El Gobierno francés superó en la madrugada del sábado una nueva moción de censura, la número 18 en apenas dieciséis meses, que recibió 193 votos a favor en la Asamblea Nacional frente a los 289 necesarios para derribar al Ejecutivo.

La moción de censura, la primera del actual curso político, recibió el apoyo de la izquierda y los ecologistas además de la extrema derecha, pero el Ejecutivo -que no tiene mayoría en la Asamblea Nacional- volvió a recibir el apoyo de los conservadores de Los Republicanos (LR) para salir adelante.

La moción llegó una vez que el Ejecutivo de la primera ministra, Élisabeth Borne, decidió aprobar la ley de trayectoria presupuestaria hasta 2027 acogiéndose al artículo 49.3 de la Constitución.

Este artículo permite aprobar un texto legal sin el visto bueno de la Asamblea Nacional -ante la falta de mayoría del Gobierno en la cámara- pero abre la puerta a que la oposición presente una moción de censura.

La moción fue presentada por la coalición Nupes -que agrupa a socialistas, comunistas, ecologistas y al izquierdista La Francia Insumisa- y recibió el apoyo de la ultraderecha de Marine Le Pen.

La iniciativa fue defendida en la noche del viernes en la Asamblea Nacional por el diputado socialista Philippe Brun, quien afirmó que, a pesar de las repetidas mociones del último año, la iniciativa "no es algo anodino".

Brun pidió el voto para acabar con "un Gobierno insensible a las dificultades" de los ciudadanos ante "la inmensa crisis inflacionista", y que no ha solucionado "el empeoramiento de los servicios públicos", como sanidad o educación.

En defensa del Gobierno, Mathieu Lefévre, diputado del partido macronista Rennaisance, criticó a las formaciones que han apoyado la moción "de la extrema derecha a la extrema izquierda", y los calificó de "irresponsables" desde el punto de vista financiero por promover políticas de aumento del gasto sin una compensación de los ingresos.

De todas las mociones que ha superado el Gobierno de Borne, la que estuvo más cerca de prosperar fue la del 20 de marzo, justo tras la aprobación sin votación parlamentaria de la polémica reforma de las pensiones.

Ese día, un puñado de diputados del LR se sumó a la izquierda y a la ultraderecha, de forma que el Ejecutivo se salvó por solo nueve votos.