IRUÑEA. Lleva casi 20 años fuera de Guinea Conakry, su país natal y ahora asolado por ser uno de los principales focos del ébola. Pero Omar Diallo asegura que su corazón sigue estando en esta tierra africana, donde viven sus padres, hermanos y amigos. Musulmán practicante, como cerca del 90% de la población de Guinea Conakry, Diallo denuncia que “las ayudas que llegan de otros países no se utilizan para atender a los enfermos” porque “el gobierno es corrupto”, aunque afirma que mantiene la esperanza del cambio “en las nuevas generaciones”.
¿Ha sentido rechazo por tu procedencia tras el brote de ébola?
-No, en Navarra no lo he sentido. Me siento integrado con la gente. Incluso cuando volví de las últimas vacaciones, este pasado verano, que en mi país era tiempo de ébola.
¿Qué es lo que observó en esa última visita?
-Veo que mi país cada vez está peor. Dios ha cambiado el gobierno pero la situación ha ido a peor. Por ejemplo antes había carreteras para ir a mi pueblo (Dalaba), pero ahora no, y tampoco tenemos agua corriente o luz. Con la llegada del ébola, además, los gobernantes callaron la enfermedad y la dejaron extender. Si ya sabían que el virus era contagioso, podían haber controlado los accesos y salidas al país, pero no lo han hecho.
¿Qué consecuencias tiene la enfermedad para el desarrollo del país?
-El país está paralizado. Todos los días son como un domingo en Guinea Conakry. Los hospitales y escuelas se han cerrado para ahorrar la educación, no formar a los jóvenes y poder manipularlos en el futuro. Los gobernantes además han usado políticamente la enfermedad. Había que haber celebrado elecciones municipales este año que ha pasado y las generales en 2015, y no quieren hacerlas. Es una excusa del gobierno para mantenerse en el poder. El gobierno es corrupto y ha llegado al poder matando gente. Dicen que las elecciones fueron libres y transparentes, pero no es así.
¿La gente no se fía del gobierno?
-No, porque son gobiernos corruptos. Mi país tiene oro, diamantes, aluminio y todo tipo de riqueza. Lo están sacando todos los días y la población no ve nada de eso. Ella solo está pasando hambre y no tiene ni comida, ni hospitales, ni medicamentos. Y lo mismo está pasando con las ayudas de otros países. Llegan al gobierno y luego nadie sabe qué pasa con ellas. Esto antes también ocurría, pero ahora con el ébola mucho más.
¿El gobierno no las utiliza para atender a la población?
-No. Se aísla a los enfermos y no se les atiende. Algunos incluso llegan a morir de hambre antes que de ébola. Hay un número de teléfono de asistencia para que las personas que tengan síntomas de ébola llamen para ser atendidas, pero ese número no funciona.
¿Y las ONG?
-En mis últimas vacaciones estuve más en mi pueblo que en la ciudad, así que no sé cómo están funcionando, pero a todas las personas que quieran ayudar les diría que mandasen el dinero a una persona que haya ido a mi país desde aquí para que las ayudas lleguen a donde tienen que llegar, y no a los bolsillos de los gobernantes.
¿No hay movilizaciones ante la corrupción de la que habla?
-El pueblo está dividido. En mi país no ha habido una guerra civil como tal. Lo que hay es una guerra sin declarar, una guerra muda porque el gobierno ha dividido las tribus que existen (las mayoritarias son fula, mandingo y susu) para aislar a la población. Ha llegado un momento en el que si un fula lleva un taxi, un susu no se sube, por ejemplo, y el pueblo antes estaba unido. La esperanza son los jóvenes, que sí se manifiestan ante las injusticias, aunque durante las protestas los intentan matar.
¿Cree que en Europa se conocen estas protestas? ¿La imagen que nosotros podemos tener se corresponde con la realidad?
-No lo sé. Cuando llegué a Navarra y me preguntaban de dónde era, nadie conocía Guinea Conakry. Ahora se está haciendo famoso, pero en vez de conocerse por algo bueno, se conoce por algo malo. La única vez que he escuchado una noticia sobre África en la radio española fue cuando hubo una matanza. Y ahora con el ébola.
En Guinea, ¿qué dicen los medios de comunicación?
-Los medios de comunicación no cuentan lo que ha pasado, son altavoces del gobierno. Muchos periodistas se han marchado a otros países porque han dicho la verdad y los quieren matar. Ahora los que están allí no pueden hablar de lo que hay, solo los corresponsales extranjeros.
Pero con las redes sociales es más fácil estar al corriente y que las noticias sean globales...
-Lo quieren ocultar pero con Facebook e internet ya no se puede. Los chavales de Guinea ven ahora cómo se vive en Asia, en Occidente, en Estados Unidos... y se dan cuenta de que ellos, viviendo en un país que tiene muchos recursos, no tienen nada, ni siquiera luz o agua corriente. Senegal, por ejemplo, no tiene tantos recursos pero sí que hay agua y electricidad, la gente vive mejor, e incluso hay muchos guineanos que están allí y que no quieren volver.
¿Tiene esperanza?
-Sí. Es momento de cambiar. Pasará algún tiempo pero tengo esperanza en las nuevas generaciones.