Vitoria. El cine y la televisión se encargaron durante décadas de expandir una densa nube de tabaquismo sobre el planeta. Aspirar una bocanada de un habano o dejar colgar del labio un cigarrillo con calculada despreocupación eran gestos socialmente bien vistos, pero las tornas se han vuelto. Concienciados sobre los negativos efectos que el hábito acarrea sobre la salud, las diferentes administraciones llevan años tratando de disipar su rastro y erradicar el vicio a golpe de campaña. En el caso de Euskadi parece que el mensaje ha calado, aunque no de forma homogénea. De acuerdo con las conclusiones que alcanza un reciente estudio publicado por el Departamento de Consumo del Gobierno Vasco y la UPV, los ciudadanos vascos con mayores niveles de estudios son los que más rápidamente han dejado de lado los cigarrillos, mientras que las capas menos formadas y más deprimidas de la sociedad siguen aferrándose con fuerza a la nicotina.

Entre los hombres con estudios universitarios que residen en la CAV, desde mediados de los 80 hasta la actualidad se ha producido un descenso continuado en su alejamiento del tabaco. A excepción de 1986, año en el que la prevalencia del tabaquismo entre los varones con estudios superiores aún era netamente superior a la del resto, su distanciamiento del hábito ha sido cada vez mayor. El punto de inflexión que estableció la máxima "a menor nivel de estudios mayor consumo" se consolidó en 2007, cuando las diferencias entre los amantes y los detractores de la nicotina se hicieron claras. Actualmente, la probabilidad de fumar por parte de los vascos menos formados es dos veces mayor que la correspondiente a los que acreditan estudios universitarios.

El caso de las mujeres, aunque coincide en algunas pautas, en otras se aleja de la senda masculina. En las últimas dos décadas, dentro de la CAV, sólo las féminas con estudios superiores han marcado las distancias con el tabaquismo y han rebajado su consumo. En el resto del espectro femenino se constata un incremento con respecto a mediados de los 80, aunque desde 1997 también se observa una leve disminución del tabaquismo entre las vascas con estudios primarios o inferiores.

clase social También la pertenencia a una determinada clase social condiciona el consumo entre los varones. Entre 1986 y 1997, apenas se observaron desigualdades en el hábito en cuanto al estrato social, aunque las diferencias comenzaron a dibujarse en 2002 y se hicieron notorias en 2007. Los hombres con mayor poder adquisitivo dejaron repentinamente de fumar, especialmente a partir de 1997, justo en el momento en el que los vascos más pobres se enganchaban al cigarrillo. Los últimos datos señalan que el consumo de tabaco es claramente superior en la clase social más desfavorecida -con un 35,9% de fumadores- y desciende a medida que mejora la posición socioeconómica, hasta situarse en un 21,5% entre los hombres de la clase más rica.

El descenso del consumo de tabaco por clase social entre las mujeres de Euskadi dentro de las últimas dos décadas no ha sido generalizado. Únicamente ha caído de forma constante entre las más pudientes. A mediados de los 80, un 30% de las pertenecientes a las clases superiores de la CAV fumaba, tasa que se recortó hasta el 19,9% en 2007. En cambio, el tabaquismo se ha incrementado de manera sostenida entre las mujeres de clases sociales menos favorecidas a lo largo de los últimos 20 años, con lo que han pasado de ser las que menos fumaban entonces a ser las más fumadoras ahora.

Durante la década de los 80, el tabaquismo fue mayor entre los vascos mayores de 45 años de clases favorecidas, pero el patrón de comportamiento se invirtió y, progresivamente, fueron los de las clases sociales desfavorecidas los que pasaron a consumir tabaco con mayor asiduidad. Desde entonces hasta la actualidad, han sido los hombres de niveles sin estudios superiores los que mostraron prevalencias más elevadas de tabaquismo. En las mujeres mayores, el consumo de tabaco ha aumentado a lo largo de las últimas dos décadas, especialmente entre las más desfavorecidas.