Según información de SIPR y el KIEL, el coste de la guerra de Ucrania dedicado a armamento y munición está intencionadamente difuso para frenar las protestas populares, pero ambos calculan en miles de millones y ya han avisado de que las cifras de destrucción se elevarían a valores siderales. Además, un año después de iniciarse la invasión, se estimaba que el valor de lo destruido rondaría los 500.000 millones de €. Por tanto, hasta el presente oscilaría entre 1 y 2 billones (europeos) de €. Los halcones de la OTAN y la UE consideran que aún no hay “condiciones para la paz”, porque no hay suficiente masa crítica destruida para que la empresas tengan tajo, de manera que, como al finalizar la Segunda Guerra Mundial, se genere la fase de auge para hacer resurgir la economía de Europa y América y salir de la actual crisis mundial. Los expertos señalan que el estamento militar ha quedado marginado muy a su pesar, pues saben cuándo empieza la guerra, pero no cuándo termina. Además, los políticos quieren evitar las imágenes acusatorias de muerte masivas de soldados en los frentes de las guerras mundiales pasadas. Aunque el efecto psicológico de muerte y destrucción tan explotado por los “señores de la guerra” lo consiguen proyectando escenas de niños, mujeres y ancianos ante las cámaras y son noticia. Netanyahu es el mago que sabe dosificar la información para convencer a Biden de que le apoye el genocidio en Gaza. La fase de reconstrucción depende de las expectativas de las potencias económicas, pero serán billones, lo que supondrá una fase de auge económico para la humanidad porque en Ucrania se ha tratado de evitar la muerte de población en edad productiva y reproductiva. Sin embargo, persiste el desequilibrio en Europa, pues se ha invertido la pirámide poblacional porque la clase pasiva es legión, consume recursos, provocando falta de mano de obra que solo se soluciona apelando a la emigración procedente de países del tercer mundo que excita el racismo en la “Europa civilizada”.