Existen dos formas opuestas de afrontar casi cualquier aspecto de la vida: de frente, apostando por soluciones concretas a los posibles problemas, o mantener un perfil bajo con el que tratar de capear el temporal. El PNV ha sacado a relucir su faceta de partido institucional y, en una situación a priori tan sensible como la antesala de unas elecciones, ha planteado al conjunto de formaciones tres grandes acuerdos de país para afrontar otros tantos retos de hondo calado –ecológico, digital y social– que van a situar a Euskadi en una encrucijada: seguir refulgiendo con entidad propia o diluirse en un entorno global con sujetos cada vez más conectados e indistinguibles.

El Aberri Eguna es el momento idóneo para hacer un alto en el camino, mirar en derredor y sacar conclusiones para seguir avanzando. Y hacerlo además luciendo las señas de identidad propias, no en vano se trata del Día de la Patria Vasca. Su celebración con el lema Indar berria, Euskadi berria a apenas unos días del inicio de la campaña electoral, y con el cambio de ciclo que supone la puesta de largo de un nuevo candidato a lehendakari jeltzale, Imanol Pradales, tras las tres legislaturas de Iñigo Urkullu como jefe del Ejecutivo vasco, hacían que la de hoy no fuera una cita cualquiera. Pero el desafío al que se enfrenta Euskadi es de tan hondo calado que trasciende los comicios autonómicos del 21 de abril, también los europeos del 9 de junio.

Autonomía política y económica

De ahí la propuesta de “tres grandes acuerdos de país” que el presidente del EBB, Andoni Ortuzar, ha puesto sobre la mesa para encarar este horizonte “desde el auzolan, desde la responsabilidad compartida”. En los próximos años se producirán “transformaciones de escala mundial” que situarán a Euskadi ante el reto de mantener su aportación a ese escenario internacional cambiante, y también a “garantizar su supervivencia”. Para ello deberá afrontar “tres retos colosales como sociedad: adaptarnos a la transición energética y a la sostenibilidad ecológica; engancharnos a la revolución tecnológica fruto de la transición digital; y afrontar una transición social” provocada por el envejecimiento de la población y la baja natalidad.

En una Plaza Nueva abarrotada, y evitando, más allá de unas gotas esporádicas, la pertinaz lluvia que cayó al principio de la tarde sobre Bilbao, Ortuzar ha asegurado que el éxito de esta empresa estará unido indefectiblemente al “futuro del nuevo autogobierno que necesitamos como país”. El grado de autonomía política y económica y la capacidad de gestión son cruciales, lo que ha motivado que el presidente del PNV añada a su propuesta de acuerdos de país un pacto de autogobierno que incida en su mejora y profundización una vez se complete en su integridad el traspaso de competencias del Estatuto de Gernika. “Necesitamos el autogobierno suficiente, la capacidad política y económica suficiente, para poder superar positivamente estos tres retos”, ha dicho. Y posibilitar que Euskadi “pueda afrontar con garantías el futuro” es la “principal tarea” a la que se va a dedicar el PNV “en los próximos años tanto en las instituciones vascas como en Madrid o Bruselas”. Un futuro “complejo”, pero a su vez “lleno de oportunidades”.

Mano tendida

La “mano tendida” del PNV al conjunto de partidos es consecuencia de una forma de hacer las cosas a cara descubierta, sin intereses ocultos más allá de tener a Euskadi como prioridad. La actual precampaña es fiel reflejo de ello, ha afirmado Ortuzar, ya que “nos estamos afanando en mostrar nuestras propuestas: empleo, sanidad, vivienda y emancipación para la juventud, seguridad, servicios públicos de calidad, cuidados...”. De ahí la “kilometrada” que están protagonizando Pradales y el resto de candidatos por Euskadi, “escuchando a la gente y explicando nuestro programa electoral”. Frente a ello se sitúa la “grandilocuencia de frases hechas pero vacías” y la “ambigüedad” de partidos como EH Bildu.

Con sus planchas renovadas, el PNV hace una apuesta a largo plazo que mira a 2036, “y más allá”. “Ahora viene el momento de la verdad y hay que seguir dando la talla”, ha advertido Ortuzar. En la base está el trabajo realizado durante 45 años, “y muy especialmente en estas tres últimas legislaturas de la mano de los gobiernos del lehendakari Urkullu”, sin duda uno de los protagonistas destacados, y al que ha agradecido el trabajo realizado. “Katea ez da eten, la cadena no se rompe”, ha aseverado, aludiendo a una de las metáforas más citadas durante la mañana.

Llegar a los indecisos

Que la situación en 2036 sea mejor que la actual empezará a dilucidarse con la apertura de los colegios electorales el día 21. Y ahí la clave es que “no es lo mismo un gobierno que otro, ni un partido que otro”. Frente a la batalla electoral que se plantea entre el PNV y EH Bildu, Ortuzar subraya que “lo que está en juego es la respuesta que Euskadi va a dar desde sus instituciones en los próximos años a todas esas transiciones” que asoman en el horizonte cercano. Y para que los jeltzales afronten este desafío con una mayoría suficiente es necesaria una movilización general el 21-A.

“La cosa está reñida pero vamos a ganar, el asunto es cómo y por cuánto”, ha explicado Ortuzar. Llama por ello a “ganar las elecciones con claridad” y por “movilizar el voto a tope”, haciendo ver a los que siguen indecisos entre ir a votar o abstenerse “lo que está en juego”. Según él, de acudir a las urnas la mayoría votaría al PNV. Llegar a esos indecisos y mostrarles la importancia de emitir el sufragio será uno de los objetivos de la campaña. En juego está “qué gobierno y con qué fuerza va a proponer medidas para garantizar el progreso y bienestar”.