Quienes comienzan a interesarse por la industria de la inteligencia artificial (IA) sabrán de su capacidad para desarrollar narraciones o imágenes a partir de instrucciones concretas aportadas por los usuarios. “Quiero un cuento con moraleja sobre una niña de Bilbao que encuentra un décimo de la lotería de Navidad premiado”. Esta pauta es suficiente para que programas como ChatGPT generen una historieta original al instante. Cada vez se sabe más sobre las posibilidades que la inteligencia artificial aporta, pero sus límites legales siguen siendo una incógnita también cuando se aplica a las diferentes disciplinas culturales. ¿Quién es el titular de los derechos de autor en una creación generada por IA? ¿Qué ámbitos de la creación son más sensibles a su impacto?  

Ainara LeGardon, artista vizcaina, especialista en propiedad intelectual y coordinadora de la plataforma de asesoría para proyectos creativos LeGardon.net, ayuda a esclarecer algunas incógnitas sobre esta tema tan candente. Ella es rotunda. “¿Beneficios? Yo, por mi parte, como artista, no los he encontrado aún”, asevera la bilbaina, quien alerta sobre la homogeneización de los contenidos que la creación “no humana” está provocando. Mucho más en el ámbito del entretenimiento, donde reina el contenido de “fácil consumo”, que en el arte. En cualquier caso, mientras se avanza en materia de legislación a nivel mundial, divisa el futuro más probable: “Lo humano acabará siendo un factor de lujo en cualquier obra artística y literaria, y quienes logren realizar obras no fácilmente replicables será a quienes no afecte tanto la irrupción de la inteligencia artificial generativa”.

OBRA Y AUTOR

Lo primero que se determina cuando se habla de la propiedad intelectual es la definición de conceptos como autor y obra. La definición legal de obra entraña varias condiciones: “debe ser una creación original, fruto de la mente humana y expresada en un soporte (ya sea tangible o intangible)”, enumera Ainara LeGardon. Paralelamente, “la Ley de Propiedad Intelectual indica claramente que ‘se considera autor a la persona natural que crea alguna obra literaria, artística o científica”. De esa forma, cuando se habla de IA generativa –la que se enfoca a la creación de contenido original– se debe tener en cuenta que si bien no se puede hablar de autor ni de obra, también se desdibuja la figura del artista intérprete, por ejemplo cuando se canta una canción. “Es decir, sin obra no existe tampoco la figura del artista intérprete”, explica la artista bilbaina, quien añade que, de esa forma, el artista intérprete no tendría “ningún derecho conexo de propiedad intelectual”.

El Papa Francisco, con un 'outfit' que se hizo viral, en unas imágenes creadas por inteligencia artificial. IA

¿Y quién es titular de los derechos de una obra generada por inteligencia artificial? “Actualmente nadie, son creaciones libres de derechos de autoría”, asevera LeGardon, quien, sin embargo, habla de otro tipo de derechos. “Cuando se da la reproducción de la imagen de personas reales entraríamos en el terreno de los derechos de imagen y la protección del honor y la personalidad”, explica la experta en propiedad intelectual. Ejemplo de ello sería la imagen viral generada por IA del Papa Francisco vistiendo un extravagante abrigo que se ha convertido en el primer caso de deep fake. Pero dentro de ese concepto de imagen también se incluye “la voz o cualquier rasgo identificativo”. Así, LeGardon concluye que “la generación de canciones imitando de forma no autorizada la voz de artistas puede suponer una vulneración a sus derechos de imagen”.

LOS RIESGOS

Precisamente, la especialista en propiedad intelectual considera que uno de los riesgos de aplicar IA en la creación de una obra es que “no pueda considerarse protegible por propiedad intelectual y que, por lo tanto, sobre esa creación no se obtengan ni derechos de explotación ni derechos morales”. En ese sentido, cita el caso de un cómic que se registró en la Oficina de Propiedad Intelectual de Estados Unidos y cuya inscripción se denegó posteriormente tras revisar la documentación aportada por la autora. Aunque se consideró que Kristina Kashtanova era la autora del texto, así como de la selección y disposición de los elementos escritos y visuales, se concluyó que las imágenes generadas por Midjourney no son producto de autoría humana, razón por la que se invalidó su registro completo.

No obstante, Ainara LeGardon manifiesta que el mayor riesgo de la aplicación de la IA a la creación cultural ni siquiera consiste en la cantidad de profesionales que se están quedando sin sus trabajos creativos, “sino la homogeneización de contenidos que la creación no humana está creando, así como el carácter inocuo al que están tendiendo las creaciones artificiales”. En esa línea, explica cómo a las productoras y plataformas de streaming les interesa “los contenidos de fácil consumo, que no inciten a la reflexión, que se digieran rápidamente y que enganchen a la ingesta rápida de otros contenidos también superficiales”. Además, alerta sobre el hecho de que al no tener que abonar derechos de autoría a nadie, estas empresas salen ganando. “En realidad, las creaciones generadas por IA están para eso, para ser apropiadas, reutilizadas y explotadas por personas y empresas sin necesidad de pagar derechos a ningún titular”, considera Ainara LeGardon.

Así, la experta en propiedad intelectual afirma que el sector del entretenimiento es mucho más sensible al impacto de la IA que el del arte. Y como ejemplo apunta “la música que se produzca desde un punto de vista comercial” en contraposición a “una performance sonora efímera que se aleje de convencionalismos”. De esa forma, afirma que cuanto más se diluya la identidad artística, más se producirá un consumo de forma indiferenciada y más posibilidades de impacto tendrá la IA sobre este tipo de producciones. “Sin duda, afectará más a la interpretación actoral en series que en teatros. La cuestión en el sector del doblaje está siendo ya bastante seria, con muchas personas perdiendo sus empleos”, apunta LeGardon, quien advierte que en los próximos meses habrá muchas novedades al respecto en materia de legislación.