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Artesanal, extraído de la naturaleza y, con técnica, muy certero

la longitud, grosor y otras características del bastón dependen del luchador y su procedencia

Artesanal, extraído de la naturaleza y, con técnica, muy certeroFoto: iker azurmendi

OIARTZUN. Al igual que vemos en la ficción de Robin Hood, aunque el cuchillo era peligroso para el bastón, este último podía vencer al hierro, que era al que accedían los ricos y los militares. La gente humilde, por ello, optaba por los palos. En el caso de la makila de mando que vemos en las ferias artesanales, y que se regala, en origen es de combate. Hoy en día perviven algunos fabricantes, pero en la antigüedad lo normal era hacerse en casa una makila apropiada para las necesidades de cada cual.

La longitud máxima de una makila es de dos metros y el palo medio no supera 1,50 mts. El bastón de cana, como el de Iparralde, mide unos 90 centímetros. Esta makila corta está básicamente pensada para luchar contra cuchillo... o bien para dar un paseo.

En ocasiones, los bastones contaban con pinchos, que desgarraban al contrincante. Al atestar el golpe, podían producir mucho dolor y heridas. A veces disponían de pincho en la punta, pero sin él se podía combatir también, narra hoy Iñaki Ganboa. Si el adversario contaba con un sable o una bayoneta, corría el riesgo de que se le engancharan en la madera y, por tanto, quedarse desarmado y vulnerable.

Mientras el bastón canario es más fino que el vasco -a la vez que los movimientos del luchador son más rápidos-, y la longitud depende de la altura del makilkari, Ganboa nos muestra un palo siciliano, de color oscuro (en la foto de la derecha), que le regaló un luchador veterano, ya mayor. También las empuñaduras varían de una civilización a otra.

Actualmente, la familia Ainciart de Bergara mantiene la tradición artesanal de fabricar makilas como lo hacían en la Revolución Francesa. De hecho, sus ancestros debieron de ser combatientes. Los Alberdi, en Irun, realizan makilas a medida, como los Ainciart, pero los makilkaris aún acostumbran a fabricar artesanalmente sus palos.

La madera más adecuada depende de los objetivos, pero puede pasar por el níspero, el acebo, la endrina, el espino blanco, el peral, el manzano, el fresno, el naranjo... Es fácil imaginar cómo los fabricaban entre valles y montañas de Euskal Herria...

Por el peso de las makilas vascas, los combates son muy cansados -sobre todo por la tensión-. Hoy, se tientan durante medio minuto, pero en el siglo XIX hubo batallas de hasta una hora. Buff...