CUESTIONADO seleccionador de la que llaman La Roja en su versión masculina: Me declaro incapaz de reconocer aquel fino lateral izquierdo del equipo de mis amores de los años gloriosos en el tipo titubeante que, con voz trémula, pidió perdón el otro día por haber aplaudido puesto en pie a su todavía teórico jefe, el caspuriento ebrio de testiculina Luis Rubiales. Juró que no se reconocía en aquel palmero del cada vez más cercado baboso energúmeno. Y, pensando en el pasado, estaría por darle crédito. Pero ocurre que, más allá de la acometida soez contra Jennifer Hermoso, su superior en el organigrama lleva todo su mandato acreditando un comportamiento indigno. Y hasta la fecha, no se le conoce a usted la menor muestra de reprobación.