bilbao. Mara se casó por la iglesia evangélica pero no se inscribió, por lo que la sentencia le viene al dedo. Trabaja en la Asociación A Mujer porque cree que en la mujer está el camino de la formación y de la integración. "Somos un pueblo no enseñado, que hasta ahora hemos rehuido de los estudios por lo que luego éramos discriminadas precisamente por nuestra nula preparación. Me he sentido discriminada por gitana, por mujer, pero mirando con sosiego hacia atrás, la mayor discriminación se siente por no tener los estudios", reflexiona y repite. "Si hubiera tenido más estudios tendría más y mejores opciones, porque he trabajado como monitora de tiempo libre y me gusta trabajar con los niños".

Mara se casó a los 20 años y tiene una hija, Carmen, de siete, para la que quiere dejar como herencia su opción a elegir con las mismas oportunidades que un chico y un payo, "porque los gitanos ni somos ladrones ni sucios ni falsos? toda la base de nuestro futuro la veo en la formación, en ayudar a las mujeres para que eduquen a sus hijas en la libertad y en el anhelo por estudiar".

Mara da ejemplo llevando a su hija a la ikastola, donde antes estudió ella en castellano porque aún no había enseñanza en euskera, donde espera que la pequeña aprenda a poder elegir estudiar más o no, casarse o no, hacerlo con un gitano o con un payo? ser una persona independiente.

Como sus compañeras de tertulia ella también cree que lo más importante es trabajar con las madres, "porque su reeducación dará opción a que su hija vaya al colegio, estudien no sólo para dejar de ser analfabeta, sino para que haga la ESO, el Bachiller y según su capacidad puedan hacer módulos superiores o ir a la universidad, y por este camino llegará también su capacidad para elegir si ser soltera, casarse, si trabajar o hacerlo en casa", manifiesta con rotundidad Mara. "La clave está en la educación y la formación".

Como despedida, Mara y sus compañeras reclaman para todo el Pueblo gitano, pero especialmente para ellas, para las mujeres gitanas/calé, que se acerquen a conocerlas y hablar. Observan en el mundo de los payos bastante pasotismo del dolor y de las preocupaciones de los del entorno, mientras que ellas son mucho más dadas a acercarse a quien sufre, a llorar con los demás. "Tal vez tengamos un corazón muy sensible en el que hacemos nuestros los problemas de los demás, es tal vez el mayor reclamo que hacemos hacia el mundo payo".

Mara, de 28 años, está divorciada y pasando por encima de sus propias vicisitudes personales tiene muy claro que lo que quiere transmitir a su hija de siete años es que tenga opción de elegir, independientemente de lo que sea. "Para tener esta opción de elegir es necesario el diálogo entre payos y gitanos y la formación. Formación para los niños y para las madres en especial, que apoyen a sus hijos y especialmente a sus hijas a que sigan estudiando".