MAÑANA, la ría de Bilbao en su recorrido desde El Abra hasta la capital vizcaina va a ser protagonista de algo inigualable, sin parangón, único en el mundo. Una comunión de la ciudadanía con un club de fútbol por el que siente un cariño extremadamente especial, más allá de ser forofo del balompié o athleticzale. Se espera que alrededor de un millón de personas disfruten del paso de la gabarra y la comitiva marítima que la acompañará. Una ingente masa humana con un objetivo común: aunque no todos vivan el fútbol como una pasión, sí se identifican con unos valores y una imagen que representa el Athletic. Y lo hacen todos porque la consecución de un trofeo es muy importante pero destaca más por cómo la ilusión y el deseo previo al partido del sábado inundaba al completo la sociedad vizcaina. Jóvenes y ancianos, locales y foráneos, con más o menos capacidad económica, de diversa posición social... todos elevaban la moral de los leones con una transversalidad digna de estudio sociológico. La prueba es que, en plena campaña electoral, todos los partidos se han querido subir al barco de la celebración zurigorri porque alguna consecuencia en las urnas puede traer. Algunos dicen que la felicidad colectiva es un antídoto contra la abstención. Desconozco si será así, pero ya me gustaría que este hermanamiento futbolero se reprodujera sin ambages para otros temas sociales de mayor importancia y en los que la clase política no sabe estar a la altura de sus gobernados.