PUEDE ser carencia de conocimiento en la materia, pues ni siquiera el recurso al recóndito lugar del cerebro que retiene aquella infancia en que se recitaban en voz alta las tablas matemáticas halla una explicación válida. O quizá que siendo de letras, periodista, y mientras lo sea, es decir, sin dejar de serlo, la lógica económica es igual de ajena que aquellas vaquitas que cantaba Atahualpa Yupanqui. Pero que me lo expliquen. Aunque ya dijo Oscar Wilde algo sobre lo grotesco de aconsejar economía a quien está obligado a practicarla. Claro que hoy en día, bien entrados en este siglo XXI en el que ciertas fortunas nacen por generación espontánea, crecen y se multiplican, lo de practicar la economía a la fuerza sin poder entenderla está muy extendido. Ya es teoría compartida que todas las crisis las pagan, además de los de siempre, pobres y necesitados, quienes pertenecen a eso llamado a desaparecer que el siglo pasado creció tanto que hasta tuvo nombre: clase media. Aquí, en Euskadi, aún queda. Y los vascos, dicen, cobramos mejor que nadie. Bueno, salvo los madrileños... y si nos ceñimos a lo que tantos no queremos ser. Si miramos al norte, a lo que sí queremos ser, la comparación es, como dice el dicho, odiosa. Pero resulta que con los sueldos más altos de la historia perdemos poder adquisitivo, casi un 5% en 5 años, y no nos llega. Sí, que me lo expliquen. Uno por uno es uno, uno por dos es dos... l