ANDA suelto por ahí un tipo excéntrico que ha decidido que Twitter se llame ahora X. Tranquilos, no es que lo haya reconvertido en una red social porno. Es que el magnate es un maniático de esa letra. Cuando eres multimillonario, gurú tecnológico, y te llamas Elon Musk puedes permitírtelo. La X ya está en el nombre de otra de sus empresas, SpaceX. Es también uno de sus tipos de Tesla, el model X; su recién creada compañía de inteligencia artificial se llama xAI e, incluso, aparece en el nombre de uno de sus hijos, X Æ A-12. Para él, es su juguete y, con él, juega a su antojo. Hace casi cuatro décadas había otro juguete con la X. Fue cuando comenzaron a proliferar las salas de cine para adultos. Luego, llegó el VHS y los videoclubs y mataron las pelis de destape y sexo. Pues bien, ahora retomo la historia de la X de un tipo excesivo, que se cree un Xmen que protagoniza Xfiles, y que, contra toda lógica ya no solo empresarial, sino de la propia cultura pop, ha decidido que el universal pajarito azul deje de volar. Cargarse una marca icónica tiene sus consecuencias. Me acuerdo de cuándo Mister Proper pasó a ser Don Limpio, o cuando aparecieron los Danonino, que siempre se recordarán como Petit Suisse. A mí me da igual qué papel de aluminio utilice, que siempre será Albal. Pero, a partir de ahora, un tuit se denominará oficialmente xeet. Repito, me suena más a golfería y fantasía erótica que a tecnología.

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