En este 2024 los nacidos el 29 de febrero podrán cumplir años cuando les corresponde. Este día extra también es una pieza básica para que la primavera empiece de forma oficial cada año el 21 de marzo.

Desde un punto de vista astronómico, el equinoccio de primavera, cuando el día y la noche tienen las mismas horas de duración, marca el paso del invierno a la primavera. Para las civilizaciones que regían su medición del tiempo por el calendario solar era el comienzo del año.

Pronto los astrónomos y matemáticos se dieron cuenta de que existía un desfase entre el calendario establecido y la realidad, que ese equinoccio no coincidía con lo establecido en sus cuentas. Hacían sus ajustes, pero era un lío.

El 29 de febrero, el día extra que las matemáticas y la astronomía regalan cada cuatro años. Freepik

Año solar

La razón de este desfase es que un año solar no dura lo mismo que lo establecido en los calendarios. Si el actual, el llamado gregoriano, tiene 365 días de 24 horas, un año solar (lo que tarda el Sol en pasar dos veces por un punto de referencia, establecido en el inicio de la constelación Aries) es de 365 días, 5 horas, 48 minutos y 45,10 segundos. Es decir, el calendario humano se va retrasando con respecto al año solar (también llamado trópico o tropical) casi un cuarto de día.

Por otra parte, si se tiene en cuenta el tiempo sideral, lo que tarda la Tierra en dar una vuelta alrededor del Sol, se comprueba que el desfase es un poco mayor, ya que un ciclo completo de traslación es de 365 días, 6 horas, 9 minutos y 9,7632 segundos.

De esta manera, cada cuatro años, el equinoccio de primavera se retrasaba un día desde el punto de vista humano.

Fue el imperator romano Julio César quien puso orden en el calendario romano de su época y lo actualizó en lo que se llamó calendario juliano. El ajuste lo encargó al astrónomo egipcio Sosígenes, que propuso el año de 365 días con uno adicional cada cuatro años para ajustarse al año solar.

El mes elegido para añadir este día extra fue febrero, el último del calendario romano, y se eligió el ante diem bis sextum Kalendas Martias (sexto día antes de las calendas de marzo), es decir, el 24 de febrero. La calenda es el primer día del mes. De bis sextum deriva bisiesto.

La primera consecuencia de este cambio fue que el año 46 a.C., cuando se oficializó y se puso en marcha, resultó el año más largo de la historia con 445 días para compensar el desfase del antiguo calendario romano.

Escultura de Julio César en el museo del Louvre.

Calendario gregoriano

El calendario juliano estableció como bisiestos los años divisibles entre cuatro, lo que daba años con 365,25 días. Esto supuso que el nuevo año juliano se adelantaba al año solar en 11,25 minutos, de manera que cada 500 años el desfase llegaba a cuatro días.

De nuevo los astrónomos y matemáticos fueron quienes se dieron cuenta de este problema, pero no fue hasta el siglo XVI, unos 1.600 años después, cuando se realizó un nuevo ajuste. El papa Gregorio XIII proclamó en febrero de 1582 y haciendo caso del estudio del astrónomo Christopher Clavius, que el día que seguiría al 4 de octubre de 1582, jueves, sería el 15 de octubre, viernes, dando el salto del calendario juliano al actual calendario gregoriano. Dicho sea de paso, 1582 ha sido el año más corto de la historia.

Pero la reforma fue más profunda y con fundamentos matemáticos. Con la idea de que no se volvieran a producir estos desfases, se introdujeron unos ajustes extra. Seguían siendo bisiestos los años múltiplos de 4, pero se excluye de tal condición los múltiplos de 100, los que acaben 00, a no ser que también sean múltiplos de 400, que entonces sí contarán con un día extra. De esta manera se eliminan tres años bisiestos cada cuatro siglos. Así, contaron con 29 de febrero los años 1600 y 2000, y no lo tuvieron 1700, 1800 y 1900, ni lo tendrán 2100 y 2200.

El cambio del 24 de febrero bisiesto del calendario juliano al 29 se dio al añadir un día más al mes más corto y ponerlo al final.

¿Sigue el desfase?

Todos estos cambios no han terminado con el desajuste entre el año solar y el calendario que usamos. Eso sí, se ha reducido mucho. Ahora, el desfase entre el año solar y un año del calendario gregoriano es de 27 segundos. De esta manera, en los 441 años que han pasado desde que entró en vigor el calendario gregoriano el desfase total acumulado es de 3 horas y 18 minutos aproximadamente. A este ritmo, tendrán que pasar algo más de 3.300 años para que llegue a ser de un día.