DICE el folleto que se repartía ayer en la entrada del Teatro Arriaga que La comedia de los errores es una versión libre de una comedia de enredo de Shakespeare. Y que la protagoniza un elenco que encabeza el reconocido Pepón Nieto y que cuenta, entre otros, con el televisivo Antonio Pagudo.

Pero, como es sabido que la realidad supera a la ficción, las posibilidades de enredo que ofrecía el público eran mayores que las que pudo soñar incluso el mismísimo genio de Statford-upon-Avon.

Les cuento. Había un grupo de personas que no se conocían hace dos años, coincidieron en un viaje a Egipto, y desde entonces comparten cenas, obras de teatro y otros eventos. Había un señor de Chipre que vive en Atenas y viaja mucho a Bilbao. Dos hermanas que residen en Dublín y han aprovechado las vacaciones para quedar en el botxo con su padre, que trabaja en Alemania. Una joven ucraniana, vecina de Alicante, celebrando su cumpleaños con un amigo que no entiende nada de castellano y que era la primera vez que iba al teatro fuera de su país. Y una pareja de Santander, invitada por la hermana de ella. Y, así, cada fila de asientos.

La vida sencilla resulta emocionante, imprevisible, apasionante. A veces, divertida como si la escribiera Wenceslao Fernández Flórez. Otras, llena de tensión, como si la estuviera dictando Agatha Christie. A menudo, mágica, como redactada por Bernardo Atxaga. O atribulada por acontecimientos que podrían haber imaginado el propio Sófocles o quizá Esquilo.

Entre el público, la actriz Gurutze Beitia, toda una voz autorizada cuando se trata de comedia. Asistió Jon Txabarri con Yiorgos Holokukyriacou; el grupo formado por Maite Vega, Santi Oñate, Edurne Zubiarrain y Juan Boix; las portugalujas Ana Manzaneque y Leire Garatea con la santurtziarra Nieves Lozano.

En familia, Maite Tremiño con sus hijas Elsa y Nuria Terrachet, que se estrenaban como espectadoras.

Lo de Iratxe Sanz, Begoña Torrecilla, Mar López, Micaela Ramos, Nacho Ortún, Teresa Amorós, Ariane Martínez, Miren Larrazabal, Nati Alacret y Hermi López era bien distinto: forman parte de un conjunto de 16 mujeres y un hombre que coincidieron, sin conocerse, en un viaje a Egipto, y, desde entonces, quedan regularmente. “Nos recomendó la obra una compa que no ha venido hoy, que la vio en el Serantes de Santurtzi y nos ha dicho que es divertida”, explican.

No faltaron los getxoztarras Ismael Díaz, Mirentxu Aretxabala, Itziar Ansoleaga, Nieves Blanco y Luis Miguel Pérez, ni los galdakoztarras Zorione Goikuria y Galder Gómez. Así como Elsa y Pilar Allende, Diego González, Ángela Sánchez o Agustín Azkona.

La ucraniana residente en Alicante Oleksa Kozhanova, aprovechó para hacer una foto en la escalinata del teatro, era su cumpleaños. La inmortalizó su compatriota Anton Chaban, un valiente que se atrevía con el teatro en español a pesar de no entender ni papa del idioma.

Se trataba de un público heterogéneo, la mayoría de vacaciones o viaje, aprovechando las fechas para encontrarse, regresar o salir. O todo junto. Lo cierto es que el Arriaga les protegía con una especie de burbuja mágica, o aura de energía, una extensión de la cúpula del edificio, que aislaba, una vez cruzada la puerta hacia dentro, del paroxismo copero que invade la ciudad. Eso, a pesar de la enorme pancarta rojiblanca con el escudo del club de San Mamés y el lema Aupa Athletic! que pende de la fachada. Dentro, nada. En El Arenal, decenas de vendedores ambulantes de banderas, banderines, camisetas, gorras y leones rojiblancos de todos los tamaños. En el interior, solo Shakespeare, la banda de Pepón Nieto y la risa. Continúan hoy, mañana y pasado, por si a alguien le apetece desintoxicarse de lo de Sevilla.