Para ubicar el origen de las tan amadas bilbainadas, habría que remontarse hasta váyase a saber cuándo, quizás hasta cuando Don Diego López de Haro fundó la villa de Bilbao. Se puede decir que existe cierta semejanza entre estas canciones y aquellas viejas canciones de ciego, muestras populares entre las que se aireaban noticias y sucesos en plazas de los pueblos. Además, en los siglos XIX y XX la influencia de los ritmos de la habanera conformaron el tuétano de la bilbainada.

Para poder encontrar la matriz de Los Cinco Bilbainos, cuna natal para el canto de José Antonio González Bizkaia hay que remontarse a los años 30, época en la que se produjo una explosión popular de la canción bilbaina, gracias a la cual comenzaron a proliferar grupos como Los Chimbos (acepción artística para el grupo nacido de una reunión de, entre otros, Julián Echevarría Camarón, K-Toño Frade o Monsieur Leonard Parish). El debut de Los Chimbos se produjo en el colegio de sordomudos y ciegos de Vizcaya en Deusto. Ya en 1939 pasaron a denominarse Los Bocheros, y gozaron de un gran éxito en Latinoamérica. Incluso rodaron la película Fiesta Brava, junto a Esther Williams. Ricardo Montalbán y John Carroll. En 1963 hicieron las américas por última vez.

Los cinco Bilbainos surgieron tras una escisión de Los Botxeros y Los Txosperos. Su primera formación estuvo compuesta por Julián Tornado, Paco Roldán, Raúl Gorroño, José Antonio Elguera Peloduro y Benito El niño de la Rubia. Su boom discográfico fue la grabación del Himno del Athletic, compuesto por Goyo Nadal y Timo de Urrengoetxea. Lo que les catapultó hacia el otro lado del charco, dando conciertos en Estados Unidos y Cuba. Poco después desaparecía.

Era el tenor de Los Cinco Bilbainos y cuando cantaban a cuatro voces bajaba el tono para que nada desentonase

Resucitó el grupo allá por 1973 con una rejuvenecida formación integrada por Andoni Simón, Demetrio Eguia, Eduardo Morrillo, Manolo Cantolla y Julio Gómez. Y no fue hasta el bienio 1983-85 hasta que se formó el legendario, grupo. Ahí llegó José Antonio González Bizkaia en la categoría lustrosa de tenor y con la condición de pandereta siempre que hiciese falta. Ahí comenzó a darle la luz popular y su biografía se sembró de anécdotas y susedidos, así como el reconocimiento de una voz nacida para el canto, que estuvo casado con Begoña Cisneros, con quien tuvo tres hijos.

“¡Toma, a que tú no tienes esto, que te va a gustar!”, le dijo un día K-Toño. Efectivamente, esto era apreciable, un programa de las fiestas conmemorativas del XXV Aniversario de la Fundación del Athletic Club, que se celebraron un lejano 10 de julio de 1923. El folleto, un díptico, abre con una portada art déco de Guinea. Amaba este tipo de cosas. En cierta ocasión le oí decir, ya no recuerdo a quién, algo así como: “Oiga usted, ¿quiere escuchar una grabación furtiva del recital de Lucciano Pavarotti en el teatro Buenos Aires en 1984?”. Era uno de sus tesoros, más caudaloso aún si se juzga que a José Antonio, un tenor de la calle con mucho corazón, le llamaban, en la intimidad, algo parecido a Polvorotti, vaya usted a saber por qué.

“¿Quiere escuchar una grabación furtiva del recital de Lucciano Pavarotti en el Buenos Aires en el 84?”, le oí decir

En 2020 Bizkaia era la voz cantante de Los Cinco Bilbainos, la lideraba en el canto y en los despachos. Se celebraban los 70 años de vida de la banda y casi 40 de José Antonio en la misma. Hablaba maravillas de las peripecias vividas, sobre todo en las fiestas de los pueblos y en los viajes por medio mundo. Cantaban el cancionero clásico de bilbainadas en euskera y castellano, con arreglos nuevos y siempre a cuatro voces. José Antonio, en un guiño cortés, bajaba el tono para que nada desentonase.

Tras una enfermedad pesarosa que le postró en Santa Marina, falleció el 13 de octubre de 2022, a los 84 años de edad.