La fría mañana del 9 de marzo de 1944 un caza soviético La-5 sobrevolaba el lago Peipsi, el cuarto mayor de Europa, en dirección al pequeño pueblo costero de Mustvee en Estonia. Apenas dos meses antes los soviéticos habían roto el eterno y cruel cerco alemán a Leningrado, y preparaban una ofensiva que les iba a llevar a Estonia. La misión del piloto era determinar el número de defensores, tanques baterías costeras y fortificaciones, para que el alto mando soviético determinara la conveniencia de un desembarco. Debido a la bruma y al mal tiempo el piloto tuvo que realizar la maniobra más peligrosa para un avión, volar a baja altura y a poca velocidad. Descubierto por la defensa antiaérea alemana y pese a sus intentos de sortearla el avión fue alcanzado y tuvo que realizar un aterrizaje de emergencia en el lago, completamente helado, junto al puerto de Mustvee. Herido, aislado y con un solo cargador en su pistola, para evitar su captura decidió defenderse hasta la última bala. Bala que utilizó para suicidarse. El piloto era el joven eibarrés de 21 años Iñaki Agirregoikoa Benito.

Pero ¿es esta trágica y muy soviética historia cierta?

No es mucho lo que sabemos sobre Iñaki y es muy difícil superar el muro de silencio que nuestros bisabuelos, abuelos o padres impusieron alrededor de todo lo acontecido durante la Guerra Civil y los años más duros del franquismo. Simplemente no querían transmitir el dolor, no querían alimentar el odio en las generaciones más jóvenes.

Por no saber no sabemos ni su lugar de nacimiento. En algunos documentos aparece Soraluze, en la mayoría Torrelavega. Lo que sí sabemos de boca de la que fuera su novia y el amor de su vida, la donostiarra y niña de la guerra Teresa Alonso, es que de pequeño su familia se trasladó a Eibar y él siempre se consideró eibarrés.

Testigo de los bombardeos de los Savoi italianos que redujeron Eibar, a un montón de escombros, sin defensa antiaérea merecedora de tal nombre, durante su evacuación fue testigo del bombardeo de Gernika y de los posteriores bombardeos alemanes de Bilbao, antes de ser embarcado en el “Habana” en dirección a Francia y posteriormente la Unión Soviética. De los aproximadamente 205 niños eibarreses evacuados al extranjero, sesenta terminarían en la Unión Soviética. Este destino no estaba determinado por la afiliación política de los padres sino por la edad de los críos.  Los mayores fueron enviados más lejos y los jóvenes lo más cerca posible. De este modo Iñaki terminó en Rusia y su hermana menor en Francia.

Tras su llegada a Leningrado,  los niños fueron evacuados a Crimea donde descansaron y posteriormente fueron enviados a una casa de acogida (internado) de Kiev donde vivieron y fueron formados. En un primer momento la enseñanza se realizó en castellano idioma que no todos los niños hablaban y posteriormente en ruso. Iñaki, euskaldun, y que dominaba a la perfección el castellano, ayudó a otros niños  en este proceso. Pero en esta escuela de  Kiev,  la mayoría de los niños soñaba con ser piloto, para poder defender Eibar, Durango, Gernika, Otxandio, Bilbao, Europa de los aviones nazis. La oportunidad se presentó cuando tuvieron la edad de hacer los estudios superiores en Moscú en 1940, todos los chicos se presentaron a la prueba física, pero sólo nueve la pasaron. Y de ellos únicamente seis lograrían ser pilotos. Larrañaga, Agirregoikoa, Lavin, Lekunberri, Uribe, Prieto.

No fue fácil ser piloto y ser admitido en la Fuerza Aérea Soviética. Aquellos jóvenes vascos tuvieron que superar obstáculos de todo tipo, lingüísticos, burocráticos, académicos, políticos y nacionales. Tuvieron que  lograr la nacionalidad Soviética y  adscribirse a las Juventudes Comunistas (KOMSOMOL). Y a diferencia de  otras nacionalidades (polacos, franceses, etcétera) no se les permitió formar una escuadrilla propia.

La Guerra Mundial encontró a Iñaki y Lavín en su periodo de formación a las afueras de la ciudad de Voronezh, en el momento de máxima penetración alemana en el corazón de Rusia. Aburridos de estudiar, practicar y cavar trincheras durante todo su tiempo libre, una tarde se encontraron con un grupo de soldados extremadamente jóvenes que se dirigían al frente a pocos kilómetros de la base militar.  Incitados por ellos, decidieron subirse al camión en dirección al combate y en poco tiempo se encontraron con los restos pulverizados de una columna Soviética con tres supervivientes.  El de mayor graduación, un sargento tártaro, les dio la orden de minar la carretera mientras él y los otros dos supervivientes intentaban localizar a los alemanes que avanzaban.  Con Iñaki y Lavín al mando, el pequeño grupo cumplió con su tarea y cuando otra columna blindada alemana avanzaba por la misma carretera, detonaron los explosivos y acabaron con el resto en un combate mano a mano, con granadas, cuchillos, palas...décadas más tarde Lavín solo recordaría la pelea como niños matando a niños.

Una vez graduado en la escuela de pilotos de Borisoglebsky el 20 de marzo de 1943, fue enviado al frente de Leningrado con el grado de Teniente Junior en el Regimiento aéreo 159.

En su primera salida salvo la vida de su líder de escuadrilla, el As Ivan Pashchenko, derribando el caza que tenía en la cola y alejando a un segundo de su líder con una maniobra que supuso su propio derribo, pudiendo salvar la vida gracias a un salto en paracaídas. Todo el regimiento le felicitó por ello.

Durante su año de servicio participó en ataques a tierra, escolta de bombarderos, cobertura, reconocimiento y combate aéreo. En sus más de treinta salidas derribo dos cazas en solitario, tres en equipo, destruyó un tren enemigo y no menos de cinco tanques, diez blindados y setenta soldados.

El Tic de la Historia

Olvidado por todos menos por su familia y su amor verdadero, Teresa, en 1965 el director de la escuela de secundaria de Mustvee, Igor Anisimov,  escribió un artículo en el periodico local ¨Meie Kodu¨con el título “Sa ei ole unustatud Benito Agirre” (No estás olvidado Benito Agirre). Pidió el nombre de una calle al comité ejecutivo del partido comunista local y el título de héroe de la Unión Soviética, logrando en poco tiempo ambos. Iñaki Agirregoikoa Benito resultaba complejo tanto en estonio como en ruso, por lo que pensaron que Benito era nombre (por Mussolini) y Agirre apellido (el Lehendakari era una figura muy conocida en Europa).

El Tac de la historia

En 1999 tras la independencia de Estonia, y dentro del proceso de des-sovietización se propuso eliminar el nombre de la calle. El historiador Kaupo Deemant y el escritor y periodista Juhan Puttsepp mantuvieron posiciones opuestas en el periódico de mayor tirada en Estonia “Postimees”. Se impuso la opinión del último, Iñaki no había cometido ningún crimen contra Estonia y por tanto no había ninguna razón para quitar el nombre de la calle. No solo no la cambiaron, la escribieron en grafía vasca. 

Pero todo ha cambiado con la invasión rusa de Ucrania. Las emociones que  ha desatado en el país, los recuerdos de la invasión de 1940, en la que con extrema crueldad aplicó Stalin su política de comunismo en una generación y la posterior guerra mundial, ha desatado un movimiento para acabar con los últimos símbolos soviéticos del país.

Iñaki tras ser derribado, no murió con la última bala de su cargador, tal y como gustaba a la historiografía soviética. Murió congelado de sus heridas sin poder salir de la cabina del avión.

Los habitantes de Mustvee rescataron su cadáver y lo enterraron en el cementerio local. En 1975 fue trasladado a un monumento soviético y ahora vuelve a un cementerio. Resulta moralmente difícil pedir a los estonios que mantengan el nombre de una calle cuando no hay nada en Eibar que recuerde el heroísmo de aquellos niños y niñas. Y que bonito seria plantar un retoño del Árbol de Gernika, en Mustvee,  en honor de Iñaki y en contra de todos los regímenes totalitarios.

EL AUTOR

Eneko I. Erauzkin (Eibar 1971) Bachelor in Business Administration. Ekintzaile en Estonia (IT) desde 2007. Presidente de la asociación “Kaixo Estonia”.