El talento es “ese don innato y singular que cada uno de nosotros tiene para compartir con el mundo”, afirma África Baeta. Cuando estudiaba aspiraba a ser “corresponsal de guerra, periodista humanista y presentadora de informativos”. Lo ha conseguido.

¿Cuándo y cómo se dio cuenta de que su talento tenía que ver con contar lo que pasa?

—El talento es algo que va mucho más allá de lo racional, es esa sensación intensa que sientes ahí donde tu corazón vibra y que te guía con tanta pasión que todo lo que sucede como consecuencia es inevitable, fluye solo, fácil… así que creo que siempre he seguido ese instinto. Fui una niña muy curiosa que necesitaba entender el sentido de la vida, ahí descubrí mi pasión por el periodismo y la comunicación.

“No concibo el periodismo como una fuente de poder que controla y manipula; creo en el periodismo de servicio”

¿Es más importante el talento o la voluntad a la hora de tener éxito en un oficio?

—Para mí es clave, la pasión y el amor por lo que haces. Cuando amas tu profesión no hay tiempo ni espacio ni condicionante que te limite. El amor derriba muros y hace que desaparezcan los intereses del ego para ponerte al servicio de lo que se da en cada momento y eso es un regalo en sí mismo. ¿Y qué hay detrás de ese amor y pasión? Nuestro talento oculto, pidiéndonos a gritos ser desplegado.

¿Cada día el trabajo es nuevo?

—¡Y que no deje de serlo! Creo que instalarse en la zona de confort es muy perjudicial para cualquier persona. Esa zona, de hecho, es la gran enemiga del periodista. Entre las peores cosas que nos pueden pasar como seres humanos está la de perder la curiosidad, la capacidad de sorprendernos, la motivación, olvidar la necesidad de investigar, de aprender, de empatizar, de reconocerse en el otro, de ver con mente de principiante absolutamente todo. Salir al mundo solo con los programas mentales propios de nuestra identidad egoica implica ver la vida de forma parcial, desde los juicios, prejuicios y creencias limitantes. El ser humano debería aprender a olvidarse del yo y renacer cada día. Para el periodista, como testigo de la realidad, ¡ni te cuento!

En ‘El Señor de los Anillos’, Frodo luchaba contra el poder que le proporcionaba el Anillo. ¿Cómo consigue evitar la tentación de usar el poder de su propia imagen?

—Ese anillo contenía parte de la esencia maligna de Sauron. Corrompía la mente y el alma de su portador. Así que prefiero no llevar ese anillo ni pensar que lo tengo en mi mano. Mi labor es ser medio, no manipular, ni dirigir pensamientos, ni controlar nada... Personalmente siempre he luchado por el tipo de periodismo que mira a los ojos de frente, de modo horizontal, al que tiene delante y a los espectadores y se reconoce en ellos. Creo en el periodismo servicio, que denuncia injusticias, que escucha a quienes los ‘poderes fácticos’ no escuchan… Ese fue el motivo por el que estudié periodismo, para mostrar esa parte de la realidad invisibilizada, que nadie denuncia, que no importa a quienes solo se mueven por fines económicos. No concibo el periodismo como una fuente de poder que controla y manipula. ¿Utopía? Quizá, pero si no creyera que es posible no seguiría siendo periodista.

“El talento va mucho más allá de lo racional, es una sensación intensa que sientes donde el corazón vibra y que te guía con pasión”

Cuando llega a la redacción una gran noticia inesperada 30 minutos antes del inicio del informativo ¿Es más importante el talento?

—¿30 minutos? ¡Eso es mucho margen! Hay días, y son bastantes, que la noticia se produce en directo… Ahí creo que es fundamental el equipo que te arropa y sostiene, dominar la información y la experiencia para mantener la serenidad.

¿La buena televisión es producto de la estrella del momento o del talento colectivo?

—La buena televisión es fruto del talento colectivo, no tengo la menor duda. Me viene a la cabeza cuando viajamos a Ucrania a hacer informativos especiales. Fuimos un equipo de periodistas absolutamente vocacionales que remamos todos en la misma dirección: si no había tiempo para comer o dormir, nadie lo discutía, la prioridad estaba clara. Trabajar con tanto talento colectivo es un regalo y se nota en el resultado.

¿Qué profesionales de la televisión admiras?

—De jovencita era una gran seguidora de Angels Barceló y Lorenzo Milá. De la primera admiraba su fuerza delante de la cámara, su credibilidad y contundencia comunicativa. A Lorenzo Milá lo descubrí cuando presentaba el informativo nocturno del segundo canal de TVE, tenía una forma tan cercana y sencilla de contar la realidad, era tan distinto a ‘todo, que me conquistó en el minuto uno. Con él aprendí que puedes contar las noticias sin ser distante, frío y tremendamente serio. Tengo muchos referentes: gente tan humana y gran buscador de la verdad como fue David Beriain o periodistas que ahora mismo son mis compañeros y ejemplo a seguir: Xabier Madariaga, Mikel Ayestarán, Mikel Reparaz, Dani Alvarez, Ane Irazabal, Olatz Arrieta, etc. Tenemos grandes periodistas en EITB de los que siempre aprendes.

¿Percibe el talento en las y los jóvenes que pasan como becarios?

—Algunos aterrizan con tanta pasión que están dispuestos a todo con tal de hacerlo mejor. Creo que llega un relevo generacional muy bien preparado y dispuesto a transformar el mundo en un lugar mejor.