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El patriarca diocesano vasco de carisma poliédrico

El obispo emérito de Los Ríos que falleció el martes a los 102 años

El patriarca diocesano vasco de carisma poliédricoI.Gorriti

Bilbao - Bittor Garaigordobil, el obispo emérito de Los Ríos que falleció el martes a los 102 años, fue un hombre con un carisma único, poliédrico: llegó a participar en el Concilio Vaticano II con su txapela puesta y se manifestaba tan apasionado de Dios como de Mari, la dama de Anboto. También se presentaba al periodista como rotundo antitaurino o como aquel hombre austero que fue, que anotaba a diario la lluvia que caía en Urkiola, puerto de montaña de Abadiño en el que residió la mayor parte de su longeva vida.

“Patriarca de las Misiones Diocesanas Vascas”, “el mejor sermoilari”, “buen pastor”, “euskaldun itxita, pero abierto al pueblo”... son algunas de las expresiones que han utilizado personas que le conocieron muy bien al tener noticia de su fallecimiento.

Un siglo de vida le ha dado para saber de todo, para vivir y sobrevivir a hechos como el bombardeo de Otxandio o cómo siendo seminarista estudiante de Filosofía fue llevado por los franquistas a hacer labores de camillero en la Guerra Civil, hecho que contó por primera vez a DEIA. Mientras descubría la sinrazón de aquella contienda por Puentelarreina, Teruel o Cuenca, el propio bando al que prestaba labores en segunda línea mató a uno de sus nueve hermanos. “Mi hermano se llamaba Antonio. Ocurrió en un bombardeo cercano a nuestro caserío”, recordaba con tristeza e iba más allá en sus declaraciones: “¡Lo del general Mola fue terrible! ¿Imponer el terror? Entonces, yo no entendía nada hasta que como necesitaban más hombres, a los de Sanidad nos dieron fusiles. Estuve a punto de escaparme de un tren en Gasteiz”.

Durante las siguientes décadas, continuó con su labor de misionero y fue uno de los ocho recordados religiosos que viajaron a Los Ríos, Ecuador. Acabó presentando su dimisión. Así nos lo relataba en una entrevista este apasionado del mus: “Cuando presenté mi dimisión como obispo de Los Ríos, escribí al Papa. Estaba disconforme con cómo se trataba a la teología de la liberación a la que yo pertenecía”. Por ello, Bittor solía decir que “el obispo se quedó en Ecuador y aquí vino el aldeano de Amaitermin”.

El aldeano cosechó miles de amistades: con otros religiosos, con innumerables parejas que casó, con jóvenes que acudían a Urkiola, con las personas que vivían y ayudaban en la casa cural... Era fácil hacerse su amigo, a pesar de que tardaba en comenzar a hablar como si estuviera analizando cada palabra que iba a emitir, como en 2016 se emitió en ETB un documental sobre la vida del religioso titulado Órdago a pequeña. La periodista Lorea Pérez de Albéniz fue la directora de la película y quien abre el turno de reacciones ante la pérdida del vizcaino: “Bittor fue un hombre que supo adaptarse a la realidad que le tocó vivir, replanteándose sus dogmas y su estatus. No dudó ni en vender su anillo de obispo para construir casas para las personas más desfavorecidas ni en participar en el foro de obispos de Latinoamérica, por lo que fue detenido. Su manera de proceder fue un ejemplo para el equipo que trabajó y convivió con él”.

Uno de sus compañeros de esa casa cural fue entre 2008 y 2011 Xabier Eskauriatza, hoy párroco de Santa Ana en Durango, así como de Iurreta, Izurtza o Mañaria. “Yo definiría a Bittor como el patriarca de las Misiones Diocesanas Vascas y buen pastor que conoció a su gente, del pueblo, y sobre todo a los más pobres. Era humildad hecha persona y de oración por los más desfavorecidos. Garaigordobil era de pocas palabras, pero profundos sentimientos. Era un hombre que generaba confianza y amor”, amplía Eskauriatza.

El párroco de algunos pueblos de Arratia, Jose Mari Kortazar, también le recordará siempre como buen pastor. “Don Bittor era el obispo que conocía y amaba a sus ovejas. Lo digo haciendo un poco referencia a la lectura del buen pastor, que fue la del domingo pasado. Resumiendo, Garaigordobil nos cuidaba, nos amaba y conocía”.

Uno de sus fieles en el santuario fue Jabi Artaraz, docente en Lauxeta Ikastola. “En mi opinión, Bittor fue el misionero de Urkiola que mejores sermones hacía. Los recordaré siempre como sencillos y prácticos”. Como Artaraz, Carlos García acudió a sus misas y formó parte de la Comisión de Urkiola, fue un “currela” de la casa cural y allí conoció al malogrado Joseba Legarza y Bittor Garaigordobil, entre otros muchos. “Bittor era una persona muy euskaldun, lo que se dice euskaldun itxita, pero abierto al pueblo. Muy noble y un orador con mucha profundidad en sus palabras. Cuando teníamos reuniones de la Comisión de Urkiola nos dejaba con la boca abierta por su saber. Era muy humano y muy cristiano”.

Hoy se oficiarán los funerales por su persona en el Santuario de los Santos Antonios a las 13.00 horas y, a continuación, será sepultado en el cementerio situado junto al templo. Desde la Diócesis de Bilbao han confirmado un dato que se desconocía, que “ha sido el segundo obispo de mayor edad del mundo junto al prelado chileno, Bernardino Piñera, quien le llevaba un mes de edad”.