Disfrazado de torero ante cien personas en Sidney
Un susto de infarto en la habitación del hotel, un análisis de orina en un vaso de plástico... A falta de mili, las batallitas de las vacaciones triunfan
Bilbao
Casi se va de rositas del hotel, pero cometió un error de principiante. Se sentó a tomar una cerveza demasiado cerca del espectáculo y terminó, como voluntario obligado, con un tupé con patillas, moviendo patéticamente la pelvis encima del escenario. A punto de estallar de la risa, su pareja lo grabó con el móvil. Ya tenían qué contar a la vuelta. A falta de mili, las batallitas de las vacaciones dan mucho juego.
Hacer el ridículo en Australia
"Habría preferido ponerme delante de un victorino"
Emilio tiene una prima lejana. Tanto que vive en Sidney. La última vez que la visitó le tenía preparada una encerrona. Iban a asistir a una fiesta de disfraces que su empresa había organizado en un hotel. "Me vestí de torero. Cuál fue mi sorpresa cuando vi que la fiesta no era de disfraces. Era una fiesta española. Pasé más o menos desapercibido. Lo peor estaba por llegar. La directora de la empresa dio un discurso delante de unos cien empleados y preguntó: ¿Hay algún español? Mi compañera de la derecha, una japonesa que le pegaba al tinto que no veas, me señaló. Aún tengo pesadillas. La directora me hizo subir al escenario. Allí me planté delante de cien personas, vestido de torero y sin tener ni idea de inglés. Habría preferido ponerme delante de un victorino", confiesa este bilbaino, que nunca olvidará el mal trago.
Curioso 'salvoconducto' en Milán
Un policía les coló para ver Il Duomo por ser del Athletic
No se lo esperaba, pero ser rojiblanco le sirvió a Luis Ángel como salvoconducto en Milán. "Nos encontrábamos en una larga cola para entrar a ver Il Duomo, bajo un sol asfixiante. En la entrada registraban a los turistas y les requisaban las botellas de agua. De pronto se nos acercó un policía y, señalando mi mochila con un enorme escudo del Athletic, dijo sonriendo: ¡Ah! Il Athletic de Bilbao, grande squadra. Nos sacó de la fila y nos condujo hasta la entrada, donde le dijo a otro policía que nos dejara pasar sin revisarnos las mochilas. Ser del Athletic es grande, no solo en Bilbao", subraya este ingeniero, que, allá por los años 90, tuvo que aguantar la injusta asociación de vascos y terroristas. "Un amigo austríaco nos llevó a una cervecería en un pueblo de las afueras de Viena. Tras degustar los caldos del local, no demasiado exquisitos, nuestro amigo le indicó al dueño que éramos de Baskenland. El orondo cervecero dijo: Vascos, terroristen, ja, ja, ja, booom. Le respondí: No te extrañe que te pongan bombas con el género tan mediocre que vendes. Todavía recuerdo su inexpresiva cara".
sobresalto en Londres
"Entró una camarera enorme al cuarto y los dos gritamos"
El primer día que Carlos pisó Londres se llevó un susto morrocotudo. Y no fue al ver los gorros de la Guardia Real. Tenía un tremendo dolor de cabeza y nada más llegar al hotel se acostó. Su novia salió a dar un paseo, olvidando colgar el cartelito No molesten en la puerta. "De repente entró una camarera negra enorme al cuarto. Yo estaba en la cama y casi me da un infarto. Pegamos un grito los dos y ella no hacía más que repetir: Sorry, sorry", relata este bilbaino, que otro verano las pasó canutas bajando de los Lagos de Covadonga. "Se habían acabado los autobuses y un conductor se ofreció a llevarnos. En la cuarta curva, dijo que no le iban los frenos y bajamos con el freno de mano. No nos despeñamos de milagro", suspira de alivio este administrativo, que ha veraneado en campings donde "no se podían poner las clavijas de la tienda porque estaba el suelo lleno de cebolletas" o donde "las duchas estaban detrás de la barra del bar". "Estabas tomando algo y veías a la gente pasar con la toalla", recuerda. En un camping de Caños de Meca le robaron los platos sucios y en un bar de un pueblo malagueño, llamado Almargen, pidió un café y tuvo que esperar a que se lo hicieran con una cafetera italiana. "Era como Cuéntame", apunta.
"¡Que soy de Bilbao, la hostia!"
Un chico rubio, harto de que le hablen en alemán en Mallorca
El cuñado de Miriam debe de estar pensando seriamente en teñirse de moreno. En eso o en dejar de veranear en Mallorca. "Él es rubio, con un aspecto de muy al norte. Cada vez que entraba a un sitio le hablaban en alemán y mi cuñado, que es muy de Bilbao, siempre respondía con un ¡Que soy de Bilbao, la hostia!", cuenta esta baracaldesa. Ella también ha sufrido en carne propia que le hablen en inglés. "Reservamos con antelación unas entradas para ir a visitar las cuevas de Tito Bustillo en Ribadesella. Nuestra sorpresa fue mayúscula cuando, al llegar, nos encontramos con un grupo del Imserso de Estados Unidos. Como eran mayoría, la visita se realizó prácticamente en inglés. De vez en cuando, el guía explicaba algo en castellano y nos pedía disculpas".
Sufre un robo en Grecia
Se hace pasar por una cantante famosa para ser atendida
Una vecina de Bilbao tuvo la mala fortuna de que le robaran una cadena en un viaje que hizo a Grecia con otras personas mayores. Ayudada por su compañera, que sabía inglés, trataron de poner una denuncia en comisaría. "Casi no les entendían y les trataron muy mal. Cuando se lo estaban contando al resto del grupo, una diplomática española lo escuchó y les dijo que ella les acompañaría de nuevo a comisaría. Para que los policías de turno se tomaran el caso en serio, la diplomática les dijo que la señora era una cantante muy famosa en España", cuenta Marina, una amiga de la familia, entre risas.
Surrealismo en Almería
Guardan el paso del santo del pueblo en el consultorio médico
Podría ser el escenario de una película de Berlanga, pero no. Se trata de un pueblo costero de Almería, donde los recursos escasean. "En la consulta del médico para quitarte un tapón de cera tenían que llevar de casa un puchero con el agua caliente y para recoger muestras de orina te ofrecían vasos de plástico que habían sobrado de la fiesta", cuenta Jose, un bilbaino que veranea en la localidad. Por si fuera poco, el consultorio está ubicado en el edificio de la escuela, donde, además, guardan el paso del santo del pueblo. "Eso sí, la enfermera y el médico eran encantadores, si te lo tomabas con calma", ironiza. Tampoco se apresuran a la hora de celebrar las fiestas. "La verbena duraba hasta el amanecer. Cuando los músicos anunciaban que iban a dejarlo, la gente seguía gritando: ¡Otra, otra! La normativa municipal recogía que la verbena durahasta que los músicos quieran. Los fuegos artificiales se lanzaban desde la playa y estaban previstos a la una de la madrugada. Solían dispararlos a las tres, cuando los primeros turistas ya se habían dormido".
Aprieto en un w.c. de Londres
Un urinario tan estrecho que rozas traseros ajenos al pasar
Fuente inagotable de anécdotas, Luis Ángel ha protagonizado un par de ellas en servicios públicos de Londres. "En Covent Garden fui a unos servicios de un pub, que eran muy estrechos. Había tres urinarios pegados a la pared y, para pasar al último, ibas rozando el pompis de los otros dos usuarios. Una vez conseguí llegar y miccionar, volví a pasar rozando y diciendo sorry hasta un minilavabo situado en la pared opuesta a los urinarios. Me lavé y pulsé el aparato secador de aire caliente, que tenía una potencia del demonio y levantó las chaquetas a los clientes que estaban meando cara a la pared. Nos reímos todos, aunque no entendí si me estaban mandado a freír churros o me querían dar su número de teléfono", bromea este bilbaino, que también vivió una situación jocosa en los baños de Saint James Park. "Fui a lavarme las manos. Mientras me las estaba enjabonando, levanté la mirada para verme en el espejo. Enfrente de mí apareció el torso de otro sujeto, de raza oriental, que me sonrió, ante mi asombro. ¡No había espejo, sino un ventanal abierto hacia el otro lado de los baños!".
Anécdota escatológica en Aragón
Lo sorprenden robando cerezas y dice que iba a hacer de vientre
"Es algo escatológica". La advertencia, de Fernando, no es en balde. A principios de los ochenta, Fernando, su mujer y unos amigos iban camino del Monasterio de Piedra, en Zaragoza. "Vimos unos campos de cerezos. Paré en el arcén y animé a mi amigo a que fuese a coger unas cuantas. Pasó el tiempo y no aparecía, así que fui a buscarle. Le vi agachado en cuclillas y, junto a él, un pedazo de aldeano con un perro enorme. Le había pillado cogiendo cerezas y a mi amigo no se le ocurrió otra cosa que decir que había ido a hacer de vientre. Como el aldeano no se lo creía, le dijo que o lo hacía allí mismo o le molía a palos. Menos mal que mi amigo pudo solventar el problema. Al final nos quedamos sin cerezas, pero hoy día todavía nos reímos".
Hablar espanglish en Lanzarote
Ayudado por unos irlandeses, que no británicos, en Canarias
Dice Borja, de Sopelana, que su anécdota "no fue en el extranjero, pero como si lo fuera". Estaba en Lanzarote, en un hotel "lleno de guiris". "Me fui a Playa Blanca y llegué con el tiempo justo la primera noche para pillar abierto el bufet. No encontraba mi habitación y unos guiris, que me vieron apurado, me ayudaron. En espanglish nos conseguimos entender y encontré mi suite. Al día siguiente, desayunando, me vinieron a saludar y cuando les pregunté que de qué sitio de Inglaterra eran, me soltaron, entre riéndose e indignados: British? No! We're irish and proud! (¿Británicos? ¡No! Irlandeses y orgullosos!) También me vieron un día quemado y me trajeron aloe vera natural. Eran más majos...".
"No sé cómo no la excomulgaron"
Pregunta al sacerdote por un cangrejo en el Castillo de Javier
Viajero incansable, Luis Ángel también se ha trotado Euskadi, incluido el Castillo de Javier, en Nafarroa. "Una cuadrilla de amigos con hijos pequeños hicimos una visita guiada. Un sacerdote nos iba explicando los detalles de la vida de San Francisco Javier. Al llegar a un diaporama, nos contó que en una ocasión en la que el santo se encontraba en un barco, en las proximidades de China, se desató una terrible tempestad. Entonces el santo invocó el auxilio de Dios y arrojó una cruz que portaba al mar. Al momento, se calmaron las aguas y el barco consiguió llegar a la costa. Una vez allí, observaron cómo un cangrejo había rescatado con sus tenazas la cruz, que se conservó como testimonio de la hazaña. El sacerdote preguntó que si teníamos alguna duda y una de mi grupo dijo: ¿Qué pasó con el cangrejo? Todavía no sé cómo no nos excomulgaron".
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