"No te lo voy a negar; he recibido la noticia de que podíamos abrir con lágrimas en los ojos". Asier Bilbao, propietario del pub Key de la capital vizcaina, resumía así la bocanada de aire fresco que supone la posibilidad de reanudar la actividad en un sector, el del ocio nocturno, que lleva 18 meses con la persiana bajada. La incertidumbre y la esperanza de poder ampliar horarios en las próximas semanas marcan una reapertura a la que no se unirán todos los locales -sí lo hará el Moma, por ejemplo-, ya que muchos esperarán al menos una semana para poder poner a punto las instalaciones tras tanto tiempo cerrados, como el propio Key, el Budha o El Balcón de La Lola, y otros no lo harán hasta que las medidas no permitan un aforo mayor que haga económicamente viable la puesta en marcha, como los también clásicos de la noche bilbaino como el Kafe Antzokia o el Azkena.

El popular showman bilbaino esperaba esta reapertura como agua de mayo. Eso sí, no se precipitará en levantar la persiana del Key. "El local tiene una serie de necesidades que no se cubren en 20 horas. Hay que ponerlo a punto, limpieza a fondo, proveedores... No abriremos hasta el viernes que viene, no lo vamos a hacer con prisa" avanza. Para Bilbao, lo más importante de este nuevo decreto es la posibilidad de abrir las pistas de baile -"es lo que diferencia un pub o una discoteca"- y, sobre todo, "que volvemos a reactivarnos; la noche vuelve a moverse". Las ganas y la alegría por volver a recibir a clientes que ya considera amigos, se mezcla con la incertidumbre de ver cómo se adapta la sociedad a esta nueva normalidad. "Esperemos que la gente no haya cambiado de hábitos en este año y medio; mi público tiene 35-40 años y vamos a ver cómo reacciona estando acostumbrados a estar a medianoche en casa". Respecto a no poder consumir en la barra y el aforo del 50%, Bilbao admite que "me puedo apañar" para mantener el local abierto, siempre con la esperanza de que en un futuro puedan ampliarse la capacidad de los localidades nocturnos, y la limitación de horario hasta las 3 solo le resta una hora de actividad. "Ahí a quien más afecta es a las discotecas que abren hasta las 6 y les estás quitando las horas precisamente más fuertes", apunta.

En esa situación se encuentra El Balcón de La Lola, que normalmente abría entre la 1 y las 6 de la madrugada. "¿El virus se contagia más de 3 a 6? Respetando las condiciones nos tendrían que dejar mantener el horario. Es ridículo, como el hecho de tener que poner mesas y sillas en una discoteca -calcula que en esas circunstancias podrán acoger a unas 50 personas sobre un aforo de 200-, a la que la gente va a bailar. Podían haber sido más espléndidos", reconoce Gorka Amezaga, uno de sus socios. Tampoco en su caso prevén una apertura inmediata; no creen que puedan hacerlo hasta mediados de octubre, una vez acondicionen el local y con la esperanza de que, en ese momento, las medidas sean menos restrictivas. "No nos vamos a precipitar", arguye.

La "letra pequeña" Otros templos de la noche bilbaina, como el Azkena, el Kafe Antzokia o la Fever, ni se plantean su apertura hasta que las condiciones se alivien. "Todo lo que se permitir la apertura del sector es positivo, porque se van eliminando las restricciones y vamos avanzando", reconoce Mikel Urbeltz, del Kafe Antzokia, quien advierte, eso sí, que es su caso las nuevas disposiciones no suponen una diferencia sustancial respecto a la situación previa. "El aforo del 50% tiene una letra pequeña que es importante porque es las más restrictiva: la gente tiene que estar sentada en mesas y sillas, con una distancia de metro y medio entre ellas, lo que implica en nuestro caso un aforo real de entre el 15 y el 20%, lo que supone como mucho 180 personas, incluso aunque elevaran el aforo hasta el 100%", explica de forma gráfica. Urbeltz confía en que pronto se permita el consumo en barra y de pie, como, defiende, se hace en otras ciudades europeas como Berlín. "En situaciones epidemiológicas similares hay otros sitios que están dejando a la gente estar dentro de pie y sin distancia, pidiendo cartillas de vacunación o un test PCR", aboga. "Con ese aforo, no solo el ocio nocturno, ninguna actividad es sostenible", por lo que, de momento, no abrirán sus puertas. "Tras año y medio cerrados estamos deseando hacerlo pero en otras condiciones", lamenta, confiando en que puedan llevar a cabo la programación cultural que tienen prevista a partir de octubre. "No solo depende de nosotros; hay artistas que prefieren no quemar una plaza si solo van a entrar 180 personas", afirma.

En una situación similar se encuentra el Azkena. "Si tengo que poner sillas y mesas me entran 40 personas en un local para 295. Hasta no estar al 100% de aforo y con la gente de pie, es inviable. Ves que empieza a haber algo de luz, cuando durante 18 meses no hasta visto el final del túnel, pero en nuestro caso estamos igual", reconoce su encargado, Gaizka Barga.