Es un mundo nuevo que en parte recordaba al mercado Hills Marché ubicabo en Roppongi, una calle de Tokio, por el incesante paso de gente oriental que se vivió ayer en el Último Lunes de Gernika (ver a una pareja, el con una pipa clásica y ella con un helado, era casi chiripitiflaútico y por otra calle subían Shangizar, Wey Yu, Fame y Ma Ye, vecinos de Shanghái y entusiastas, desde ayer, del talo con chorizo...); un mundo al que acudieron un par de ingleses de Gateshead, atraídos por aquella ya lejana eliminatoria del Athletic con el Newcastle (Gateshead es tierra vecina a Newcastle y a Escocia y la cuna de Paul Gascoine, según me dijeron) y empeñados en beber bebidas con TX (hasta la fecha en que nos cruzamos llevaban probados txakoli y patxaran...) o un mundo singular donde apareció un olivo plantado entre los puestos, un árbol de la paz, que hermanaba, si se quiere, con el Árbol de Gernika. Junto al olivo, una calabaza decorada recordaba a catrina, uno de los íconos más representativos de la cultura en México y un personaje que no puede faltar en Día de Muertos. Se diría, ya ven, que el Último Lunes vivió su particular cambio climático, con más gente de aire moderno que hombres y mujeres vestidos de aldeanos o casheras.

Una cuadrilla ‘fashion’ no faltó a la cita con la tradición. José Mari Martínez

Ante los 307 puestos montados (revisemos su geografía por calles: en el Pasealeku se ubicaron los artesanos; en la calle Industria los puestos de queso y pan; en Artekale, txakoli, miel, plantas, sidra, queso y lácteos; el Juan Calzada, hortalizas, frutas y maquinaria; en Domingo Alegría, paté, conservas, miel, chocolate y cerveza artesanal; en San Juan estuvieron los productos varios y en el parking Santa Ana, los vendedores ambulantes...) corría un temor momentos antes de la apertura a las nueve de la mañana: que la climatología hubiese dañado de lo lindo a la reina de la feria del agro vasco y el precio de las alubias se disparase. A duras penas se contuvo y el asunto anduvo entre los 18 y los 20 euros, apenas un puntito de más que el año pasado. En busca del precio prohibido, si es que me permiten decirlo así, hubo unas pasaje singular. En un puesto se ofrecían a 15 euros y una etxekoandre les espetaba que, estando a 16 o 17 en los habituales mercados de Gernika, “si cuestan 15 tienen que ser de Elorrio”. Bigotes Iturbe fue testigo.

La variedad en los puestos llamó la atención de los visitantes al Último Lunes de Gernika. JOSÉ MARI MARTÍNEZ

Había que tener en cuenta el precio, cómo no, si se juzga que estaba organizado entre los puestos una suerte de concurso, Zenbat da?, en que la gente debía coger la papeleta y hacer un cálculo, sin pasarse, de un lote de producos locales ubicados en la caseta de BBK Azoka. Quien más se acercase tendrá, a finales de esta semana, una sabrosa noticia. Euro arriba o euro abajo marcaban las posibilidades.

Por allí venía el pelotari Apraiz para preparar un talo a la vieja usanza y unos metros más acá se cruzaban, sin verse, la diputada general, Elixabete Etxanobe (saludó al alcalde Gorroño con cortesía para desconsuelo de los mal pensados...), y la peluquera Yolanda Aberasturi. En la hora del Angelus sonaron las voces trepidantes de los bertsolaris Andoni Egaña, Sebastían Lizaso y Onintza Enbeitia y Joserra Taranco hacía guardia escuchándoles hasta llegar al frontón a media tarde. Poco antes, cocineros de la talla de Josemi Olazabalaga (Aizian Jatetxea), Zigor Iturrieta (Txoriene), Sergio Ortiz de Zarate (Zarate Jatetxea), Joseba Uribarri (invitado), Beñat Ormaetxea (Jauregibarria Jatetxea), Daniel García (Zortziko Jatetxea), Ana Martin (enóloga), Neskutz Aranzabal (Zallo Barri Jatetxea), Alex Duke (Grupo Alakrana) y Jabi Gartzia (Boroa Jatetxea) tomaron parte en la cata del queso, del tan preciado oro de Gernika, para cantar sus aleluyas. No llegaron noticias al respecto porque Luis Mari Bengoa, el subastador que tomaba el testigo de Marco, cuya memoria cubrió de alabanzas, hubo de pasar por el mal trago de declarar desierta la subasta del segundo queso, una pieza de Ariñaga, en el valle de Aiala. Había presentado la hora de los premios Javier García, quien lanzó maldiciones contra el lobo que también campa por esas tierras. A la hora del Shoteby’s, la gran casa de subastas del agro vasco, llegó la segunda desilusión: apenas los 1.000 euros que se ofrecieron en la primera y única puja. Es de suponer que ni el propio Juanjo Diego, el postor que resultó triunfante, hubiese imaginado algo así.

Para entonces ya se sabía que el premio a las hortalizas fue para Bihortzatxu –un baserri familiar dedicado a la producción de verduras, mini y micro verduras y microgreens (unos cocamelón propios de las tierras de Lilliput que asemejaban a melones en miniatura llamaban la atención ....)– y que el de las frutas fue para Urtza Sarrioandia; en las flores y plantas triunfó Ortuberri; en mil flores, Gure Eztia, y en miel del brezo, Urikoa.

¿Pegamos un trago? Zabalondo, de la bodega Magalarte, se llevó el oro de los txakolis blancos; Erdikoete 200O, el de los rosados, y su hemano de bodega (Erdikoetxe, quiero decir...), Gozamena, la medalla de los tintos. Brindemos Eup!

9

Los precios en la feria del Último Lunes de Gernika Deia