Vivimos en un mundo bipolar respecto a muchas de las piezas que componen el puzle de la convivencia. Una de ellas es la discriminación de las mujeres en  países lejanos donde se pisotean sus derechos. pero ocurre también aquí cerca con menor intensidad y de forma cada ve menos generalizada. Incluso de forma involuntaria, se marcan diferencias. Hace unas semanas, durante una visita a una de las plantas de un gran grupo industrial, nos abrieron la puerta a un universo inalcanzable para un simple periodista, el de la innovación tecnológica y el conocimiento científico. El viaje recorrió dos laboratorios, dirigidos por mujeres, y una tercera mujer lidera el equipo que convierte las investigaciones en realidad, producto tangible destinado al mercado. Esta última es además la máxima responsable de Desarrollo del grupo. Bien por falta de riego cerebral o por un bloqueo transitorio de la sinapsis neuronal, durante tres segundos estuve a punto de preguntar los motivos de tamaña capitanía femenina. Mostrar curiosidad en relación a esas tesituras, cada vez más habituales, supone manifestar asombro al respecto y contribuir a reforzar el techo de cristal. Por lo demás, las tres profesionales no solo mostraron sus conocimientos, además los expusieron con una sencillez que no destaca entre las cualidades de algunos de sus colegas masculinos. Ahí está la respuesta a la pregunta no hecha: Conocimiento y capacidad para transmitirlo: la clave del liderazgo.