MORIR matando. Fue la fórmula escogida ayer por Irene Montero en su última intervención como ministra de Igualdad. En su relevo, prefirió hacer de nuevo ruido y elevar el tono para que se notara que se marcha, sí, pero que hay un continuará. Porque no tengo duda de que el futuro de Podemos en esta incierta legislatura todavía no está escrito y que hablaremos mucho en tiempos futuros. Aunque tampoco lo esperaba, hubiera sido bueno algo de autocrítica por su parte por impulsar una buena ley en el fondo pero de efectos iniciales desastrosos. Optó por insistir en el “machismo judicial”. Agur ministra.