En aquellos años se hablaban maravillas de la llegada de un presidente moderno a los sillones de Ibaigane: Javier Uria. Fue un hombre que trajo consigo nuevas maneras de hacer, ideas de vanguardia. Entrenaba al Athletic Jupp Heynckes (en su segunda época) y Julen Guerrero era el capitán. Javier, por aquel entonces el presidente más joven en la historia del Athletic con sus 39 años, decidió lanzar el órdago con una dirección deportiva profesional en las manos, por aquel entonces, más firmes que se conocían en San Mamés, dicho sea con permiso de José Ángel Iribar: las de Andoni Zubizarreta. Cuentan las crónicas de aquellos días que el actual entrenador del conjunto masculino, Ernesto Valverde, como adjunto a la dirección deportiva del club, se propuso un reto: conseguir que las mujeres pudieran defender también los colores de la entidad, aspirasen a convertirse en leonas. Eran los albores del siglo XXI y ya se intuía que éste estaba llamado a ser el siglo de las mujeres. Hoy es una realidad de lo lindo.

Casado y padre de tres hijas, Javier Uria nació el 5 de octubre de 1961 en Iartzena, el baserri del barrio de Egia, en Zeberio, localidad de la que fue alcalde. La muerte de su padre, José María, cuando él tan sólo contaba con cuatro años marcó su carácter.

Estudió en el seminario de Larrea, en Amorebieta, hasta los 17 años y completó su formación sin pasar por la Universidad. Se hizo cargo del negocio familiar en la cantera de Orozko, donde se impulsó hacia cotas mayores como la presidencia ejecutiva del Grupo Urazca, con una facturación anual de diez mil millones de las antiguas pesetas e introducida en los sectores de la construcción, inmobiliario y telefonía entre otros.

Estuvo considerado como hombre entregado a su empresa y conocido militante del PNV, compaginó los cargos como consejero del diario DEIA, vicepresidente de la Cámara de Comercio y alcalde de Zeberio.

Socio del Athletic desde 1980 y admirador confeso de Manolo Sarabia en los años ochenta de esplendor del Athletic, Uria integró la candidatura que perdió las elecciones en 1990. En 1994, ocupó el cargo de portavoz y responsable de la comisión deportiva durante su etapa con el presidente José María Arrate, a cuya mujer su padre arrendó los terrenos de la cantera de Orozko.

Propulsó los millonarios fichajes –el más importante el de Roberto Ríos, por 2.000 millones de pesetas al Betis...–, el fichaje de Bixente Lizarazu, el del preparador físico Sabino Padilla (en el caso el primero fue una espina que se le quedo clavada y en el caso del segundo tras el desastre tan absoluto en caso Gurpegui y el acoso al jugador acabó presentando su dimisión como miembro de la Real Federación Española de Fútbol...) o el Ismael Urzaiz, aunque defendió también la política de cantera. De hecho, se definió a sí mismo como “un lezamista convencido” en la campaña electoral a la presidencia, sillón que ocupó en 2001.

Apenas un mes más tarde sufrió un duro golpe al conocer el diagnóstico de su enfermedad de cáncer. Esta alejó, poco a poco, al presidente que apostó por el regreso de Jupp Heynckes y de Andoni Zubizarreta al banquillo y la dirección deportiva del Athletic, respectivamente.

Con la misma ilusión que pusiera su antecesor, Uria luchó por impulsar un nuevo San Mamés. Pidió a Norman Foster que realizara un proyecto de estadio acorde con la importancia del Athletic. Tardaría en verse pero tuvo la visión de la necesidad. Su fallecimiento implicó, según los estatutos del Club, que la presidencia fuera asumida hasta la conclusión del mandato, en 2005, por uno de los vicepresidentes, como fue el hoy residente en Canadá, Ignacio Ugartetxe.