Joseba de Aguirre Zabala, en recuerdo de un niño que nació fuera de Euskadi
BILBAO. Los niños sufrieron por extensión las consecuencias de la Guerra Civil: Unos, por miedo a la aviación, al bloqueo, a las represalias?, fueron separados de sus padres y evacuados a otros países en busca de un lugar donde reinara la paz; otros se quedaron en el Estado español y vivieron, directamente, la dureza y la crueldad de la guerra en toda su intensidad; y muchos fueron, también, los que el destino quiso que nacieran fuera del lugar que les correspondía, o por lo menos, del que hasta que comenzó la guerra había configurado el entorno de sus progenitores y debieron abandonarlo en contra de su voluntad.
Joseba de Aguirre Zabala, que hace un año falleció, fue un niño que vivió el exilio, ya que las circunstancias que le obligaron al lehendakari, José Antonio de Aguirre y Lekube, a abandonar Euskadi, marcaron el lugar de nacimiento de sus hijos. Es decir, las guerras se hicieron protagonistas y con ellas empezó la epopeya, la odisea de tener que marcharse de Euskadi y pasar por París, Bélgica, Alemania, Suecia, etc., hasta que les cogieron los alemanes y tuvieron que abandonar Europa.
Durante el exilio, "mi madre lloraba bastante; pero a aita no me acuerdo yo de haberle visto llorar. Ama, en una entrevista que le hizo Eugenio Ibarzabal dijo, que la única vez que le había visto llorar a aita era cuando perdimos la delegación; cuando nuestros amigos los demócratas franceses, por cuestiones judiciales, nos quitaron la delegación vasca en París y la devolvieron al Gobierno español" y recordaba la matización que su ama siempre les hacía: "aita no traía los problemas a casa; los problemas quedaban fuera", sentencia el hijo del lehendakari.
Un niño euskaldun...
La familia llegó a Estados Unidos, en 1941, hecho que propició el que Joseba tuviera contacto con el idioma inglés, idioma en el que continuó sus estudios sin interrupción; es decir, académicamente era anglosajón. Sin embargo, el que el inglés tomara un indudable protagonismo en su vida, no significaba que dejara de utilizar el euskera que su aita le enseñó. "Yo soy de euskera paterno. Aita hablaba un euskera de Bergara, pero vizcaino y yo, con él, no hablaba otra cosa que euskera. Me acuerdo perfectamente que, de pequeño, hablaba euskera vizcaino, con acento americano", recordaba Joseba. A los dieciocho años, ya era independiente; empezó a trabajar a los veintiún, con su título universitario y a esa edad se hizo británico. "Yo, por sangre, podía ser español; por suelo, podía ser francés y como había estudiado en Inglaterra y tenía el tiempo suficiente de residencia, pude optar por la ciudadanía británica y hasta el año ochenta y uno estuve con mi pasaporte británico".
Así, pues, el tiempo pasó y aquel niño que se fue amoldando a las circunstancias, se convirtió en un hombre amable, optimista, tolerante y cordial, que supo convivir con diferentes ideologías, idiomas y culturas; un ciudadano del mundo que se adaptó felizmente a cada lugar, sin olvidar sus raíces y manteniendo el vínculo y el contacto con las amistades de cada época.
Referentes en su vida
Para Joseba, una serie de valores y cualidades que le acompañaban al lehendakari Aguirre fueron referentes en su vida. "Aita, lo primero, era cristiano; hoy en día, esa fe, esa aplicación de la religión católica, pero cristiana, casi no se ve, o si se ve, son los meapilas; pero Manuel de Irujo, Landaburu, Irala, Leizaola, aita? eran hombres que vivían su fe; una fe que en esa generación marcó enormemente. Nosotros teníamos la costumbre de ver curas en casa, una mayoría de los cuales eran nacionalistas como, por ejemplo, D. Alberto Onaindia. Luego, era demócrata; unos señores que lo perdieron casi todo luchando por sus ideales, que vivieron, creyeron y tuvieron que luchar contra el fascismo, con el nazismo? y todos los ismos, eran demócratas de verdad, lo cual no quiere decir que los de ahora no lo sean, pero eran diferentes. Aita era totalmente positivo, optimista, bromista, con un sentido del humor increíble y disfrutaba de todo".
La relación que mantenían con los Leizaola, los Landaburu? y entre la diáspora en general era muy buena y compartían fiestas, como Aberri Eguna, Alderdi Eguna, las diferentes recepciones en la delegación vasca de París, en San Juan de Luz.
Para Joseba su pertenencia al PNV "ha sido de nacimiento, porque yo nací de las manos del presidente del Euskadi Buru Batzar, D. Doroteo Ziaurriz, médico y alcalde de Tolosa y nací en casa, como se nacía antes, o sea que (esbozó una amplia sonrisa) yo nací de las manos del Partido Nacionalista Vasco". Además del contenido simbólico de sus palabras, la conexión con el Partido siempre se mantuvo; "en el exilio, en realidad, el noventa por ciento del Gobierno vasco era del Partido Nacionalista Vasco; de vez en cuando le saludabas a un socialista, pero no hacíamos distinciones. Lasa, el médico que venía a casa, era del Partido Socialista, pero no había ninguna diferencia". Al final, más allá de las ideologías, todos eran exiliados y compartían la misma situación.
Se sentían en Euskadi La vinculación con San Juan de Luz era muy estrecha. "Nosotros nunca nos alejamos de Euskadi porque, cuando vinimos de Estados Unidos, todos los veranos volvíamos a San Juan de Luz, que para mí es Euskadi y no compramos casa porque aita siempre decía: El año que viene estaremos en Bilbao; el año que viene estaremos en Getxo?".
Joseba valoraba el impacto que tuvo que suponerles a sus aitas el haber tenido que dejar Euskadi, pero con un actitud totalmente positiva y generosa. El hecho de que la esperanza de la recuperación se fuera esfumando y de que la figura de Franco se prolongara en el tiempo, "fue una decepción tremenda. En el plan material, también perdimos mucho, tanto del lado de mi padre, como del lado de mi madre; bueno?". A pesar de que sus aitas siempre desearon volver a Euskadi sur y aunque de haberlo hecho, hubiera sido de rodillas porque en el año sesenta las cosas no estaban fáciles, fue la inesperada muerte de José Antonio de Aguirre y Lekube, la que cortó sus ilusiones y les impidió culminar su sueño.
En Euskadi para siempre
"Aita, cuando yo tomé la decisión de hacerme británico, él quería que yo volviera aquí". Puso énfasis en sus palabras y dijo: "¡Con Franco aquí!". Más tarde, una cuestión y un compromiso de peso le hicieron recapacitar. "Cuando vine aquí, en 1981, ya habían pasado dos elecciones que no había votado y tenía cargo de conciencia porque, si no salía un diputado del Partido Nacionalista Vasco por falta de un voto, la culpa la tendría yo, así que (mostró una amplia sonrisa), por razones electorales obtuve el pasaporte español".
Joseba, agradecido a la vida, no dudaba en afirmar que, tanto él, como sus hermanos, no guardaban ningún tipo de odio ni rencor, "porque hemos tenido una vida interesantísima; yo, francamente, he disfrutado enormemente de todo y el tipo de vida que he tenido, me ha brindado oportunidades que las he cogido".
En su opinión, "las heridas de la guerra están cerradas", pero hacía una matización sobre el recuerdo de la contienda, "olvidada no; yo creo que está perdonada". Rememoró su época de trabajo en Coventry, lugar en el que se produjo un importante bombardeo durante la guerra europea y mencionó el escrito que aparecía en la catedral, donde se exhortaba al perdón, pero no al olvido. "Yo comulgo con eso; no hay que olvidar; no". Joseba que, además de trabajar por Euskadi, quiso vivir y morir en Euskadi, se mostraba totalmente partidario del perdón "que, además, es cristiano". Goian bego.
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