TENÍA previsto escribir un sesudo análisis sobre el “¿merece la pena todo esto” de Pedro Sánchez –“ser o no ser”: será un homenaje a Shakespeare– pero veo que voy a necesitar cuatro o cinco días de reflexión previa. Me debato entre Pedro, el “hombre profundamente enamorado” de Begoña, y Sánchez, el duro político forjado en la resistencia, acompañado de Gómez. Entre la política humanizada, el gobernante con sentimientos al que atacan a su familia, y la política sin escrúpulos que ayer siguió utilizando sin piedad la derecha cavernícola. El país en vilo. Menos mal que no tenemos de vecinos a Putin, Netanyahu o los ayatolás.