Hay sensación de indefensión ante la presión fiscal que se materializa en subidas de la OTA a base de argucias como eliminar la pausa de mediodía, las multas que crecen, los servicios públicos que se deterioran, los municipales cada vez son más agresivos y sin educación. La obsesión de obras nuevas no cesa porque se urbanizan nuevos paseos por espacios exóticos, como montes a los que se da accesos a vehículos. Ahora el furor son los vehículos en los cascos urbanos a los que se multa implacablemente e imponen limitaciones de accesos y la actuación implacable de la grúa. Sin embargo, los lugares públicos están cada vez más contaminados con las heces de los perros a los que se protege más que a los pocos niños que nos alegran la existencia en las calles.