ERA la suya la preocupación de muchos otros: qué hacer cuando suene el tictac del reloj de la jubilación. Con la certeza de que no iba a dejar que se oxidasen los motores, a su mente acudieron dos salida: la pintura o la escritura. “La primera mancha”, decía ayer con sorna, “así que me decidí por la escritura”. Andrés Galán Monroy, es, por tanto, un escritor de la edad tardía que publicó su primera obra a los sesenta y tantos años, en 2007, donde recopiló poesías y relatos de antaño, incluso susedidos y chistes. Tituló el libro Cosas sin importancia y tras su publicación la cobró: le metió una dosis de adrenalina y el deseo de no parar de escribir. La importancia, que les decía.

Andrés es un hombre de barrio, de Santutxu. Y el barrio le quiere, le aprecia, le lee. Ayer pudo comprobarse cuando el Centro Extremeño que preside Juan Carlos Rastrollo abrió sus puertas -toda una gentiliza de Juan Carlos y la tierra que representa...- para que se celebrase la cuarta sesión, correspondiente al mes abril, de los Encuentros literarios en Santutxu-Topaketak 2024, donde se homenajeó la obra del vecino Andrés, de quien también se recordó que es amante del teatro. No en vano, la impulsora de los encuentros, Felisa Urraca, explicó que le vio actuar en el Teatro Campos Elíseos -fue miembro integrante y cofundador del grupo de teatro Alai Troupe y participó como actor en la obra Por quién llora el sirimiri (2017)...- y conoció a un actor apasionado.

A la cita le puso ilustraciones musicales Jesús Trincado, una suerte de hombre orquesta que tocó la armónica y la guitarra. Antes de que comenzase la revisión de la obra de Andrés el hombre ya reconocía que tiene 12 libros publicados, y en el cajón tres obras teatrales y otro puñado de relatos. Con ilusión contaba que tiene dos libros de cuentos, escritos para sus nietos a la carta: Asier me pidió que saliesen dragones, lobos y brujas y Lier una bruja mala, un toro y un caballo. Al tiempo, la propia Felisa hablaba de los premios Letras en off en la categoría novela social por Sirenas de la noche, donde muestra el mundo de la prostitución femenina, un tema delicado donde la gente suele mirar para otro lado. Una obra cruda, pero necesaria, que contó con el apoyo del Gobierno vasco.

Entremos ya en lo vivido ayer. A la cita no faltaron, además de los ya citados, Tomás Sánchez, alma, corazón y vida de la legendaria Casa Vasca; Carmina Pequeño, Ana Marín, Francisca Nieto, Mari Carmen Díaz Egia, Edurne Lasurtegi; Itxaso Galán, hija del autor, Laura Hernández, Fernando Zamora, Esperanza Pardo, Loly Rubio, Pablo Camarero, Begoña Iribarren, Diego Mena, Mari Carmen Martínez, Koldo González, Mari Carmen Pérez, Javier Maura, Juan Carlos Larrea, Emilia Antón, Victoria Solaun, Teresa Guerrero, Mina García y una legión de gente procedente del barrio, la Asociación Artística Vizcaina o la Asociación Escribe Lee.

No fueron los únicos asistentes. A la cita tampopo faltaron Javier Martínez, Mari Carmen Martínez, Almudena Otxoa, Izaskun Izagirre, Juan Carlos Somoza, Sahara Vicente, quien entretuvo la tarde con la cámara fotografíca inmortalizando el encuentro, Rosa Mari Ibáñez, José Luis González, Javier Larrospe, José María Fernández, Juan Carlos Lorenzo, Isabel Hernández, Ana Agirre y un buen número de gente cercana que disfrutó del encuentro. Rastrollo y el Centro Extremeño sirvió una copa de vino de la DOP Ribera del Guadiana con la que abrochar la reunión, propiciando la camaradería y el buen ambiente del que han salido iniciativas como la propuesta de los Encuentros literarios en Santutxu-Topaketak 2024, promovidos por el Centro Extremeño Bilbao, por la que la VI Feria del libro de Santuxu, organizada por la Agrupación de Comerciantes de Santutxu con el apoyo del Ayuntamiento de Bilbao, agasajó a Pablo González de Langarika.