El Mesón Arropain se ha forjado un nombre a base de productos de calidad y buen hacer. Con los pescados y mariscos como protagonistas, ofrece una carta escueta centrada en recetas de la cocina vasca tradicional.

El pescado les llega de puertos cercanos, directo del mar y en piezas grandes, perfectas para compartir entre 2/3 comensales. El rodaballo y el besugo son los grandes protagonistas y en temporada ofrecen también bonito, chipirones en su tinta... Y para no perderse su sopa de pescado, especialidad de la casa.

Entre los mariscos, las almejas son las estrellas, si bien tientan con nécoras, cigalas, zamburiñas, carabineros, mejillones de roca... y de encargo, también txangurro y abacanto. Todo con máxima garantía de frescor y calidad en el género.

Los postres son caseros y varían desde la tarta de queso o la de chocolate y la cuajada hasta la crema de frambuesas que elaboran con helado de yogur, o el pastel de arroz en ocasiones.

En armonía con la carta despunta su bodega, en la que abundan los vinos blancos, como el txakoli vizcaino y guipuzcoano, y el ribeiro, albariño y godello. Si bien no faltan los tintos de Rioja y Ribera del Duero sobre todo, ni los cavas y el champán.

Detalle del comedor. Mesón Arropain

Solo trabajan carta y en su comedor, con capacidad máxima de 40 comensales, no acogen a grupos grandes.

Allí se respira un ambiente acogedor en el que sentirse como en familia, “sin protocolos pero con la elegancia precisa, apostando por la sencillez y un trato familiar”, como señalan en el propio restaurante. De base rústica, al estar ubicado en un edificio histórico, se percibe incluso en la decoración alguna pincelada asiática y alguna referencia marinera en los detalles. Todo ello le da personalidad y una esencia que le distingue.

La tradición hostelera de su responsable, al frente del negocio desde 2009, pone la guinda.

En verano abren todos los días pero ahora solo los viernes, sábados, domingos y festivos.