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Manuel Bustingorry: “La euskal etxea nos enseña a cultivar nuestra vertiente vasca”

Los ancestros de Manuel Bustingorry entraron en Argentina por Uruguay a fines del XIX. A él, por su sonoro apellido, le llaman ‘El Vasco’. Es uno de los fundadores de la nueva Euskal Etxea de San Martín de los Andes

Manuel Bustingorry: “La euskal etxea nos enseña a cultivar nuestra vertiente vasca”Euskalkultura.com

San Martín - Encajado entre montañas, a orillas del intenso azul del lago Lácar, San Martín de los Andes queda a apenas unos kilómetros de la frontera argentina con Chile y, hacia el este, atravesando el árido desierto, a casi cinco horas en coche de Neuquén, capital de la homónima provincia argentina en la que se ubica administrativamente. En este enclave en el que las cumbres nevadas custodian una localidad que en estos últimos años ha adquirido relieve por su atractivo turístico y natural, un puñado de vasco-argentinos puso en marcha hace año y medio una euskal etxea. Manuel Bustingorry, neuquino de 41 años, es su presidente.

Su sonoro apellido delata su origen.

-Así es. Hasta la fecha desconozco la localidad vasca de la que partieron, pero tres hermanos Bustingorry llegaron a Uruguay a fines del XIX. De ellos, la hermana quedó allá y sus dos hermanos varones llegaron a la Argentina. Uno de ellos, mi bisabuelo, después de un tiempo decide trasladarse con su mujer al sur de Chile, donde tenía un primo. Llegan así a esta zona de la Patagonia, en el límite de las provincias de Río Negro y Neuquén, donde en un momento dado mi bisabuela rompe aguas y nace mi abuelo Manuel, que llegará a tener grandes extensiones de tierra, hoy anegadas por el embalse Ezequiel Ramos Mexía, sobre el río Limay.

Es una zona conocida por su abundancia en fósiles y restos de dinosaurios, los mayores del mundo.

-Acá se encontraron restos petrificados de los mayores dinosaurios conocidos hasta la fecha. Como anécdota, te diré que al haber hallado algunos de estos restos en terrenos de mi abuelo, pusieron su nombre a dos de ellos; de este modo un titanosaurio herbívoro de 26 metros de largo recibió el nombre de Bustingorrysaurus y otro, este carnívoro, se denominó Skorpiovenator Bustingorryi. Resulta una anécdota simpática, no todo el mundo puede presumir de tener como tocayos a un par de dinosaurios (sonríe).

Hace año y medio usted, junto a otros descendientes de vascos, fundó en San Martín de los Andes la primera euskal etxea de esta provincia.

-Cierto. Quizás por el apellido, por determinadas costumbres que veía a mi padre y que ahora conociendo un poquito mejor la cultura vasca me explico, yo siempre supe que era vasco. Me criaron casi como suizo, que es el antecedente de mi madre, pero mi padre siempre quería ponernos la txapela. Hace dos semanas participé por primera vez de una Semana Nacional Vasco Argentina; si mi padre, que falleció hace catorce años, hubiera visto aquello, se hubiera muerto de alegría. Antes no sabíamos, nos dedicábamos al trabajo y desconocíamos si había más vascos alrededor. Recuerdo con agrado cómo teniendo veinte años estuve en Bariloche y conocí a una chica que bailaba en el Centro Vasco de allá; y cómo probé, en la Feria de Colectividades, unos chipirones a la donostiarra, que me regustaron.

¿Para qué fundar un centro vasco?

-Te decía antes que yo siempre supe que era vasco, pero no sabía qué era ser vasco. Y con la euskal etxea eso es lo que estoy aprendiendo ahora, para mí y para mis hijas. Una de ellas se llama Haizea, viento, porque quería que ella también lo llevara plasmado en el nombre. Hacemos esto por nuestros hijos y por nosotros. Iniciamos clases de baile y hemos traído a dantzaris de Bariloche -a tres horas por carretera- y de Bahía Blanca -a 11 horas por carretera- a compartir nuestra fiesta; hemos proyectado sesiones de cine vasco y cada actividad que realizamos nos afianza en querer saber más, en aprender y compartirlo con el resto de los sanmartinenses, y con el resto de los integrantes de las colectividades vascas. El nuestro es un trabajo en equipo. A la primera convocatoria que realizamos para constituir la casa vasca vinieron once personas. Hoy somos 35 familias. De ellas, dos residen acá venidas del País Vasco: las de Gorka Eskisabel, donostiarra, y la de Ander Seminario, de Sarriguren, cerca de Pamplona. Son nuestro referente.

Destaca el entusiasmo con que exponen y hacen ustedes las cosas en torno a al cultura vasca en esta euskal etxea.

-Resulta un buen motor. Nos reunimos en torno a un asado el último domingo de cada mes. Ten en cuenta que San Martín de los Andes es una localidad relativamente joven, fundada en 1898. Hay más colectividades, como los italianos, que llevan 22 años como entidad, y hay algunos franceses, tengo entendido que algunos portugueses... pero en el desfile de este año fuimos la única colectividad, con la bandera argentina y la ikurriña... Hemos llegado a sumar 180 personas en la última convocatoria preparando pintxos... En octubre inauguramos en el Salón Municipal la exposición Begiradak eraldatzen-Transformando miradas, sobre equidad, con la colaboración de la Delegación de Euskadi en Buenos Aires. Ahora estamos viendo cómo amalgamar a los jóvenes, junto a los de otros centros vascos de la Patagonia. Somos ambiciosos porque queremos avanzar.