera.

Una de las discotecas que reabrió sus puertas fue la Sala Moma de Bilbao donde, tras colgar el cartel de sold out, pasadas las diez de la noche ya se dejaban ver numerosos grupos en las inmediaciones de la sala. Es el caso de una cuadrilla de jóvenes de Urduliz, que se encontraba cerca de la puerta mientras esperaban a varios amigos. Este grupo decidió salir de fiesta para despedir a Lorena, que se va a estudiar fuera y no podían perder la ocasión de hacer una despedida a lo grande: "El cuerpo ya pedía fiesta desde hace mucho. Hemos sido los últimos en recuperar nuestro ocio y creo que si respetamos las medidas no va a haber ningún problema", apuntó Lorena. En la misma dirección, Iria señaló emocionada que casi ni se acuerda de lo que era bailar: "Después de tantos meses no sé si seré capaz de mantener el ritmo".

En referencia a las restricciones horarias, estos jóvenes ponen en duda la eficacia que puedan tener: "La discoteca va a estar igual a las 2.00 horas que a las 5.00, con el mismo aforo, pero cerrando a las 3.00 horas muchos no se van a ir a casa, se quedarán por las calles y es ahí donde no se cumplen las medidas sanitarias", apuntó Iria.

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Reapertura del ocio nocturno

Si hay alguien que ha recibido la noticia con más alegría que los jóvenes son los trabajadores de este sector. Así lo reflejó Luis Ángel Rodríguez, propietario de la sala Moma, que tras saber que podrá volver a abrir la sala ha decidido sacar del ERTE a parte de su plantilla: "Aunque con las limitaciones no podemos explotar el local al 100%, lo haremos al 50% con las mismas ganas de siempre. Ahora que por fin nos permiten trabajar tampoco nos vamos a quejar", señaló. Y es que, como es lógico, las discotecas no han vuelto tal y como las conocíamos, ya que el uso de la mascarilla es obligatorio en las pistas de baile y solo se permite a los usuarios consumir sentados en mesas, al igual que en bares y restaurantes.

Han sido 18 meses de parón absoluto. Desde que comenzó la pandemia, al igual que el resto de locales, la sala Moma ha tenido a todo su personal en ERTE. Tras el anuncio de que el ocio nocturno iba a reabrir, Rodríguez apostó por ser cauto y mantener al 50% de su plantilla en ERTE, ya que con las restricciones de aforo considera arriesgado volver a contar con toda su plantilla. Sin embargo, pese a las limitaciones, el propietario de la sala considera "rentable" abrir el local: "Todo lo que sea poder trabajar y abrir la sala nos merece la pena; después de un año y medio cerrados es mejor funcionar un poco y facturar que seguir con cero ganancias".

Con respecto a la obligación de llevar mascarilla, Rodríguez asume que les va a tocar hacer de "perros de presa" para controlar que los usuarios respeten las medidas, pero subrayó que, por el bien tanto de los asistentes a la discoteca como del propio local, es imprescindible que se cumplan las medidas: "Sabemos que la mayoría de los clientes están concienciados, si no lo hacen serán ellos mismos quienes paguen las consecuencias, ya que el sector tendrá que volver a cerrar; es una responsabilidad mutua".

Frente a quienes no cumplan las medidas, Rodríguez se mostró tajante: "Si alguien no cumple las medidas de seguridad irá a la calle".

SIN AYUDAS

Rodríguez criticó haberse sentido desprotegido por parte de las instituciones: "No hemos recibido muchas ayudas, por no decir que casi ninguna; durante 18 meses hemos estado solos". Según señaló, al principio tuvieron una ayuda de 3.000 euros, pero fue insuficiente para cubrir las pérdidas: "Ahora parece que nos van a dar una ayuda un poco más fuerte, aunque tampoco nos servirá para paliar todas las pérdidas que arrastramos".

Pese a la todavía difícil situación, Rodríguez indicó que ya ve la luz al final del túnel: "Poco a poco y haciendo las cosas con responsabilidad las instituciones y expertos se darán cuenta que la culpa de todo esto no la ha tenido ni el ocio nocturno, ni los bares y restaurantes. Lo último que se ha abierto han sido los locales de ocio nocturno, a ver si se dan cuenta de que esto no era el foco del problema del virus".