No tan progresista

– Fue como una de esas tracas finales interminables de los fuegos artificiales. A cada racimo de estallidos le siguió otro, y otro, y otro más. Parecía inagotable el saco de rebajas, descuentos, bonos, cheques, congelaciones de tasas que fue anunciando Pedro Sánchez en una comparecencia kilométrica a mayor gloria de sí mismo. No pongo en duda que una buena parte de la torrentera de medidas son justas y necesarias. Seguro que van a aliviar algo el trago a las tantas veces nombradas –diría que más de una vez, en falso– personas y familias vulnerables. Pero, como decían los personajes de los tebeos de mi niñez, que me aspen si entre los beneficiados no va a haber tipos que podrían pasar perfectamente sin estas ayudas que, una vez que les caen del cielo, tampoco van a ser tan tontos ni tan quijotes de rechazar. Comprendo lo impopular de mi postura, pero no puedo callármela por varios motivos. El primero, porque algunas de las pomposas disposiciones me parecen cualquier cosa menos progresistas.

Menos impuestos

– De hecho, hay casos en los que se regala el balón al neoliberalismo que no deja de dar la tabarra con la bajada de impuestos. Cuando llevamos toda la vida defendiendo la necesidad de pagar el estado del bienestar, nadie se abochorna al presentar reducciones e incluso supresiones del IVA de determinados productos como un enorme favor a los bolsillos menos pudientes. De entrada, se silba hacia la vía ante un hecho mil veces contrastado: el vendedor carga al precio final el equivalente al descuento del impuesto. Eso no solamente no detiene la inflación sino que la estimula. De propina, la rebaja (pongamos del IVA del aceite) se aplica exactamente igual a una botella de litro que cuesta seis euros que a una exquisitez que sale por 60 a la que obviamente no todo el mundo puede acceder. Todo eso, asumiendo la consecuencia de dejar de ingresar un pastizal a las arcas públicas.

¿Cómo se financia?

– ¿Y, si no se ingresa, cómo se financiará el descomunal pico por el que va a salir este tercer paquete de medidas anticrisis? Supongo que, ahora mismo, a quien las ha aventado a todo trapo eso es lo que menos le preocupa. Ya saldrá el sol por la Moncloa, por Antequera o por la Bruselas del puesto en las instituciones europeas que se adivina al final del camino. Porque esto del “escudo social” irá, si se puede, de echar un cable al personal que anda tieso o llega justo a fin de mes, pero el objetivo principal es cebar las urnas de mayo y, en el segundo asalto, las de final de año. Lo de redistribuir la riqueza toca en otro parcial.