La degradación de la Ertzaintza
La obsesión de Ares por controlar la Policía vasca y por dejar afines para el futuro llena de sospechas los cursos de ascenso Veteranos denuncian la parálisis y la falta de profesionalidad que vive el Cuerpo
EN algunas comisarías de la Ertzaintza han aparecido carteles en los que, junto a la imagen del anterior consejero de Interior, se lee: "¡Balza, vuelve, te hemos perdonado!". Quizá sea la última dosis de humor que queda en el corazón de la Policía vasca. Muchos ertzainas asisten con impotencia y pena a la degradación de una de las grandes instituciones vascas. ¿Por qué? Nadie tiene una respuesta clara, pero todos lo veían venir. Desde la llegada de López al poder, una de las obsesiones ha sido el control absoluto de la Ertzaintza. Por eso colocó en Interior a Rodolfo Ares, el consejero de mayor peso político. Y Ares ha tejido una red que ha colocado a sus afines -lo de los méritos es secundario- en puestos clave del Cuerpo. Un medio afín a los socialistas publicó entonces su verdadera intención: "Romper el control nacionalista en la Ertzaintza".
La muleta de apoyo para Ares ha sido José Antonio Varela, actual jefe, "un nombramiento cantado dadas las afinidades políticas del comisario", según ilustra un perfecto conocedor de la institución. Varela presentaba un notable currículo académico, si bien era conocido entre sus compañeros por sus ausencias, derivadas tanto de su entrega a otras actividades distintas al servicio, entre ellas su vocación académica, como de problemas de salud. Tales ausencias le llevaron a ser objeto de una serie de comprobaciones internas por falta de rendimiento y ausencias injustificadas al servicio. A lo largo de los años, Varela ha cosechado fama por no tomar decisiones, por no cerrar asuntos, característica que no ha hecho sino corroborarse en su actual destino, según estas fuentes.
Entre esas actividades, es conocida su colaboración en Aranzadi Civitas junto a Lucio Cobos (otro afín y actual segundo de a bordo). Precisamente, en los últimos años se ha impulsado la utilización de la aplicación informática Siapol (servicio integrado de actuación policial), ofertado por Thomson Reuters Aranzadi. Se trata de una aplicación informática sobre procedimientos, consulta, formación e incluso gestión operativa. "Al margen de los correspondientes intereses económicos, esta herramienta lleva a una uniformización de procedimientos, lejos de la seña de identidad de la Ertzainta, que se ha destacado por hacer las cosas de una manera distinta, muy relacionada con la idiosincrasia de la sociedad vasca", indica un profesional. Ello ha llevado a la Policía vasca a desarrollar sus propios procedimientos y, tras 30 años de servicio, dispone de un extenso catalogo de normas de actuación propias y perfectamente estructuradas.
Una de las primeras decisiones de la nueva cúpula policial fue la destitución de los jefes de División que provenían del anterior Gobierno vasco y el nombramiento de cinco nuevos. Si bien es cierto que alguno se situaba dentro de la órbita nacionalista, todos tienen varias características en común: pertenecen a un grupo cerrado de amistad, no destacan por su implicación personal en épocas difíciles, y conservan un notable grado de resentimiento respecto al anterior Departamento y a los anteriores jefes de División, a quienes proferían, en algún caso, una profunda enemistad tras varios choques profesionales, derivados de que estos nuevos mandos habían sido cesados en el pasado tras actuaciones profesionales cuestionables.
Entre los nuevos jefes se sitúan personas con una clara afinidad socialista como Cobos, a quien muchos en la Ertzaintza consideran un "gurú frustrado", ya que nunca ha demostrado una especial capacidad para poner sus conocimientos en práctica. Otro de los nombramientos significativos es el de Iñigo Ibarra, que sustituye a Ángel del Río como responsable de Asuntos Internos y que, pese a sus antiguas querencias nacionalistas, conserva un hondo resentimiento hacia el anterior Ejecutivo. Balza le nombró responsable de la UIA, la Unidad Antiterrorista, pero le destituyó tras innumerables choques respecto a sus "peculiares" decisiones, algunas de ellas implicando a empresarios amenazados por ETA. Ibarra permaneció de baja médica durante un largo periodo de tiempo tras su destitución. "Su posterior nombramiento resulta una buena oportunidad para cobrar antiguas deudas", apuntan algunos. Muchos profesionales de la Ertzaintza tienen la sensación de que algunos jefes de División, precisamente los de ideología más claramente nacionalista como Gorka Azarloza o Josu Bujanda, actual responsable de la División Antiterrorista, juegan un papel decorativo y están al margen del poder.
La personalidad de los ascendidos por Ares y sus ambiciones personales -que en el caso de Ibarra, por ejemplo, ha llevado a multiplicar por cuatro el número de efectivos bajo su mando-, están contribuyendo a que se cree una sensación de caos en el Cuerpo con una constante toma de "decisiones contradictorias". "La falta de liderazgo de Varela es pública y notoria", dicen. Por ejemplo, el reciente curso de subcomisarios ha obligado a aplazar el llamado Proyecto de Investigación, un megaproyecto que dará más poder a Ignacio Sola, jefe de la Policía Criminal, cuya finalidad es cuestionada por una parte significativa de los responsables.
"profesionalidad" Ares ha insistido por activa y por pasiva en que los nombramientos de los mandos se harían por cuestiones profesionales y que todos los componentes de la Ertzaintza partirían en igualdad de oportunidades. En la casa aún se recuerda la charla que impartió al inicio de su gestión y en la que apeló a la profesionalidad y a no hacer distingos por ideas políticas. En aquella reunión solicitó que quien tuviese algo que decir, lo hiciese. El único mando que se atrevió a cuestionar públicamente al consejero, el entonces jefe territorial de Araba, Roberto Álava, fue inmediatamente cesado. A partir de ahí, y siendo evidente que cualquier disidencia interna cuestionaría gravemente la carrera profesional, los mandos se han visto abocados al ostracismo.
Si bien el nombramiento de los jefes de División ya parece cuestionar ese principio de igualdad, el verdadero escándalo comienza a raíz de la convocatoria de 30 nuevas plazas de comisario. La fase de oposición contó con dos pruebas, una de evaluación de competencias profesionales -una prueba objetiva-, y otra prueba psicotécnica, "dirigida a determinar aptitudes y actitudes". Cada una de ellas tenía asignado un idéntico número de puntos, siendo además ambas pruebas eliminatorias, por lo que se exigía un resultado mínimo para aprobar.
La prueba de competencias profesionales se celebró primero. Algo falló en el cálculo de Interior. Pese a que las preguntas fueron preparadas con esmero -se dice que por una empresa que asesora a Mossos d'Esquadra-, casi la mitad de los aspirantes suspendió. Y entre ellos, muchos de los afines. Los resultados de esa primera prueba colocaron a muchas personas con las que no se contaba, mandos intermedios y otros poco afines, en disposición de acceder a las plazas de comisario. Tras una intensa labor de cocina, y por medio de los resultados de la prueba psicotécnica, se depuraron en lo posible los nombres de los advenedizos y de los "significados políticamente". Así y todo, la lista definitiva no respondía a lo planificado por Ares y su entorno más cercano. "Son incapaces hasta de hacer bien las chapuzas", sonaba en los corrillos.
Los resultados supusieron un auténtico maremoto en Interior, donde algunos recuerdan los lamentos del entonces viceconsejero de Administración y Servicios, Ernesto Martínez de la Hidalga, ante la hoja de resultados. Esta parece ser, según muchos, la razón definitiva de su destitución fulminante en junio de 2011; oficialmente se adujo que el "relevo" se llevó a cabo "de común acuerdo" debido a "razones personales".
Completado el proceso de comisarios, Ares no estaba dispuesto a cometer un nuevo error. Y menos cuando lo que estaba en juego eran los puestos de intendentes. Pero antes tuvo lugar un hecho que para muchos profesionales ilustra las verdaderas intenciones de Varela. Dado que el puesto de director de la Er-tzaintza es un cargo político, su ocupante no podía presentarse a las promociones de ascenso ya que estaba en situación administrativa de servicios especiales. Para solventar esta dificultad técnica, en marzo de 2011 se modificó la estructura del Cuerpo para crear una Jefatura Adjunta Operativa, ya dentro de la estructura policial y, por tanto, con vía libre para que sus ocupantes accediesen al proceso selectivo de ascenso a intendente, "el único objetivo", a decir de las fuentes consultadas, del director del Cuerpo y de los jefes de División. Así quedaban "blindados" ante futuros cambios políticos.
'los siete magníficos' Creadas la Jefatura Adjunta Operativa, ocupada por Varela, y la Subjefatura Adjunta Operativa, por Cobos, en julio de 2011 se lanzó la convocatoria de intendentes. En una operación "perfectamente diseñada", los responsables plantearon un proceso selectivo cuya fase de oposición también incluía dos pruebas, una psicotécnica y otra de evaluación de competencias profesionales. En una decisión que muchos ertzainas califican de "asombrosa", a la prueba objetiva solo se asigna un máximo de 50 puntos, frente a los 250 de la prueba psicotécnica. Ares quería evitarse otros resultados difíciles, pero no lo logró del todo. En la prueba objetiva obtuvo la mejor calificación, rozando el máximo posible, Gervasio Gabirondo, bestia negra de varios de los actuales responsables durante su mandato como jefe de Asuntos Internos, y ahora apartado a una plaza secundaria. Ello pese a que, un par de semanas antes, se celebró alguna sesión específica de formación en Erandio para un selecto grupo de máximos responsables policiales sobre planificación. Casualmente, el examen consistió en un ejercicio de planificación estratégica.
Nuevamente, los resultados "gustan poco a los responsables", en palabras de la directora de Arkaute. La prueba psicotécnica lo soluciona. Al final, entre los elegidos se encuentran, casi en orden de jerarquía, el jefe Operativo, el subjefe Operativo y los cinco jefes de División -conocidos como los siete magníficos-, junto con otros tres candidatos. La última plaza se resuelve mediante recurso, in extremis y por centésimas, a favor de Jorge Aldekoa, uno de los incómodos por sus divergencias con Ares. El férreo control de la discrepancia y el miedo a perder la plaza pueden más que la sensación de fraude y no hay una respuesta coordinada en el colectivo de mandos.
Una vez comprobada la "eficacia" del sistema en la selección de intendentes, Interior lo aplicó a un nuevo proceso selectivo, esta vez de subcomisarios, el pasado verano. Nuevamente, quedan fuera sólidos candidatos por formación y experiencia, mientras que otros con mayores afinidades acceden al mismo, pese a hacerlo desde un curso puente para solventar su ausencia de formación. "Tanto si se trata de un plan preconcebido para copar los puestos de mando con personas con un perfil españolista, como si se trata de un simple fallo, o desidia, en el diseño de la carrera profesional, la responsabilidad de Ares y de López es mayúscula", opina un veterano de la Policía vasca al respecto.
No es el único preocupado: "La situación de la Ertzaintza en la actualidad es dramática. Se encuentra paralizada porque no existe un verdadero liderazgo. Todos los máximos responsables se hayan inmersos en un curso que se ha preparado a su medida, no se toma ninguna decisión de carácter estratégico, no hay dirección, no hay objetivos. La situación es de total parálisis. Por otro lado, en los pocos asuntos a los que parece dársele relevancia, la descoordinación es absoluta".
Más en Actualidad
-
Neuropediatras recuerdan que corregir los movimientos involuntarios de menores con el síndrome de Tourette no funciona
-
Muere un motorista al salirse de la calzada en Lezo
-
Las llamadas comerciales desde números móviles estarán prohibidas desde este sábado
-
Reto solidario de Gonzalo Pérez: sigue en directo la séptima etapa entre Luarca y Cudillero