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Un ejemplo de convivencia

Cuatro estudiantes de diferentes lugares del mundo describen cómo han aprendido a convivir en el Basque Culinary Center

Un ejemplo de convivenciaFoto: Ruben Plaza

Cada uno es de una parte diferente del mundo, de culturas muy distintas. Les separan kilómetros -a algunos más que a otros- de sus ciudades de origen y, sin embargo, parecen pertenecer todos al mismo lugar. No es de extrañar teniendo en cuenta que comparten su gran pasión, su vocación: la gastronomía.

La brasileña Carolina Carvalho, la arrasatearra Leire Presa, el granadino Carlos Osorio y el canadiense Alex Villar son compañeros de clase del Grado en Gastronomía y Artes Culinarias que se imparte en el Basque Culinary Center, en Donostia. Hace dos años que comenzaron su carrera universitaria junto a otros 96 estudiantes, de los cuales el 25% son extranjeros y el 49% llegado de otras comunidades. En fin, que han mamado la diversidad cultural desde el principio y quizás por eso, estos cuatro alumnos forman un equipo equilibrado. Son un ejemplo de convivencia.

Es más, consideran que vivir el día a día en esa multiculturalidad no es complicado. "Es divertido, bromeamos unos con otros. Por ejemplo, si yo digo algo que en Canadá es normal, pero que aquí no se dice, hay un poco de cachondeo, igual que para mí es gracioso el acento de Leire", explica Alex. Carolina confiesa que para ella, al principio, "el tema del idioma sí que fue difícil, porque no sabía cuándo escribir una palabra con s o con z" apunta, pero a pesar de eso considera que "vivir en un ambiente así te enseña mucho sobre cómo tratar con la gente y te hace crecer personalmente". Leire reconoce que antes de empezar le inquietaba el hecho de que la gran mayoría de sus compañeros fueran de otros países: "Acostumbrada a estar siempre con vascos, no sabía si iba a poder llevarme bien con gente de culturas tan diferentes". Se sorprendió a sí misma al descubrir que eso no era ningún impedimento para hacer grandes amigos. Para Carlos, otro de los aspectos positivos de esa convivencia multicultural es que tiene "la oportunidad de viajar por todo el mundo sin salir de Donostia". Integrarse en la sociedad vasca tampoco ha supuesto un reto para estos chavales.

Alex reconoce que el primer año fue más difícil, pero no por el hecho de ser de fuera, sino porque "era un crío que con 18 años dejaba su país y todo su entorno para empezar una nueva vida en otro lugar". Algo que dejó de ser un problema a los dos meses, cuando ya tenía la suficiente confianza en sí mismo. Eso sí, todos, excepto Leire, coinciden en que lo más difícil es adaptarse al clima. "Para mí, que soy andaluz, acostumbrarme a la lluvia no fue fácil?", confiesa Carlos. Aunque reconoce que "quizás por el hecho de que sea andaluz" abrirse a la cultura vasca y a otras muchas más "ha sido una gran experiencia".

Desde el punto de vista profesional, todos coinciden en que esa experiencia multicultural les va a aportar muchísimo valor. "Nosotros hemos aprendido a relacionarnos y a convivir con gente de todas las culturas y a respetarla", apunta Carolina y añade que "la experiencia nos ha enseñado a ser más tolerantes, a tener más paciencia e incluso a animarnos con nuevos idiomas". Y es que ya hay varios estudiantes extranjeros que se han animado con el euskera. Carlos, además, cree que "en el Basque Culinary Center no sólo te enseñan una forma de trabajar, sino una forma de vida y eso es algo que no muchas universidades tienen". "Vamos a terminar todos los estudiantes del Basque salpicados por todo el mundo", afirma Alex entre risas.

Inquietud vital

Pero no todo es trabajo para estos jóvenes, y por eso valoran muchísimo lo que esa diversidad cultural les ha aportado como personas. "Para mí antes era impensable irme de casa, pero me vine aquí a Donostia y he conocido a gente de tantas partes del mundo, que ahora tengo unas ganas tremendas de viajar y conocer sitios nuevos", confiesa Leire. No es la única que lo siente de esa manera: "A mí, por ejemplo, me ha provocado muchas ganas de viajar a China. Antes era un país que no me atraía, pero después de conocer a una de mis compañeras que es de ese país y de que me mostrase su cultura, tengo unas ganas tremendas de conocerlo", afirma Alex. Carlos también considera que tener amigos en todas partes del mundo es genial "porque así puedes conocer cada país de la mano de un nativo".

Aunque se encuentren en el ecuador del Grado en Gastronomía y Artes Culinarias y a pesar de que aún les quede muchísimo por aprender, estos cuatro estudiantes ya han crecido en una lección vital: la convivencia.