SU final vital trágico y que fuera citado por el legendario corresponsal de guerra, George L. Steer, hacen ilustre la figura de Bruno Mendiguren Goitia (Mungia, 1910-Mar de Plata, 1950). A grandes rasgos, aquel carismático vasco fue el encargado del gabinete de prensa del lehendakari Aguirre desde su despacho del Hotel Carlton, como con anterioridad su secretario de Relaciones Exteriores.

Uno de sus hijos, José Ignacio de Mendiguren Salinas

Uno de sus hijos, José Ignacio de Mendiguren Salinas, es el actual secretario de Industria y Desarrollo Productivo en el Ministerio de Economía del candidato argentino peronista Sergio Massa, por el Frente Renovador, y expresidente de la Unión Industrial Argentina. “Mi padre murió cuando yo tenía tres meses. No lo conocí”, lamenta a este periódico en días de elecciones desde Buenos Aires. “Aun así, me marcó mucho su papel, porque todas las referencias que me llegaban de quienes lo conocieron eran excepcionales: muy alegre, muy capaz, divertido, exitoso en todo lo que emprendía”, enfatiza este exministro de Producción.

Bruno de Mendiguren, el anteúltimo de seis vástagos y único varón del matrimonio formado por Teodora, de Arrieta, y Juan Bautista, de Meñaka, estudió en Lekaroz. En aquellos días ocupó cargos en Eusko Ikasleak. Concluyó sus estudios de ingeniería eléctrica en Lieja. Compartió estudios en aquella ciudad belga con quien llegaría a ser su cuñado, el lekeitiarra Juan Salinas. “Cuando estalla la guerra, Juan va al frente en un batallón y mi padre, con 25 años, forma parte del equipo del lehendakari Aguirre”.

Fue entonces cuando el periodista sudafricano lo conoció y citó en su laureado libro El árbol de Guernica (Gudari, 1963). Steer le dedica toda una página: “Don Bruno Mendiguren, el Mr. Eden de Euzkadi, era más joven que uno. Por averiguaciones posteriores supe que tenía 25 años. El joven Mendiguren, que más tarde duplicó su trabajo al hacerse cargo de la Oficina de Prensa Vasca, era como un enviado de Dios para un periodista”, le califica, y va un paso más allá al definirlo como un ardiente nacionalista vasco con un torrente de francés político, en el cual encabezaba sus referencias a la dignidad vasca, que citaba en una frase de cada tres. El corresponsal continuaba su semblanza elogiándolo: “En la vida civil fue ingeniero constructor y era socio de su cuñado Gamboa en una empresa que se hallaba en condiciones de preparar los ensanches de ciudades de la noche a la mañana... Había estudiado la carrera en Bruselas”.

Steer comunica que, a la caída de Bilbao el 19 de junio de 1937, logró llegar a Donibane Lohizune como antes hizo su mujer, Elena de Salinas Gaminde –hermana de Isidro, quien fuera primer médico de la Vuelta a España de ciclismo, ya fallecido–, y una hija. “Al perder la guerra, partió en barco a Francia. Hubo problemas con la tripulación y, gracias a un barco inglés, pudieron proseguir la evacuación”, apostilla De Mendiguren. Ya en Euskadi norte, Bruno colaboró en las filmaciones de cineastas internacionales que en Iparralde buscaban la figura de Ramuntcho, algo así como “los indios vascos”, valoraban algunos autores.

El de Mungia acabó arribando a Argentina, país al que ya había emigrado su padre, y en el que tras años de duro trabajo consiguió hacer un cierto capital con el ganado y las tierras que pudo ir comprando. En América, Bruno volvió a sus actividades profesionales, llegando a copar cargos como director de la Compañía de Construcciones Civiles. Steer concluye la biografía de su amigo ingeniero civil en El árbol de Guernica: “En sus últimos años, como socio gerente, pertenece a la empresa Mendiguren, Battrosse y Compañía. Dirigió la construcción de importantes edificios: fábricas de licores, papelera, grupos de chalets, la Facultad de Derecho de Buenos Aires, el dique Cadillac, el edificio Dodero y el Hotel Alfar, de Mar del Plata. El 29 de diciembre de 1950, cuando se dirigía a inaugurar esta última obra, se estrelló el avión cerca de esta ciudad, pereciendo también su cuñado, también ingeniero, Salinas Gaminde”.

En aquel momento, la viuda quedó al cargo de sus seis hijos. “Cuatro años después, mi madre trató de volver a España, pero Franco no se lo permitió. Lo intentó incluso yendo con mi hermana María José. Al ir con una niña, pensaba que no la apresarían. Y así fue, pero no le dejaron quedarse y tuvo que volver, y nos sacó adelante con el dinero que la familia sacó en un juicio contra la empresa del avión”. Mendiguren evoca que fue la indemnización económica más alta cobrada en la época.

José Ignacio ha heredado la idea de que el lehendakari Aguirre era “muy amigo de mi madre. De hecho, fue el padrino de mi hermana Bego. Él vino, en viaje oficial, para su bautismo a Buenos Aires”, y estima su relación de amistad con el lehendakari Urkullu en la actualidad. “Me llevo muy bien con él. Estuve recientemente allá con él, porque han publicado un libro sobre las delegaciones vascas en la diáspora. Cuando viajo al País Vasco observo que hay un gran recuerdo y respeto hacia el primer Gobierno vasco. ¡Me sorprendió cuánto peso tuvo y el reconocimiento que le hacen!”, admira.

IBON ARESO

El exalcalde de Bilbao Ibon Areso Mendiguren también tiene palabras cariñosas para quien fue su tío. “Yo a mi tío Bruno no pude conocerlo, ya que murió exiliado en Argentina cuando yo tenía seis años. A pesar de mi corta edad, me impactó muchísimo su fallecimiento, ya que la noticia nos llegó, no sé si el día de Nochebuena o el de Nochevieja de 1950, cuando estaba a punto de comenzar la cena de una celebración tan señalada, sobre todo, para un niño pequeño, con mis aitas y dos de mis tías hermanas de ama, y la teóricamente cena festiva se convirtió en una noche de lloros y desolación”, lamenta.

El sucesor de Iñaki Azkuna recuerda que su madre y sus tías siempre le dijeron que “Bruno fue ministro de Asuntos Exteriores del Gobierno Provisional del País Vasco, guardando con cariño la fotografía de tu artículo en la que aparece sentado en un despacho, que corresponde al que tuvo en el Gobierno vasco, supongo que en el Hotel Carlton”. Cuando fue haciéndose mayor comprendió que su tío no estaba incluido entre los consejeros de dicho Gobierno, por lo que “atribuí la frase de que fue ministro al especial cariño y admiración que sentían todas ellas por su único hermano varón”.

Areso continúa con el análisis que hace al respecto. “Aun siendo cierto que no fue uno de los consejeros del Gobierno vasco, posteriormente he comprobado que la afirmación tenía una cierta base, ya que se le cita como consejero de relaciones exteriores en la fotocopia de la publicación que me facilitó Iñaki Anasagasti, siempre tan estudioso y documentado sobre los temas correspondientes a esta época histórica”, pormenoriza y concluye: “Mi tío Bruno, aunque no le llegué a conocer, siempre ha sido para mí un referente por el trabajo que realizó al servicio de José Antonio Aguirre y su Gobierno, en una etapa tan difícil de nuestra historia”.