Ione Belarra (Iruñea, 1987) dice que “no pasa nada por reconocer” que están “en un momento triste, en el que Podemos ha recibido un golpe duro”. De ahí en parte sus continuas referencias a los hitos históricos de su formación a modo reafirmante. A su vez, habla del inicio de un proceso de “reinvención”, “una nueva etapa” con “voz y autonomía”, por más que Podemos forme parte ahora en el Congreso del Grupo Parlamentario Plurinacional Sumar, que se estrena con dudas en cuanto a su solidez interna. Belarra asegura que a Podemos se le ha “echado” del Gobierno por haber cumplido con su programa de “transformación”, y subraya la importancia de los cinco escaños morados, de “una izquierda verdaderamente transformadora en España”, según afirma, dispuesta a rebasar “los límites” que les “marca” el Partido Socialista.

Hay gente que ve victimismo en su diagnóstico. Una idea de morir matando, o tomarse la venganza.

—Yo creo que al contrario. Podemos ha hecho un ejercicio de responsabilidad muy poco habitual. Siempre hemos puesto por delante los intereses del país y de la gente. Lo demostramos en 2018 dando gratis la moción de censura al Partido Socialista, porque no querían conformar un Gobierno de coalición. Después, en 2019, nuestro candidato Pablo Iglesias tuvo que dar un paso a un lado, hecho sin precedentes, para demostrar que el Partido Socialista tenía una resistencia muy fuerte a conformar un Gobierno de coalición. Y lo demostramos también el 23 de julio, en un acuerdo enormemente injusto, que no representaba el peso real de Podemos, para poder frenar a las derechas.

¿Qué va a hacer Podemos dentro de Sumar, de cara a la estabilidad de esa mayoría conformada?

—Si se quiere contar con Podemos es imprescindible hablar con Podemos. Hemos firmado una coalición, y hemos firmado y refrendado con más de 30.000 personas inscritas una hoja de ruta que revela la voluntad de seguir construyendo un Podemos con autonomía. Necesariamente para armar la mayoría plurinacional y democrática que existe ahora mismo en el Congreso hay que contar con Podemos. En mi opinión, el Partido Socialista echándonos del Gobierno no solo comete una injusticia, sino ante todo un error político de enorme profundidad. Estamos viendo, y esto en Navarra se entiende muy bien, unas derechas en una estrategia golpista, que transmite que la mayoría que sostiene al Gobierno no es legítima. Un mensaje peligrosísimo, de una peligrosidad enorme para nuestra democracia. Era importante que en el bloque democrático todas reconociéramos que ante estas derechas asalvajadas nos necesitamos todas. De ahí el error, de enorme calado político, del Partido Socialista, que desprecia a quien yo considero que ha sido el motor de las principales transformaciones, que es Podemos.

Llama la atención que ponga el foco en el PSOE, que puede replicar que se pongan de acuerdo en Sumar.

—Creo que si hubiera habido una voluntad de contar con Podemos, tanto por parte de Sumar como del Partido Socialista, nada de lo que ha ido pasando en los últimos años hubiera ocurrido. De manera interpuesta Sumar contribuye a la estrategia del PSOE de que Podemos no gobierne. Estrategia que el PSOE ha desplegado desde hace muchísimo tiempo. Recuerde que en 2015 y en 2016 ya había números para un Gobierno de coalición progresista. En ese momento el PSOE intentó un acuerdo de coalición con Ciudadanos. Después fuimos a una repetición electoral, y después el PSOE permitió gobernar al Partido Popular con tal de no hacer una coalición con Podemos. Ese histórico lo ha expresado el propio presidente Sánchez de muchas maneras. La última cuando dijo que el PSOE ha evolucionado de pactar con Podemos a hacerlo con Sumar.

Hubo un ofrecimiento por parte de Yolanda Díaz a Nacho Álvarez, su secretario de Estado de Derechos Sociales.

—Lo único que hemos pedido es igualdad de trato, que se respetase a Podemos de la misma manera que al resto de fuerzas políticas. Nadie pensaría que Podemos puede elegir a los ministros del Partido Socialista ni a las ministras de Sumar. Pero fíjese hasta qué punto era una estrategia mediática, mucho más que una oferta real de colaboración del Gobierno, que se produjo 48 horas después de haber votado gratis la investidura (se ríe). Un acuerdo de Gobierno nunca se firma así, se hace con tiempo, con seriedad, como en la pasada legislatura. Cuando quieres de verdad respetar a un socio le preguntas por las carteras que le gustaría ostentar.

Pero era un buen candidato.

—Considero a Nacho Álvarez un amigo, creo que mucho más que todos esos que le han alabado interesadamente en las últimas semanas y meses. Le valoro y le quiero desde hace muchísimo tiempo, he trabajado codo a codo con él. Sería un magnífico ministro, igual que Pablo Echenique o yo misma, me encantaría poder seguir teniendo el Ministerio de Derechos Sociales, me parece que el equipo ha hecho un trabajo excelente, pero en política cada uno tiene que saber qué fuerzas tiene y cuál era la mejor aportación. Y todas coincidimos en que si la única posibilidad era que Podemos tuviera un único ministerio, lo más sensato era apostar por el feminismo y por seguir avanzando en ese lugar, desde el que ya habíamos demostrado que habíamos sido capaces de pelear más que nunca y más que nadie.

Iglesias acusa a Díaz de “trabajar para destruir a Podemos aliándose con mafias y con los enemigos más evidentes de Podemos”. Esto es un misil. ¿Matiza o comparte?

—Pablo Iglesias se fue de la política institucional precisamente para poder decir lo que quiera, que es lo que hace habitualmente, y yo lo respeto profundamente, pero a mí me toca una función de análisis global del escenario. Hemos desplegado durante diez años en España un proyecto de transformación política que nos ha llevado más lejos de lo que había llegado la izquierda transformadora en 80 años, construyendo el primer Gobierno de coalición....

Díaz formaba parte del proceso. ¿Desde aquel acto en Valencia, en otoño de 2021, de ella con Oltra, Colau o García, empezó a rondarle una sospecha sobre su proceder?

—Cuando Pablo pidió a Yolanda asumir la vicepresidencia, y ser la candidata, nadie recuerda la segunda parte de la frase: después de pasar por primarias, por las que no ha pasado absolutamente nadie de los presentados el 23J. Yolanda Díaz tomó una decisión, perfectamente legítima, que es iniciar su propio proyecto. Primero dijo que no, pero después fue muy evidente que ella estaba construyendo su propio partido político. Ese proyecto tiene por objetivo sustituir lo que fue Podemos y asumir y respetar los límites del Partido Socialista.

Hay un refrán que habla de desvestir un santo para vestir otro.

—Cuando tú quieres transformar de verdad una sociedad, llevas los avances feministas más lejos que nunca con la ‘ley solo sí es sí’, la nueva ley del aborto o la ley trans, cuando intentas hacer una transformación profunda del sector de la vivienda, como hemos hecho con la ley, cuando intentas ponerle coto al poder económico en España, el poder económico, político, mediático y judicial se reorganiza para tratar de frenar esos avances, tocando muchos resortes, que pueden ser el Partido Socialista y Sumar. Pero creo que no tiene ningún sentido personalizarlo ni en Yolanda ni en Sumar, sino entender los procesos políticos y sociales de una manera global.

Sufrieron una escisión con Íñigo Errejón, y ahora esto.

—Claro, es el mismo debate, entre la transformación y la asimilación.

¿El ánimo ahora es contemporizar para no quebrar a Sumar cuando se acaba de estrenar la legislatura?

—Este ejemplo de Íñigo me parece muy pertinente, porque ese debate entre transformación y asimilación es si tenemos que parecernos al Partido Socialista o queremos una propuesta verdaderamente transformadora para nuestro país. Nosotras pensamos que se puede lo segundo. Solo Podemos defendió dentro del espacio del cambio que había que entrar en el Gobierno para transformar de verdad.

Pero ahora han perdido el foco. Tras acusar a Yolanda Díaz de haberles echado del Gobierno es muy difícil volver a construir algo en conjunto.

—Nosotros no hemos tomado esa decisión de no contar para la construcción del bloque democrático en esta legislatura. La toma el Partido Socialista con la aquiescencia de Sumar. Es un inmenso error, porque hasta nuestros adversarios reconocen que el motor de las principales transformaciones en el Gobierno ha sido Podemos. El tope al gas, la rebaja del transporte público, la nueva generación de derechos feministas, el blindaje de las pensiones al IPC, la subida histórica del Salario Mínimo Interprofesional... todas esas medidas llevaban nuestro sello, y ha tenido un coste muy alto defender en público que el Partido Socialista tenía que cumplir con el acuerdo programático. Esa ha sido la única manera de avanzar, obligarle a cumplir con un programa con el que no quería cumplir.

La sensación de mucha gente es de huida hacia delante, estéril, porque tampoco IU está de su lado.

—Siempre desde muchos sectores el reflejo ha sido muy pesimista. Recuerdo los discursos catastrofistas cuando defendimos hasta el final que Podemos tenía que entrar en el Gobierno. Por suerte hemos ido demostrando que todo eso que nos decían que era imposible, con esfuerzo, trabajo y claridad ideológica se podía hacer.

La obstinación tiene dos vertientes, la virtuosa, de constancia y superación, y la de persistir en el error.

—Creo firmemente que en España varios millones de personas quieren realmente transformar este sistema, no quieren bipartidismo, querían derogar completamente la ‘ley mordaza’, o no quieren ver cómo los sectores más reaccionarios de la judicatura impiden los avances feministas y una convivencia plurinacional, por ejemplo. Estamos en medio de una ola reaccionaria muy fuerte, pero cuando los proyectos políticos tienen fondo y raíces, como el nuestro, tienen futuro. Ahora nos estamos reinventando, con autonomía y con voz en el Congreso, y de otras formas, como presentarle una querella al juez García-Castellón, que a todas luces, y según todo lo que hemos visto, es corrupto. Denunciar la corrupción en la Justicia me parece hacer política de la de verdad, de la que cambia la forma de ver las cosas de una sociedad. O ante el genocidio planificado del Estado de Israel; la presión política y social, en la que ha participado contundentemente Podemos, ha obligado al presidente Sánchez a hacerle un pequeño reproche, bastante hipócrita a Netanyahu, pero le ha obligado a moverse, cuando la mayoría de líderes europeos no ha tenido ninguna presión social, y su posición ha sido de absoluto seguidismo, pleitesía y colaboracionismo con un genocidio contra el pueblo palestino. Con el feminismo, la cuestión de la paz, y la necesidad de atar en corto a los poderes económicos asalvajados que campan a sus anchas, hay un hueco para una izquierda transformadora muy contundente.

Más allá de este discurso, está la insistencia para que Irene Montero continuase dentro del Gobierno. Para muchos sectores la exministra está o amortizada o carbonizada, guste o no. Y se observa obstinación.

—Uno de los problemas más de fondo que tenemos, que se va a ir visibilizando a lo largo de toda la legislatura, es el enorme cortoplacismo con el que el Partido Socialista enfoca todos los debates. Lo estamos viendo con la ley de amnistía, me parece muy grave la falta de proyecto que a medio y largo plazo tiene el PSOE para nuestro país.

Le preguntaba por Irene Montero...

—Voy a ello. Podemos lo que intenta aportar es mirada de largo plazo, proyecto de país. Incluso en sectores del Partido Socialista reconocen que Irene Montero al frente del Ministerio de Igualdad ha hecho un trabajo excelente, que ha llevado a que nuestro país pase de la undécima posición en igualdad de género en Europa a la cuarta, por primera vez en la historia. España es una referencia en políticas feministas, y eso es en gran parte gracias al trabajo de Irene Montero y de su equipo. ¿Por qué entonces renunciar a un eje de construcción política como el feminismo, que está ofreciendo las mejores respuestas a las grandes preguntas de nuestro tiempo.

Porque lo puede encarnar otra persona. Sánchez habló de los “efectos indeseados” de la ‘ley del solo sí es sí’, y dijo que se quedaba “corto”.

—A la ley de amnistía va a seguirle una oposición muy fuerte de los sectores reaccionarios del poder judicial. ¿Por qué es tan difícil reconocer que a la ley ‘solo sí es sí le pasó lo mismo? Porque cuesta mucho transformar, y solo Podemos está escuchando el clamor social del feminismo en España. Y no da igual una persona que otra, la gente confía en determinadas personas que en un momento se han partido la cara por los avances sociales. Todo el mundo sabe que no es lo mismo el presidente Zapatero que el presidente Sánchez en avances feministas. El primero tiene una credibilidad por haberse esforzado, por ejemplo en la consecución del matrimonio igualitario, que no tiene Pedro Sánchez. ¿Por qué la reacción de las derechas ha sido tan salvaje con el feminismo? Porque nos han intentado contar a las mujeres de este país que hemos ido demasiado lejos, que nuestros derechos no son urgentes y tienen que esperar. Y nosotras hemos dicho que hasta aquí, que sí es urgente reconocer el consentimiento y que toda vulneración de este es violencia sexual. Creo que estamos enormemente conectadas con un sector de la sociedad al que el PSOE ya no le puede hablar, por no haber sido capaces de admitir que Podemos era muy útil en el Gobierno impulsando los avances feministas. El PSOE ha priorizado sus intereses partidistas de recuperar el Ministerio de Igualdad para que Carmen Calvo esté contenta. En vez de haber pensado en el país, han vuelto a pensar en el partido. Ese es el problema.

Insisto: ¿Qué hará Podemos dentro de Sumar? ¿Oposición al Gobierno?

—Vamos a seguir desplegando el proyecto por el cual la gente nos eligió. Eso significa que los votos y la voz de Podemos, aunque tenga un coste mediático muy alto, van a servir para decir lo que nadie más se atreve a decir en este país e impulsar transformaciones ambiciosas.

Hay fuerzas soberanistas, como Esquerra Republicana o EH Bildu, que les hacen competencia en territorios que precisamente dibujan ese Estado plurinacional.

—Nosotros nunca lo hemos vivido así. Hemos desplegado una nueva forma de hacer política en la que nuestro eje ha sido la colaboración. Y la hemos intentado también con el Partido Socialista por mucho que se resista. De hecho, la conformación del bloque democrático y plurinacional tiene su eje central en el primer momento en los números que hizo Pablo Iglesias en la moción de censura de 2018. Nuestra valoración del trabajo de Esquerra Republicana de Catalunya y de Euskal Herria Bildu en el Congreso es muy positiva. Hemos ejercido una colaboración condición de posibilidad de la mayor parte de los avances sociales en la pasada legislatura. Yo misma colaboré con ellos para poder sacar adelante la mejor ley de vivienda posible y regular los precios del alquiler. Por tanto, en nosotras nunca se va a encontrar competición, sino siempre colaboración.

Pero hay una oferta diversa.

—Claro, pensamos quien ha planteado a nivel estatal las medidas más ambiciosas y transformadoras es Podemos, y vamos a defender el valor y la aportación de nuestro proyecto en todas las elecciones, en las vascas, en las gallegas, y por supuesto también en las generales.

¿Podemos se va a presentar en solitario a las europeas?

—Podemos, según la hoja de ruta aprobada, se tiene que construir con autonomía y llegar a acuerdos útiles para transformar. Las elecciones europeas van a ser cruciales. Se va a dirimir cómo va a ser la próxima Comisión Europea y si la extrema derecha entra también a formar parte del Gobierno europeo. Defenderla necesidad de una Europa de paz, con políticas feministas a la vanguardia para frenar la ola reaccionaria y seguir avanzando en derechos, es un proyecto que merece la pena, y en el que Podemos va a trabajar.