“Esto descarrila”, llegó a pensar uno de los pasajeros supervivientes del accidente de Angrois, que declaró ayer martes en el juicio del Alvia. El primer testimonio presencial de la fase civil reveló que percibió la velocidad del convoy al salir del túnel y que supo que iba a ocurrir una tragedia. Así lo señaló el tercer testigo de la jornada, Cristóbal González, que además es portavoz de la asociación Apafas de perjudicados por el accidente del tren Alvia.

Militar retirado, viajaba en el tren únicamente con su bicicleta, tras completar algunas etapas del Camino de Santiago. Decidió coger el Alvia en Sanabria, para asistir a las fiestas del Apóstol. “Recuerdo todo perfectamente. En ningún momento estuve inconsciente, por suerte o por desgracia”, señaló el testigo durante su declaración. Según su testimonio, el tren marchaba a gran velocidad, algo que él mismo percibió cuando salió del último túnel antes de llegar a la curva.

“Le dije a un compañero que el tren iba a descarrilar. Me contestó que era imposible, que era Renfe”, aseguró González. Los primeros instantes del accidente los describe con detalle. Cuenta que el asiento de delante “le presionó”, de manera que se quedó en el sitio. Sin embargo, recibió golpes “como verdaderos proyectiles” de diferentes objetos. “Todo se convierte en un verdadero infierno”, relató González, que también recuerda los “gritos de auxilio” de los supervivientes.

“Pediría que no se demore más, que se cierre pronto esto, porque se sufre mucho, día a día. No hay un día en que no te acuerdes del accidente. El mismo terremoto de Turquía te hace volver a recordarlo”, afirmó. De hecho, por su profesión estuvo en misiones en Somalia y en Afganistán y en situaciones “difíciles” y “muy duras” en conflictos internacionales. Sin embargo, nada como lo vivido en el Alvia, confiesa.

“Este accidente lo volvimos a contar y la gente ya lo ha olvidado. Pero nosotros lo seguimos sufriendo”, explicó, antes de mencionar las secuelas físicas y psicológicas que le ha dejado el accidente. Al igual que el resto de testigos de la jornada de ayer, González confirmó que ni médicos ni peritos de las aseguradoras de Renfe o Adif se pusieron en contacto con él personalmente o se interesaron por su estado de salud.

Sin embargo, todos señalaron que recibieron alguna que otra cantidad de dinero años después del accidente debido al seguro obligatorio de los billetes. Al final de su intervención, el abogado que defiende al maquinista acusado, Francisco Garzón, reveló que González se reunió con él tras el accidente. El portavoz de Apafas declaró que se organizó el encuentro entre él y Garzón a través de sus abogados y que quería “conocerlo”, ya que también fue “un viajero afectado” por el accidente.

El abogado de Garzón intentó preguntar al testigo sobre el sentido de ese encuentro, pero la jueza le interrumpió y le señaló que se trata de un asunto “impertinente” que no tiene relación con la causa civil. Esto provocó un pequeño rifirrafe entre la jueza y la defensa del maquinista, que protestó. La magistrada le recordó que el procedimiento está dividido en dos partes –la acción penal y la civil– y que “no vienen a cuento” las relaciones entre Garzón y González en este momento.

En contexto

Una década. Las vidas truncadas por el accidente del tren Alvia, ocurrido hace casi 10 años en la curva del barrio de Angrois, en Santiago de Compostela, comenzaron ayer a desfilar por el juicio que trata de determinar, además de las responsabilidades penales por los 80 muertos y los 140 heridos, la reclamación por daños y perjuicios, que asciende a unos 57,69 millones de euros.

Una “pesadilla”, como si hubiera caído “una bomba atómica” y algo similar a “un terremoto” fueron expresiones con las que las víctimas y sus familiares trataron de describir el escenario de la tragedia en esa primera sesión que ha permitido dar voz a las víctimas del siniestro.