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A mandíbula batiente

Hace saltar cerrojos, tiende puentes, teje complicidades, libera tensiones, enamora, fascina... Y seguro que cada lector puede añadir una docena o dos más de facultades de la risa. Hay multitud de sesudos estudios que demuestran sus beneficios, pero... ¿quién los necesita? Cualquiera que la haya practicado, y mejor si es con frecuencia y en buena compañía, conoce sus propiedades casi mágicas

A mandíbula batienteDEIA

J. V.- No sé si es exagerado decir que la risa es curativa. Desde luego, sana lo suele ser un rato largo.

IQ.- Como todas las expresiones del estado de ánimo, la risa es muy aconsejable, lo mismo que el llanto. Lo que ocurre es que cuando comparamos estas dos expresiones, debemos recordar que es mucho menos trabajoso reír que llorar, y que siendo ambos fenómenos muy contagiosos, hay una diferencia muy clara entre ellas y es que es más fácil que las personas se acerquen hacia quien se ríe que hacia quien llora. Diría que la risa tiene mayor capacidad de convocatoria.

JV.- Incluso hay quien asegura que saber reírse de lo que nos pasa es un rasgo de inteligencia.

IQ.- Como en todo, hay asuntos de los que nos podemos reír y otros de los que cuesta bastante. En esto también influye mucho el factor tiempo, porque hay situaciones que hemos vivido con mucha zozobra y vergüenza en un momento determinado de nuestras vidas, pero que cuando lo recordamos transcurrido un tiempo, nos resulta muy gracioso. ¿Quién no ha recordado un episodio de su juventud sin poder aguantarse la risa? El sentido del humor denota inteligencia y saber usar uno de los mejores mecanismos de defensa.

JV.- Y no solo se trata de reírse, sino de hacer reír a los demás. Las personas que lo hacen y lo consiguen valen un potosí.

IQ.- Eso creo yo, pero siempre que sean personas con gracia y no graciosos. Los primeros suelen ser ocurrentes, oportunos y variados; los segundos suelen acertar una vez e intentan explotar ese acierto a costa de aburrir un poco a los demás. Hay que decir que no siempre vale cualquier recurso y que hay que saber elegir el momento y el tipo de humor que le corresponde.

JV.- Para romper el hielo y allanar el camino vienen de cine. Yo cuando consigo sacarle una sonrisa a un invitado en una entrevista, sé que la cosa va a ir bien.

IQ.- Sí, la sonrisa o la risa son una muestra de generosidad, de aceptación y una invitación al encuentro. La imagen que da alguien risueño es una imagen cercana que despierta siempre un interés tanto por la información que da como por el estilo con que la transmite. El estilo de comunicación facilita la recogida de la información y el recuerdo posterior de lo que se dice.

JV.- Las risas compartidas con las personas que queremos... Esas sí que no tienen precio.

IQ.- Ya lo creo. Sobre todo, cuando, como te decía antes, el tema que motiva la risa es un tema antiguo que en su día dio pie a pasar un mal trago. Cada vez que me junto con mis amigos y recuerdo eso que los ya entrados en años venimos a llamar "nuestros tiempos" y que nunca sé exactamente lo que quiere decir, nos reímos mucho. Con las historias de la mili de los que la hicieron, con situaciones de tensión vividas en los tiempos en los que cruzar la Nacional 634 o la A-1 llevaban aparejado el paso por un control policial. Siempre había alguien al que le pasaba algo y protagonizaba un incidente con el uniformado de turno. Las situaciones a veces resultaban tan ridículas que te entraba la risa aunque supieses que aquello no se debía hacer en aquel momento (o quizás por eso lo hacíamos). Aquello era como las escenas de la película La vida de Brian en las que un cónsul del emperador de nombre graciosillo y habla singular condenaba a muerte a todo aquél que se riese de su forma de hablar. Menos mal que no nos veían y que, en ocasiones, el que nos veía se aguantaba la risa también y miraba para otro lado. ¡Qué tiempos aquellos! Algún día ya te contaré una de una cuadrilla de los antiguos grises muertos de la risa quitando un cartel francamente (nunca mejor dicho) divertido.

JV.- Por supuesto, hay que empezar riéndose de (o sobre) uno mismo. Si solo nos hacen gracia los chistes o las bromas sobre los demás, mala cosa.

IQ.- Sí. Groucho y Woody son exponentes extraordinarios de este verdadero arte. Sin embargo, también hay personas que, curiosamente, destacan mucho por hacer bromas (muchas veces pesadas o atrevidas) y luego son las que no las soportan. Ésta es una regla del juego muy importante que hay que respetar: juega si vas a dejar jugar a los demás.

JV.- Todo esto, claro, tiene que ser natural y salirnos de dentro. Más de una vez y más de dos, las risas o las sonrisas son forzadas. Ahí suele haber gato encerrado.

IQ.- Eso creo yo. Hay situaciones en las que la gente se pinta una sonrisa de dentífrico que no queda nada bien. Como en otras muchas cosas, esto se aprende y las personas que ríen y hacen reír a los demás con frecuencia lo demuestran por la facilidad con lo que lo hacen. Y también, como en casi todo, el que se cree su propia risa la contagia con más facilidad. Hay que reírse con ganas de verdad y creyéndoselo. Quien se ríe muestra paz y carencia de miedo. Pocas cosas son tan hermosas como la sonrisa contenida y cómplice de las personas que comparten un secreto y los que no lo saben hacer? pues que aprendan, que es algo que no se puede pagar.

JV.- Y reconozcámoslo, hay personas que parecen reírse por todo y a todas horas... y nos sacan un poco de quicio.

IQ.- Estoy de acuerdo contigo. No todo es motivo de broma y como te decía antes, hay que saber estar en cada situación con un estilo de humor diferente.

JV.- Dice nuestro admirado y tantas veces citado Fito que ha aprendido a llorar una vez por cada vez que ríe. Yo le recomendaría que aumentase la proporción de risas, ¿y tú?

IQ.- Pues sí. Y ya hablando del mundo de la farándula, recordaría también a Peret, que decía aquello de que es preferible reír que llorar. Si Fito nos lee, que se quede con el lema del catalán pero que siga haciendo su música todo lo bien que la sabe hacer.

JV.- Eso sí: es muy puñetera la risa. A veces nos da en las situaciones menos convenientes. Y cuanto más intentamos pararla, más ganas de carcajearnos nos entran.

IQ.- Ya te lo he comentado en la respuesta de abuelo Cebolleta que te he dado anteriormente. Ahí, si la situación te lo permite, te puedes salir, pero aunque sea llamando la atención, pero si la situación no te permite moverte, mejor dedicarte a pensar en cualquier cosa menos en Pijus Magníficus o en su mujer, Incontinencia Summa, porque si no te controlas, estás perdido.