fAMILIARES y asociaciones memorialistas piden al Gobierno de Navarra la reapertura de un caso tremendo de la Guerra Civil ocurrido en el pequeño municipio de Gaztelu durante el mes de agosto de 1936. Una familia integrada por la madre, Juana Josefa Goñi Sagardía, embarazada de siete meses, y seis de sus siete hijos “desaparecieron” de la noche a la mañana y durante los casi ochenta años que han pasado desde entonces el más que rumor local habla de un crimen execrable: la familia presumiblemente fue arrojada a la sima de Legarrea, en Gaztelu, mientras el marido y padre, Pedro Sagardía Agesta, que se alistó al Requeté, estaba encarcelado y el hijo mayor, José Martín (fallecido en abril de 2007 en Iruñea) trabajaba fuera del pueblo.

La historia de la familia Sagardia Goñi ve ahora la luz gracias a las investigaciones que se llevan realizando desde hace años, a la publicación del libro “La sima. ¿Qué fue de la familia Sagardia?” de José Mari Esparza Zabalegi y a la demanda de exhumación emprendida por la Asociación de Familiares de Fusilados de Navarra (Affna 36) y el interés de la familia, residente en Gipuzkoa y en pueblos navarros, por aclarar los hechos.

Estas averiguaciones, los testimonios de la primas de aquellos niños arrojados a una sima y el análisis del sumario Causa 167 (abierto y cerrado en tres ocasiones entre 1937 y 1946) abre nuevas perspectivas para conocer lo que pasó realmente y cuáles fueron las causas de “uno de los crímenes más horrorosos cometidos al amparo de una guerra civil que armó a la población civil, la envalentonó y le dio pie a cometer atrocidades como ésta sin que, como parece, hubiera una motivación política al uso de aquel tiempo, salvo por el hecho de que tuviera un cuñado rojo”, apunta el autor del libro.

El pasado diciembre, Affna 36 pidió reabrir este caso y encargó a la Sociedad de Ciencias Aranzadi los estudios previos con la finalidad de exhumar la sima de Gaztelu (municipio cercano al Baztan navarro) e intentar localizar los restos de esta familia. De este modo, se pretende cerrar un ciclo de luto y terror, y aclarar una historia que ha marcado durante ochenta años al municipio de Malerreka. Cuando los especialistas de la citada sociedad científica se adentraron en la sima, se toparon con los restos humanos del joven de Legasa Iñaki Indar, desaparecido en marzo de 2008. Este hallazgo ha conllevado precintar la sima momentáneamente pero, también, a acelerar que salga a la luz las indagaciones que se estaban haciendo para esclarecer los hechos de 1936 en torno a la familia Sagardia Goñi.

“La sima ¿Qué fue de la familia Sagardia?”, confiesa Esparza, “es el libro que más he dudado en publicar, pese a tener datos recogidos desde hace más de tres décadas. Lo creía demasiado lacerante para una entrañable y pacífica aldea navarra. Pero la reciente aparición de un nuevo asesinado en el fondo de la sima, la presión de las asociaciones de la Memoria Histórica y el conocer de cerca a los familiares de las víctimas, ha terminado por animarme”.

Pero hay más. A Esparza también le ha impulsado “el hecho bochornoso de que la sima continúe siendo un vertedero. Los familiares de los Sagardía han solicitado llegar hasta el fondo y espero haberles alumbrado el camino”. Una sima de cincuenta metros de profundidad que hoy es un vertedero con troncos, basuras, animales muertos y hasta electrodomésticos que acumulan metros y metros de basura debajo de la cual podrían estar los restos de esta familia, si es que no fueron previamente calcinados.

El crimen de los Sagardia Goñi ha permanecido durante ochenta años bajo un manto de silencio. Si se buscó explicaciones a lo ocurrido, quedaron ocultas por el silencio de los vecinos. Nadie, o mejor muy pocos, quisieron hablar y primó el tabú impuesto por una dictadura poco amiga de esclarecer vergüenzas y venganzas que manchaban la imagen del régimen franquista. Pero lo cierto es que está documentado que el 30 de agosto de 1936, Juana Josefa Goñi Sagardia, embarazada de siete meses, desapareció con seis hijos menores de edad. Este hecho estuvo precedido de un batzarre del pueblo que acordó expulsar a la familia del mismo, tras la acusación de que protagonizaban “pequeños hurtos en las huertas”. Hurtos y robos que probablemente continuaron tras su desaparición.

El libro desvela la documentación existente sobre los avatares de esta familia cuyo padre, Pedro Sagardía Agesta, de 46 años de edad, natural de Oiz, y vecino de Gaztelu, carbonero de profesión, se enroló en el frente de guerra con el Tercio Santiago (requeté) y con su familia en paradero desconocido. Estando en el frente y al no tener noticias del paradero de los suyos, el 2 de agosto de 1937 pidió permiso para regresar a casa y buscar a sus familia.

Recoge Esparza el relato del propio Sagardia “en la larga y estremecedora denuncia presentada en el juzgado de Pamplona” en 1937. Un extracto de la denuncia dice que “el año pasado 1936, a principios del mes de agosto, se hallaba el denunciante trabajando en los montes de Eugui, cuando recibió aviso de su mujer, que acudiese al pueblo de su residencia, Gaztelu, pues había sido conminada por la Autoridad para abandonar la casa y pueblo. La familia, que entonces estaba en Gaztelu habitando la casa llamada Arrechea, estaba compuesta por su mujer Juana Josefa Goñi Sagardía de 38 años y los hijos de ambos: Joaquín, de 16 años; Antonio, de 12; Pedro Julián, de 9; Martina, de 6; José, de 3 y Asunción, de 2”.

envidias El libro repasa todos los pasos dados en la investigación del crimen. La publicación de José Mari Esparza recoge las declaraciones de las diferentes personas que fueron llamadas a declarar, así como las identidades y circunstancias en las que un vecino reconoció que Juana Josefa y sus hijos habían sido acorralados con teas de fuego y conducidos hacia la sima. Una historia estremecedora sobre la que se aporta ingente documentación, cronología, documentos gráficos e incluso posibles motivos derivados de la envidia, de la belleza de Juana o del cuestionado buen nombre y honradez de la finada.