En 2002 Unai Elorriaga dio la sorpresa y, con 29 años se llevó el Premio Nacional de Narrativa con su ópera prima SPrako tranbia. Ahora Elorriaga (Algorta, Getxo, 1973) acaba de publicar Nosotros no ahorcamos a nadie, una novela que el propio autor ha traducido y que, con su versión original en euskera, Iturria, ganó el Premio de la Crítica. El libro, lleno de cuentos, disfrazado de novela, se articula con una mirada llena de ternura y comicidad en torno a la vejez, a través de las andanzas quijotescas de dos amigos octogenarios.

Además de profesor y escritor, también es traductor. Siempre se ha traducido al castellano sus novelas. ¿No se fía?

Prefiero traducirme yo mis libros, siempre he escrito en euskera y luego los he traducido directamente al castellano. Pero luego llegó la crisis... Es curioso, pero con mi libro Iazko hezurrak , que fue finalista del premio Nacional, no he encontrado ninguna editorial interesada.

En ‘Nosotros no ahorcamos a nadie’ (Galaxia Gutenberg) aborda la historia de dos amigos ancianos que afrontan como pueden las últimas trampas que la vida va poniendo en sus caminos.

Me ha divertido mucho volver a encontrarme con estos personajes. Soro Barturen, un hombre de 79 años, que aunque no parece enfermo, va a morir pronto. Barturen ha decidido buscar a Pedro Iturria, quien fuera compañero suyo de estudios en Inglaterra y a quien hace cincuenta años que no ve. Para ello, sigue la pista de Iturria porque su antiguo amigo publica regularmente cuentos en distintas revistas europeas. En esa aventura le acompaña un amigo de la infancia, de su misma edad, Erroman, que es el narrador de la historia.

La verdad es que los personajes son muy curiosos, ¿de dónde los has sacado?

No he tenido a alguien concreto de referencia, pero sí he cogido cosas de gente que conozco. Por desgracia, ya quedan menos personas como ellos porque van muriendo, pero es gente que ha conocido y ha vivido la guerra y ya les da todo igual. Y más aún cuando ya son mayores, hablan de lo que quieren, sueltan cualquier barbaridad porque han vivido experiencias tan duras que ya no se acobardan. Igual con 80 años empiezo yo también a desvariar, pero me gustan estos personajes porque hablan claro y dicen todo lo que les pasa por la mente, salen las verdades que no sacamos por miedo al qué dirán. Escribiendo este libro me he divertido mucho porque con una desinhibición brutal los personajes ponen en danza a todo aquel que los rodea.

El tema de la vejez se trata muy poco en la literatura.

Y no sé por qué, tenemos que aprender mucho de las personas mayores, a mí me gusta mucho la literatura centroeuropea y en este libro aparece mucho porque en el siglo XX han vivido constantes altibajos. Un búlgaro, un checo..., que tienen ahora 90 años han vivido mucho, y esa experiencia que han acumulado, para nosotros es un tesoro.

Describe ‘Nosotros no ahorcamos a nadie’ como una novela llena de cuentos...

Quería escribir un libro de cuentos, siempre lo había querido hacer, pero mis primeros cinco libros han sido novelas. Siempre tienen algún cuento de por medio, pero son novelas. Entonces, me planteé inventarme una historia que fuera otro cuento a su vez, porque al final la historia que enmarca o que hila todos los cuentos, es otro cuento. Al final, es una novela que reúne diez cuentos, pero a su vez son 11 cuentos, porque ese hilo es otro cuento más. Me he quedado muy a gusto.

Escribe fuera de las modas y de los tiempos trepidantes.

Entiendo que el tipo de literatura que hago no es para masas, es para gente que le gusta mucho la literatura. Este libro incluye reflexiones metaliterarias, habla también de mi forma de entender la literatura y mi manera de crear. Pero a alguien que no le interesen demasiado estos aspectos, se queda con los comentarios de Soro, que los hace de una manera muy socarrona; se echará unas risas y sin más. Si te interesa la literatura, puedes ir más allá. Hay muchas lecturas en el libro. Decía Kortazar que un escritor siempre tiene que soñar con un lector que haga una segunda o una tercera lectura del texto. Si te quedas en la primera, estupendo, si haces una segunda, lo apreciarás más y podría llevarte a otra clase de territorios. En manos del lector está quedarse en la primera o intentar internarse algo más.

En estos momentos, compagina las clases con la escritura...

Estuve unos años dedicado solo a escribir, entonces escribía diariamente ocho horas al día, pero hay que ser J. K. Rowling o escribir best sellers –que confieso que ni sé ni me interesan– para ganar lo suficiente y poder dedicarse solo a esto. Yo dedico cinco años a un libro, ¿cuántos ejemplares tengo que vender para ganar el sueldo de esos años? Es imposible. Disfruto mucho dando clases y saco tiempo para escribir. Además resulta muy estimulante tratar con gente joven; incluso en alguna ocasión me he encontrado con algún alumno o alumna con verdadera vocación y talento para dedicarse a escribir.

Tenía solo 29 años cuando con su primera novela, ‘Un tranvía en SP’, le concedieron el Premio Nacional de Narrativa.

No me puedo quejar. El premio acaparó la atención en todos los medios. Yo me ganaba la vida de traductor de euskera, había ganado algún premio aquí antes, el primero fue el Ortzadar de DEIA y luego uno de Labayru. Fue una cosa muy curiosa la creación de la novela, presenté el proyecto a una beca y no me la dieron. Uno de los jueces me dijo que había habido un triple empate, pero que le gustaba lo que planteaba. Sigue escribiendo y si me gusta, te lo publico, me dijo. Seguí con la incertidumbre de si se iba a publicar y le gustó al editor, pero me dijo que era un libro para vender 750 ejemplares y así nació la novela. Y, de repente, me llamaron de Euskaltzaindia para decirme que lo iban a presentar al Premio Nacional. Ya se ha vendido más de 150.000 ejemplares.

Y en este momento, ¿está escribiendo un nuevo libro?

Sí, estoy inmerso en un libro, pero he hecho otra cosa muy curiosa, de hecho, es lo contrario a esta novela. He cogido un personaje real, que es un bisabuelo de mi madre que vino de Italia aquí a trabajar. Se casó en Bermeo y se quedó allí. Un familiar investigó sobre sus pasos y me mandó todo el estudio y he ido novelando con esas pocos datos una historia. A partir de ahí, he escrito varios cuentos. Seguramente la publicaré la próxima primavera. l