Hace una década y tras salir del pozo de la gran depresión de 2008, las haciendas forales vascas afrontaron su última reforma fiscal. A las puertas de aquel debate, el entonces diputado general de Bizkaia, José Luis Bilbao, afirmó en febrero de 2013 que el modelo tributario vasco “tiene luces y sombras, aspectos mejorables, pero ha funcionado en épocas de vacas gordas y de vacas flacas”.

La sentencia lleva a una conclusión: si las cuentas salen con clima frío y caliente, no es aconsejable ordeñar la vaca en exceso cuando el viento sopla a favor, porque exprimir esos recursos limita la respuesta en los momentos en los que la galerna impide avanzar. El bache del covid fue la prueba del algodón de esa teoría y la velocidad con la que se superó demuestra que la estrategia es sólida.

Con esos precedentes, el Consejo Vasco de Finanzas constatará mañana el buen momento de la economía y la capacidad del sistema tributario para aprovechar los ciclos positivos con un nuevo récord de recaudación. Gobierno vasco, diputaciones forales y los ayuntamientos a través de Eudel informarán de la cifra final de recaudación de 2023, que según el avance superará por primera vez los 18.000 millones de euros. En concreto, serán algo más de 18.200 millones, un 6,2% más que en 2023, que incluso superan en 100 millones el cálculo realizado en octubre del año pasado.

Con esa base y la previsión para este año, las tres diputaciones establecerán los próximos meses las bases de los retoques del modelo para su puesta en marcha el próximo año. Una vez descartada una reforma profunda, la idea es afinar el instrumento para adaptarlo a cuestiones como las transiciones energéticas, sociales y económicas que afronta el tejido productivo.

COORDINACIÓN TRIBUTARIA

También se incidirá en el ahorro de los hogares, favorecer el acceso a la vivienda, la emancipación de los jóvenes o la reducción de la brecha salariales entre hombres y mujeres. Serán cuestiones que cada Hacienda debe aprobar en juntas generales, pero que tendrán una línea argumental común acordada en el Órgano de Coordinación Tributaria (OCT), en el que también participa el Ejecutivo vasco.

Con la premisa de aprobar en los parlamentos forales las modificaciones y el Ejecutivo de Elixabete Etxanobe es el único que cuenta con mayoría absoluta. Eider Mendoza y Ramiro González, en Gipuzkoa y Araba, respectivamente, están obligados a negociar con otros grupos. Además, el PNV, que lidera los tres territorios históricos con el PSE, también cuenta con otra variable en la ecuación, la propuesta de socialista Iñaki Arriola, consejero de Vivienda, para repartir el crédito fiscal de los propietarios de pisos con los que viven de alquiler. Se trata posiblemente del cambio más profundo que hay sobre la mesa y su recorrido es toda una incógnita.

En todo caso, aunque puede que se hable de ello de puertas adentro, la cuestión de los retoques fiscales no está en el orden del día de la reunión del Consejo Vasco de Finanzas. Sí que se hablará del dato de recaudación de cierre del ejercicio 2023, una vez incluida en la calculadora la evolución de diciembre. Las previsiones se han superado y los ayuntamientos de la CAV recibirán una extra a través de Udalkutxa porque el adelanto de ingresos que recibieron en su momento de las diputaciones fue menor de lo que les correspondía.

A ritmo de récord

De cara a este 2024, el Gobierno y las diputaciones vascas establecieron en octubre una previsión de recaudación de 19.000 millones de euros, que es la base de los Presupuestos de las administraciones vascas y será otro nuevo récord de ingresos del sistema de financiación de Euskadi.

Llama la atención la capacidad de la economía vasca de encadenar cuatro máximos de recaudación anual y hacerlo además en saltos cercanos o superiores los mil millones de euros, lo que supone algo más de un 5% de avance año a año.

Tras superar el test de la pandemia, el sistema tributario de la CAV ingresó 15.963 millones en 2021. Un año después superó los 17.100 millones, en 2023 se superó la barrera de los 18.200 millones y el objetivo para este curso conlleva superar en otros 900 millones de euros esa cifra.

El contexto que alimenta esta evolución está muy ligado al repunte del empleo. La economía vasca cuenta en estos momentos con su mayor nivel de afiliados a la Seguridad Social, con más de un millón de cotizantes. Ese récord deja cada mes una importante huella en la recaudación a través de las rentenciones de las nóminas, pero también tiene un efecto tractor sobre el consumo y la economía en general.

La recaudación por IRPF, retenciones en los salarios y ajuste de deducciónes, aumentó un 9% el año pasado y superó por primera vez los 7.000 millones de euros. Un cifra que contrasta con los ingresos por IVA, que ascendieron a 6.930 millones –comportamiento plano del 0,1%– por el freno que supuso para muchas familias el repunte de los precios de los productos, sobre todo los de la cesta básica de la compra.

El Impuesto sobre Sociedades, el tributo que grava los beneficios de las empresas, supera los niveles previos al coronavirus, 1.635,7 millones, crece un 21% y se acerca por fin a los niveles previos a la crisis financiera.

Todas estas cuestiones refuerzan la percepción de que Euskadi cuenta con un modelo tributario bien engrasado en el que las aventuras aportan más riesgo que certezas.

Lo que sí podría debatirse en el Consejo Vasco de Finanzas es cuándo empezar a aplicar el aumento del mínimo exento de pagar en el IRPF, que actualmente es de 14.000 euros, para adaptarlo al incremento del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) y favorecer a las rentas más bajas, de manera que la subida del salario no se la “coma” Hacienda.

El consejero de Economía y Hacienda, Pedro Azpiazu, presidirá el lunes por última vez el foro tributario donde se establece el terreno de juego y, cuando soplan aires de cambio, se garantiza que la vaca siga dando leche.