Tiene eso que la gente que ama los viajes asegura que es propio de Lisboa: un encanto decadente. Dejémonos de adivinanzas y de juegos de espejos. El Miren Itziar de la Calle Atxuri se sitúa en frente de la estación de Eusko Trenbideak. Queda a la espalda del barrio de Ollerías y está cerca, muy cerca del Paseo de los Caños, el mismo que escogió el niño Unamuno como rincón de ensoñaciones, rodeado de hayas y chopos. Un paseo que se ha remodelado en los últimos años.

Antes de entrar en el establecimiento, paseemos por sus alrededores, siquiera para abrir boca. Atxuri. Es uno de los barrios más antiguos de Bilbao y por su etimología puede traducirse como roca blanca. Era el sur del Bilbao medieval y su nombre se ha convertido como matasellos de algunos de los rincones con más solera de la villa. Por ejemplo, la actual estación de Atxuri, fruto del concurso que, en 1912, organizó la Sociedad de Ferrocarriles Vascongados para sustituir la vetusta estación de 1882 que se había quedado pequeña debido al gran tráfico al que estaba sometida a principios del siglo XX. Al concurso se presentaron Pedro Guimón, Enrique Epalza y Manuel María Smith, siendo elegido este último. Siguiendo las indicaciones de las bases del concurso, Smith proyectó una estación de estilo neovasco dentro del estilo regionalista que tanto éxito estaba teniendo por aquel entonces.

Smith propuso un edificio en forma de L de tal manera que las vías quedaban escondidas de la calle. De esa manera consiguió dotar al edificio de gran presencia urbana. La estación tiene, además, un marcado carácter público, casi de espacio urbano, en su planta baja donde se encontraba el acceso, la salida para viajeros, el paso de ganado, el vestíbulo, las taquillas… En el primer piso albergaba una cafetería-restaurante con terraza abierta a la Ría. En su última planta, el edificio contaba con 10 habitaciones. Especial importancia se le dio al chaflán con la intención de remarcar el carácter urbano. Para ello se dotó a la esquina de una torre que rememora a las casas torre, escudos de los territorios vascos y un reloj.

(Permítanme quien esto lee que haga un impás y amplíe la geografía hacia el sur).

Jon Monasterio Anasagasti llegó a Cádiz desde Bermeo en 1951. Con 17 años, el futuro que tenía por delante era el de trabajar duro en el restaurante que había montado su tío junto a otro socio en la calle Plocia cuatro años antes. Ese restaurante no es otro que Atxuri, toda una institución en la capital gaditana por su cocina vasco-andaluza que sigue atrayendo a clientes de toda la vida y otros recién seducidos por sus especialidades. Esa misma seducción es la que proyecta el Miren Itziar, uno de los clásicos de Bilbao que aún sobreviven a la hostelería moderna.

Toma el restaurante el nombre de quien fuera su ángel de la guarda, la buena mano de Miren Itziar Ortuzar Bernaola en cocina. La hija de Oba, allá en el valle de Arratia, dirigió durante 40 años el templo de los fritos, (probablemente, los más célebres de Bilbao, con justicia con sus sesos, lengua, pequeños sanjacobos, croquetas y pechuga de pollo rebozada...) y asadurillas; el cabrito asado y la merluza albardada con pimientos rojos. Pertenece al santoral de las etxekoandres. Falleció el año pasado y los comensales habituales rezan por su alma y para que no se muera esa vieja cocina de toda la vida.

El local está tatuado con imágenes del Árbol de Gernika, San Antón, el castillo de Butrón o el Puente Colgante. Allí se aprecia como en pocos lados los platos de cucharón; allí, entre las tinieblas de una luz menguante, brilla el sol de la cocina clásica, apartada a codazos por las nuevas tendencias.

Allí gozaba, como un cochino jabalí (dicho sea en el argot popular, sin ninguna doble intención, válgame Dios...), Iñaki Azkuna quien le cantó continuas alabanzas y allí se inauguró la peña Miren Itziar Basket Men in Black. Los hijos de Miren Itziar, Edu e Iñigo, aman el baloncesto por encima de todas las cosas. En 1974 llegó a las tierras de Atxuri Miren Itziar, junto a su marido, Jesús Bustamante. Llegó aprendida de fogones gracias a su madre, Isidora Bernaola Bilbao, cocinera del famoso bar Pacho, en Oba. El local se llamaba Aldeano de Atxuri y decidieron usar el nombre de Miren Itziar como reclamo, como anuncio de que iba a servirse una cocina de toda la vida, con nombre propio.

¿Alguna otra curiosidad en la cocina...? Digamos que la tortilla de patatas. Sólo hacen una al día en torno a las 13.30 con pimientos asados caseros. Se matan por ella el vecindario y los parroquianos. Es casi una tradición.

Tiene a sus espaldas un vecino de poder: la plaza de La Encarnación. Cuenta con un espacio para el peatón de 2.750 metros cuadrados y fue inaugurada en 2009. Entre sus instalaciones destaca su cuidada iluminación, su pavimento multicolor, su arbolado ornamental y un nuevo mobiliario urbano. La reforma de esta plaza ha servido también para enlazar el nuevo parque de Hermanitas de los Pobres con el Casco Viejo, mejorar el acceso a la Iglesia de La Encarnación y sobre todo, crear un espacio peatonal en el corazón del barrio de Atxuri. Es el encuentro entre dos épocas: Miren Itziar cumple en este año los 50 de vida y mantiene la estampa del primer día –algunas voces piden una rehabilitación...–, la plaza de la Encarnación luce como nueva desde hace 15 años. Ambos tienen sabor.